Quien me conozca sabe que me hice periodista por una entrevista donde no había ningún periodista charlando. Era una charla, pitillo en mano, en una terraza, entre Andreu Buenafuente y Pepe Rubianes. Allí se hablaba de todo. De lo que es divino y del más mundano. Había risas, pero también admiración. Dos básicos de la carrera del veterano humorista de Reus.
El patrón lo ha mantenido durante muchísimos años, ejerciendo un estilo de más crápula a más sobrio en tantos y tantos lates. Buenafuente es la comunión idónea entre Jimmy Fallon y David Letterman. Y su Leit motiv (2016-2021, Movistar+) dejó huérfana la entrevista televisiva de calidad, sin morder, pero de calidad, a grandes personalidades. Este vacío ya se ha llenado gracias a uno de sus (muchísimos) discípulos, David Broncano y La revuelta, que estos primeros días ha demostrado que hay vida más allá de hormigas e imitaciones, El Hormiguero y el nuevo show (ya cancelado) de Carlos Latre.
Después de haber entrevistado lo mejor en nuestro país de cada ámbito, Buenafuente ha decidido buscar la historia y no la marca. El protagonista y no la promoción
Con esta franja resuelta, Buenafuente ha podido volver a lo que es importante para él: se ha acabado competir para ser joven, descarado o moderno. Risa y admiración. Después de haber entrevistado lo mejor en nuestro país de cada ámbito, ha decidido buscar la historia y no la marca. El protagonista y no la promoción. Vosaltres mateixos es un programa de anónimos con alguna cosa por explicar. Y estrena segunda temporada.
Dignificando al espectador
A diferencia de otras apuestas de TV3 para exponer al espectador, en este caso lo dignifica. No estamos ante El foraster, la mueca de la audiencia, la exotización más furibunda del otro. No es tampoco el tono amuermado, la voz de los objetos, de Una altra història de Albert Om. Buenafuente busca la carcajada sin perder la admiración. Y eso lo puede hacer porque es un líder de la improvisación, como demuestra cada semana el consagradísimo Nadie sabe nada con Berto Romero. Pero también porque ama la tele y quien la mira.
Buenafuente busca la carcajada sin perder la admiración. Y eso lo puede hacer porque es un líder de la improvisación, pero también porque ama la tele y quien la mira
El programa sigue la rutina habitual: un monólogo muy gestualizado, bastante puñetero, eso sí, y algún medio sketch normalito (este lunes, L'especialista, el pollo cantante con el piano de Laura Andrés, un recurso extraño, ciertamente, y una retransmisión de roller derby en Reus). Y después, lo que es importante, la charla. En el segundo capítulo, por ejemplo, con los ganadores hace más de dos décadas de un Ford K defectuoso, en su programa de entonces, y con el pequeño-gran Pau Brunet (250.000 seguidores en Instagram), que convive con el espectro autista y difunde con pelos y señales. Un niño ultra informado, comunicativo y que dejó acojonado a Buenafuente, ligeramente inclinado hacia delante y con gesto cómplice (sin cigarrillo, claro está); mucho carisma, el joven. En fin, personas que, cada uno sus cosas, como la Iaia Angeleta del capítulo uno, influencer a los 93. Sea como sea, formato necesario en la tele pública.
Todo el mundo tiene una charla y Buenafuente las gestiona con sonrisas y respeto, como ningún otro
Quien me conozca sabe que no cuadran las fechas: no quise ser periodista el año 2014 por aquel tête à tête entre amigos. Ya lo era en aquella época. La charla me hizo renovar los votos con la profesión. He mentido, pero da igual, si yo no soy nadie, sin embargo, como todos, bien merezco una entrevista con Buenafuente. Aunque me la pase diciendo trolas. Todo el mundo tiene una charla y Buenafuente las gestiona con sonrisas y respeto, como ningún otro.