El primer motivo por el cual uno se pone a mirar El tiempo que te doy es la duración de los capítulos, de solo 11 minutos. Quien no tiene 11 minutos para darle una oportunidad a la nueva ficción española de Netflix? El segundo motivo, y el más importante, es su formato. La serie narra la historia de amor y desamor de una pareja, Lina y Nico, pero lo hace a través de un mecanismo narrativo muy interesante. El primer capítulo le dedica un minuto al presente, a la ruptura, y diez minutos al pasado que habían tenido juntos. En el segundo son dos minutos de presente y nueve de recuerdo, y así sucesivamente hasta el décimo capítulo de la serie, donde el pasado ya casi se ha desvanecido del todo, y solo queda la soledad de la protagonista. Parece evidente porque Netflix decidió comprar la idea de Nadia de Santiago, Pablo Santidrián e Inés Pintor, pero a una original premisa se le tiene que añadir una buena ejecución. La tiene El tiempo que te doy? En algunos aspectos sí y, en otros, no tanto.

Charlas reales

De entrada, no nos engañemos con la innovación que presenta el formato, porque la serie en si no es realmente innovadora. Viéndola es probable que os venga a la cabeza la oda al desamor de 500 días juntos, las conversaciones de Jesse y Céline en la trilogía Before de Richard Linklater o el tono romántico de algunas obras de Woody Allen.

Ahora bien, que te comparen con estas ficciones no deja de ser un gran elogio. Y es que El tiempo que te doy comparte una gran virtud con estas películas: su naturalidad.

Los diálogos entre Lina y Nico, a pesar de no ser de la talla de los referentes citados, consiguen parecer conversaciones que mantendría una pareja en la vida real. Casi no hay momentos de vergüenza ajena, que tan a menudo encontramos en las ficciones románticas, y te acabas creyendo la historia y la conexión de los dos personajes, mérito también de un gran trabajo interpretativo.

Actuaciones desde la cotidianidad

Álvaro Cervantes demuestra ser un actor muy valioso en el panorama español, y Nadia de Santiago ya lo había demostrado a Las chicas del cable, pero es que aquí es creadora y actriz al mismo tiempo, y hace ambas cosas bien.

La clave que hace que las interpretaciones funcionen tan bien es la misma que con el guion: su sencillez. No hay artificios, no hay melodrama. Actuaciones que nacen de la cotidianidad y que permiten conectar al espectador con unos personajes creíbles.

Pero, como siempre, hay un pero. La sencillez quizás es excesiva en el caso de la protagonista. Nadia de Santiago se crea un personaje para ella misma que parece completamente real, pero también un poco aburrido. Y quizás aquí habría estado bien intercambiar el realismo por algo más de vida.

Mostrar la realidad tal como es

O quizás no. Quizás es que el objetivo de la serie es este. Mostrar la realidad tal como es. Porque no todas las personas son fascinantes en nuestro mundo. Hay gente tranquila, con buen corazón y sin mucha alegría, como Lina. Y no pasa nada. La vida es así.

Y también es enamorarse de forma inesperada, es descubrir nuevos mundos gracias a alguien, es no entenderse con tu pareja, es que te rompan el corazón, es intentar olvidar alguien. Y todo esto, todo lo que es la vida, lo muestra de forma clara y sencilla El tiempo que te doy. Quizás no con una ejecución perfecta, pero con una idea original y una naturalidad excelente.