Cuando publiqué el artículo sobre la serie Els Durrell recibí una sugerencia de algunos amigos y lectores. "Mira Todas las criaturas grandes y pequeñas" me decían, "no te arrepentirás". Y la verdad es que, una vez despedidos de la familia británica más excéntrica de la historia de la literatura inglesa, se puede alargar el máximo posible el buen sabor de boca con la serie basada en los libros de James Herriot, editados en catalán por Viena.
Las semejanzas entre una y otra serie, disponibles a Filmin, son evidentes: las dos se basan en obras clásicas, muy conocidas en el mundo anglófono, adaptadas con un sólido y eficaz grupo de actores encabezado por Nicholas Ralph que enseguida acaban formando parte de la familia, y una factura excelente.
Además, las dos son historias amables de personajes perfectamente imperfectas, ambientadas a los años 30, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, y llenas de animales, que os harán olvidar thrillers sanguinarios, distopías alucinantes y culebrones adolescentes, para inyectaros una buena dosifique de buen humor, esperanza en la bondad humana y olvido de preocupaciones. Además, tanto Los Durrell com Todas las criaturas grandes y pequeñas, usan un tipo de careta en dibujos animados muy similares, que os hará parecer que habéis pasado de una en la otra sin ni daros cuenta de ello. Sumad, además, que encontraréis de nuevo al actor Callum Woodhouse, que daba vida a Leslie, el hermano amante de las armas en Los Durrell, para que la transición entre una y otra sea aún más placentera.
Historias muy humanas con protagonistas muy animales
La principal diferencia entre Los Durell y Todas las criaturas grandes y pequeñas es que si una se ambientaba a la isla griega de Corfú, la segunda lo hace en los verdísimos campos del norte de Inglaterra. De todas maneras, si viendo la serie basada en los libros del más pequeño de los Durell, Gerald, os entraban ganas de buscar vuelos y hoteles en Corfú, esta producción británica os hará arrepentiros de no haber estudiado veterinaria. O quien|quién sabe si, en caso de que estemos a tiempo, suscitará vocaciones de menescal cómo dice que produjeron los libros de Herriot –nombre de pluma del doctor J. Alfred Wight- a su tiempo.
El planteamiento de Todas las criaturas grandes y pequeñas –adaptada en el cine el año 1975 y convertida en serie a finales de los setenta por la BBC– es sencillo: En 1937, un joven veterinario escocés llamado James Herriot (Ralph) se traslada en Darrowby, un pueblecito de Yorkshire, como ayudante del excéntrico pero noble veterinario de esta zona rural, el doctor Siegfried Farnon (Samuel West), que tiene su consulta en Skaldale House. A pesar de las dificultades iniciales, el veterinario novato acabará ganándose la confianza de su superior, un viudo veterano de la Primera Guerra Mundial, más ladrador que mordedor, con la complicidad de la señora Hall (Anna Madeley), la ama de llaves, y Tristan (Woodhouse), el hermano juerguista del Dr. Farnon.
Mientras demuestra su pericia y buen corazón a los campesinos y vilatants dedicándose a poner la mano y el brazo en todos los orificios posibles de las vacas raza short-horn de los Yorkshire Dales, Herriot se enamora de Helen Anderson (Rachel Shenton), una joven ganadera prometida con un rico propietario de la región. Entre establos y corrales descubrirá que, como dice su mentor, el Dr. Farnon, tratar con animales es fácil, pero con las personas es mucho más complicado.
El único problema de esta serie, que sin complejos juega con la nostalgia de una Inglaterra rural plácidamente casera y sin muchos conflictos la vista, donde la socarronería y el desayuno calórico son tan presentes como el vicio de apostar y el peor peligro es embriagarse en la feria de ganado, es que se hace corta. Sólo son 6 episodios de la primera temporada y uno especial de Navidad. De todos modos, Channel 5 está rodando la segunda parte, donde|dónde no estará la actriz Diana Rigg (la señora Pumphrey, propietaria del pekinés con sobrepeso), muerto el año pasado.