Feliz Navidad y feliz año. Y ¡qué año, señoras y señores, qué año!, y, sobre todo: ¡qué final de año! ¡Alucinante! Y es que no nos podemos quejar porque los catalanes acabamos el año 2023 con "una misión de eurodiputados en la escuela catalana". Este, que podría ser perfectamente el comienzo de un chiste malo o el título de una película fantástica malísima, es el hecho relevante que nos hace cerrar un año 2023 inolvidable. Porque hemos vivido el "puto C1 de catalán", una petición de oficialidad del catalán en Europa y ahora una "misión para investigar la situación del castellano en las escuelas". Y, disculpadme porque tampoco quiero comentar demasiado esta visita, más que nada porque no me preocupa y porque no le quiero dar más importancia de la que tiene.
La visita de vigilancia y sin cortesía, como unos europolicías que entran a hacer un registro en una casa sospechosa, no me preocupa porque no me preocupa el "qué" y la cosa, sino que me preocupa el "cómo" y precisamente haría falta que alguien nos explique el "cómo" esta patrullita en nombre de Europa ha entrado en nuestra escuela y, ya puestos preguntas básicas, "por qué" los políticos catalanes lo han permitido. En fin. Tengamos el artículo en paz, que yo ahora quería desmontar los barbarismos de Navidad y ya he malgastado la primera parte con pantomimas orquestadas por España.
Hemos vivido el "puto C1 de catalán", una petición de oficialidad del catalán en Europa y ahora una "misión para investigar la situación del castellano en las escuelas"
Nosa
Cambiamos de tema. Yo ya he hecho una comida de aquellas que cuando llegas a los postres no sabes si realmente son los postres o bien ya te encuentras merendando. En esta comida llevamos todos un 'pongo' y alguien me preguntó cómo se decía en catalán. Pues bien, hay diferentes equivalentes en catalán, por ejemplo 'trasto', pero todos sabemos que no es lo mismo que un 'pongo'. ‘Trasto’, ‘rampoina’, ‘enfarfec’, ‘què-en-faig’... La opción que me gusta más es 'nosa' porque eso d''onco' (on collons ho poso…? on cony…?) y 'queco' (qué cojones..., qué coño...), a mí personalmente no me acaba de convencer y me parece que decirlo me haría un poco de vergüenza y todo. Así pues, nos propongo a todos juntos que el próximo año decimos 'nosa'. ¿Cómo lo veis? Yo misma me comprometo a hacer extensiva esta forma entre mis amistades y mi familia. Ahora bien, si a alguien se le escapa 'pongo', no lo martirizaré y no lo corregiré porque cuando alguien dice 'crush' o 'wow' no hay tanto escándalo. Con eso quiero decir que tenemos mucho miedo a decir palabras como 'pongo', pero que, en cambio, no tenemos ninguna manía a la hora de decir 'flyer' u 'online' y es extraño porque los equivalentes en catalán de estas palabras son mucho más fáciles que el equivalente de 'pongo': 'fulletó' y 'en línia'. No sé si me explico.
En esta comida llevamos todos un 'pongo' y alguien me preguntó cómo se decía en catalán
¡Bien, cierro esta cuestión lingüística del 'pongo' y solo me queda desearnos que, durante las fiestas de Navidad en casa haya debates lingüísticos inofensivos como este en las mesas. Que se hable de lengua y no de política, que nadie permita que el cuñado diga que las lenguas dividen, que los sobrinos pregunten por qué no se puede decir 'cagatió' y que alguien los riña y los conteste muy alterado "se dice 'tió', parecéis 'tanoques'!", que alguien nos explique por qué ahora el tió se va a buscar al bosque y que alguien suba a la silla y diga bien el verso de Navidad en catalán. También nos deseo a que amemos en catalán durante las comidas navideñas sin que nadie nos lo impida, que la yaya nos susurre en la oreja a un 't'estimo' después de una buena chocolatada familiar y, a poder ser, que cuando vayamos a dormir, soñemos también en catalán (ahora que todavía lo podemos hacer sin que nadie nos lo prohíba).