El debate sobre los límites de la libertad de expresión se ha abierto. Dos titiriteros fueron detenidos el viernes pasado, en pleno carnaval, durante una función en Madrid. Se les acusó de enaltecimiento del terrorismo, fueron conducidos en la Audiencia Nacional y el juez Ismael Moreno los metió en prisión provisional. Los títeres fueron requisados. Los titiriteros han pasado cinco días en la prisión. Hoy se ha decretado su salida de la prisión después de que la Fiscalía lo pidiera, alegando que no hay riesgo de fuga. No obstante, a petición de la Fiscalía se les mantiene la imputación, se les han retirado los pasaportes y se han suspendido las funciones previstas de su compañía. Los acusados podrían recibir una condena de hasta tres años de prisión.

Una obra anarquista

Alfonso Lázaro y Raúl García (llamado también Raúl Griot) pertenecen en el grupo Títeres desde Abajo. El viernes representaban la obra La bruja y don Cristóbal. A cada cerdo le llega su San Martín en el carnaval del barrio de Tetuán, en Madrid. Se trata de una obra que quiere dar la vuelta a las historias tradicionales de los "títeres de cachiporra": aquí la protagonista buena es la bruja, y don Cristóbal, el típico personaje del guiñol español, hace de malo: de banquero, de policía, de juez, de monja y de abusador sexual. La bruja se enfrentará a don Cristóbal, pero será violada por él, cuando hace de propietario. En cambio, en otros actos la bruja triunfa y consigue colgar al juez y apuñalar a la monja con un crucifijo. Pero los malos tienden una trampa a la bruja y la quieren condenar por conexiones con el terrorismo; por eso, cuando está inconsciente, le ponen una pancarta que dice "Gora ALKA - ETA". Ningún personaje, en la obra, muestra simpatía por ninguna organización terrorista.

El error del Ayuntamiento

El grupo Títeres desde Abajo anunciaba La bruja y don Cristóbal como una obra para adultos. Pero el Ayuntamiento no la había anunciado como tal y en el recinto donde se representaba había muchos niños. En el momento del inicio de la función, los artistas anunciaron a los presentes que no era una obra para público infantil, pero muchos niños se quedaron. Durante la actuación algunos padres presentes se escandalizaron por el contenido de la obra, y avisaron a la policía, que intervino y detuvo a los titiriteros. De inmediato usaron la pancarta que aparece en la obra para acusarlos de apología del terrorismo.

Sorpresa

La detención de los dos artistas en plena actuación ha generado estupefacción. En primer lugar, porque se les haya acusado de enaltecimiento del terrorismo por incluir escenas de violencia que son muy comunes en el cine, en la televisión y en los juegos de ordenador. Ha sorprendido también mucho que a los titiriteros se los haya dejado en prisión preventiva, cuando en principio esta medida tendría que aplicarse sólo en casos muy graves. Se sospecha que el juez de la Audiencia Nacional ha querido castigar a los artistas antes incluso de dictar sentencia. El escrito de imputación del juez hasta resalta que entre los efectos intervenidos a los detenidos constaba un libreto en que figura la portada de la obra Contra la democracia de los Grupos Anarquistas Coordinados. El juez alega que este último libro también se había localizado en el domicilio de otros detenidos por atentados terroristas. Pero Contra la democracia se puede encontrar fácilmente por internet, y el libro está muy lejos de ser un manual de terrorismo: hace una crítica al capitalismo, pero acaba con un llamamiento a mantener una relación respetuosa con los otros y con el medio.

Reacciones tibias y aplausos

La primera reacción del Ayuntamiento de Madrid no fue la defensa de los titiriteros, sino que se desmarcó de ellos, alegando que los artistas eran responsables de "acciones ofensivas, completamente fuera de lugar en cualquier contexto y totalmente irrespetuosas con los valores de convivencia, respeto y diversidad propuestos por el Ayuntamiento de Madrid". Enseguida se cesó al cargo municipal responsable de la programación del espectáculo. Sin embargo, la alcaldesa Manuela Carmena protestó porque consideró las medidas judiciales excesivas.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha mostrado su apoyo a la decisión del juez. Albert Ribera, de Ciudadanos, se le ha sumado, afirmando que "La apología del terrorismo, y además con menores, es muy grave".

Condenas sin paliativos

Quien ha reaccionado con más contundencia a las detenciones ha sido la CNT, organización en la que pertenece Lázaro. La CNT incluso convocó una concentración para pedir la libertad de los acusados. La CGT de inmediato se sumó a las denuncias de la CNT. Pero han sido pocos los dirigentes políticos que han osado mostrar su apoyo incondicional a los detenidos. Pablo Iglesias, el líder de Podemos, reaccionó sin matices, afirmando:

"Que en un país democrático alguien pueda estar en la prisiónpor una obra de teatro a mí me parece un despropósito. Me parece muy grave. Es como meter en la prisión a Dario Fo"

Ada Colau también afirmó enseguida: "La sátira no es un delito. En una democracia sana, en un estado de derecho, hay que proteger la libertad de expresión. Incluso la que nos molesta".

El PEN Catalán con los titiriteros

El PEN Catalán ha expresado su condena sin paliativos a estos encarcelamientos

 

El arte necesita libertad, para serlo. Si los creadores no se sienten con la posibilidad de decir y hacer aquello que consideran adecuado, es toda la sociedad la que pierde

El comunicado del PEN, encabezado por el símbolo de "libertad de expresión" utilizado durante la transición, se cierra pidiendo "que no se malbarate el derecho a la libertad de expresión bajo ningún concepto".

 

También algunos personajes e instituciones del mundo del espectáculo, se han solidarizado con los actores. El cantante Fermín Muguruza ha afirmado "Nosotros también somos titiriteros". Frente a la tibieza de las instituciones, en las redes sociales habido una campaña de apoyo a los presos, aunque también ha habido reacciones viscerales en su contra. Y hoy, a las 19h30, se ha convocado una manifestación a la plaza Sant Jaume en defensa de los detenidos,

La batalla de Madrid llega al teatro

"Títeres proetarras en el Carnaval de Carmena", titulaba el diario La Razón. Federico Jiménez Losantos, en esRadio condenaba a los "titiriteros de Carmena" y hablaba de la "obra proetarra", alegando que "todos éstos son amigos de ETA". Parece claro que desde algunos sectores ultraconservadores se está utilizando el caso de estos titiriteros para atacar al Ayuntamiento de Madrid y al conjunto de Podemos. Se ha acusado a los titiriteros de estar "muy vinculados" a Ahora Madrid y se ha ligado el problema de los títeres con el rechazo de ciertos sectores madrileños a la cabalgata de Reyes organizada por el Ayuntamiento.

El reino de aquello políticamente correcto

El debate sobre la apología del terrorismo, en este caso, se mezcla con el debate sobre aquello políticamente correcto y sobre los límites de la libertad de expresión. Y también se relaciona con un debate delicado sobre la infancia y sobre su implicación o no en el mundo político.

Los abogados de Lázaro y García no dudan al hacer paralelismos entre sus defendidos y las víctimas del atentado de Charlie Hebdo y denuncian la hipocresía de las instituciones, que se identifican con los humoristas franceses y encarcelan a los españoles.

De ETA al 11-S

El delito de enaltecimiento del terrorismo tuvo plena vigencia en España durante los años de actuación de ETA. Con esta figura legal se quería combatir a los grupos de apoyo a los etarras y se pretendía evitar la intimidación de las víctimas. La norma fue aprobada en 1995 como una legislación de excepción, que en aquellos tiempos ya abrió debates sobre su legitimidad. Los atentados del 11-S revitalizaron el miedo al terrorismo y difundieron por todo el mundo medidas legales contra el enaltecimiento del terrorismo, que a veces entran en contradicción con la libertad de expresión. En España el fin de las acciones armadas de ETA no ha provocado un alivio del marco legal; por el contrario, la Ley 2/2015 ha endurecido la legislación antiterrorista, en sintonía con los acuerdos internacionales de lucha contra el terrorismo yihadista. El juicio al rapero Pedro Hasel y a la twietera Loba Roja ya generaron muchas preguntas sobre el delito de enaltecimiento del terrorismo. Pero las autoridades españolas parecen decididas a no suavizar el marco legal.

Un juez poco ejemplar

El juez Ismael Moreno Chamarro entró en la policía en 1974, durante el franquismo. Llevó como inspector un caso polémico, en el que un deficiente fue acusado y condenado por un asesinato frustrado. La prueba básica fue una declaración realizada de forma irregular ante Moreno que más tarde fue anulada por el Supremo, aunque Moreno no llegó a ser sancionado. En 1983 se pasó a la judicatura, y en 1988 entró en la Audiencia Nacional, junto con Baltasar Garzón. En esta institución en 1991 dejó en libertad al espía Francisco Paesa, cómplice del grupo terrorista GAL, sin ni siquiera hacerlo comparecer ante el juez que lo reclamaba, Garzón.

Contra l'ANC, la independencia y el Parlamento

Hace pocos días, el mismo Moreno solicitó a la Policía Nacional, a la Guardia Civil y a los Mossos que investigaran a la Asamblea Nacional Catalana (ANC), a la Asociación de Municipios para la Independencia (AMI) y a la Asociación Catalana de Municipios (ACM). Las acusa de "sedición" y "rebelión" por impulsar mociones de apoyo a la declaración del Parlamento en favor de la independencia. Es el primer juez que toma medidas en este sentido: muchos de sus compañeros han desestimado demandas similares.

Debate pendiente: ¿jueces franquistas?

La sentencia del juez Moreno impone un replanteamiento sobre el papel de la justicia en la sociedad española y sobre la falta de una limpieza general del aparato judicial después del franquismo. Ya hace tiempo que se discute la pervivencia del franquismo en la judicatura y la utilización del poder judicial por parte de los sectores más reaccionarios de la sociedad. Algunos miembros de la cúpula judicial, podrían haberse beneficiado de su connivencia con la dictadura. Todavía se estaría pagando el precio de la transición.

 

Foto: Imagen de un espectáculo de Títeres desde abajo.