Toni Cruanyes i Plana (Canet de Mar, 1974) acaba de ganar el Premi Josep Pla por 'La Vall de la llum' (Destino, 2022), una novela en la que explica la vida de su abuelo, Antoni Cruanyes i Becana, que murió en abril del 2022 durante la primera ola de la pandemia.
Mediante la documentación que encontró en su casa, fotografías, escritos, documentos oficiales, y a partir de la memoria y de los recuerdos de los que todavía están vivos, Cruanyes ha construido un relato donde retrata a toda una generación que vivió a principios del siglo XX. Es un homenaje a aquellos que sobrevivieron la guerra y la posguerra y ahora han tenido que hacer frente a la pandemia solos en las residencias geriátricas.
Este, pero, no es su primer libro publicado. El periodista, que ha sido corresponsal en Londres, París, y enviado especial en Washington, La Habana, Buenos Aires y Bruselas, ya había hecho una incursión en el mundo de la literatura con ensayos de política internacional y catalana con Un dels nostres (2019), o Un antídot contra l'extrema dreta (Premi Joan Fuster de ensayo 2012), entre otros. Actualmente, lo podemos ver presentando el Telenotícies Vespre de TV3, del que también es editor, desde 2014.
Hasta el momento habías escrito libros de ensayo y de análisis político, y ahora te has atrevido con una novela. ¿Te has sentido cómodo?
La verdad es que, inicialmente, me costó un poco. Pensaba que haría una crónica de la época de la covid, pero a la vez quería explicar la vida de mi abuelo. Poco a poco, y a medida que fui descubriendo historias de su vida, me ha cautivado más, y, sin quererlo, he acabado escribiendo una novela de no-ficción, porque lo que explico en el libro es real.
¿'La vall de la llum' es un homenaje a tu abuelo?
Sí, pero también es un homenaje a toda esta generación que ha vivido la Guerra Civil Española, y ha tenido que hacer frente a la pandemia desde las residencias geriátricas. Por eso hablo de mi abuelo en tercera persona, e incluso sin identificar su nombre, con una V.
¿Y por qué lo haces?
Pues es parte del misterio del libro y de la historia que narro, que no revelaremos, pero sobre todo decidí no identificarlo directamente con su nombre para que todo el mundo pueda poner el nombre de sus abuelos y abuelas. Al fin y al cabo, es un abuelo compartido, sus vivencias también las han vivido toda una generación. Muchas escenas descritas de la escuela, la época del hambre, el inicio de la guerra y la posguerra, las ilusionas del boom turístico y la bonanza económica de los 60, 70 y 80 las vivieron media Catalunya.
¿Te has emocionado escribiendo el libro?
Sí, ha habido momentos de mucha emoción. Yo estaba acostumbrado a escribir cosas más racionales. Desde mi vertiente de presentador del TN, me había acostumbrado a ser frío para hacer frente a noticias que a menudo son dramáticas, pero en este caso, como me tocaba más de cerca, me he emocionado. Algunas historias, a la hora de escribirlas, me han tocado más el corazón que la razón.
¿Crees que tu abuelo se sentiría orgulloso si lo leyera?
Yo pienso que estaría contento. De hecho, hay una escena, hacia el final del libro, que quiere confrontarme, e intento explicárselo. Seguramente él lo habría hecho diferente.
¿Entiendes las decisiones que tomó tu abuelo?
Cuando era un niño adolescente, todo se le perdona, en época de guerra, de posguerra, cuando tenían tanta hambre... además, él aparece como un chico inquieto, de buena fe, con ganas de saber cosas.
¿Y posteriormente?
Entiendo que todas las experiencias de la guerra y la posguerra lo ayudan a tomar las decisiones políticas de aquella época. Cuando se convierte en protagonista de la transición, sí que podríamos preguntarle si hizo bien las cosas.
¿Has conocido aspectos de tu abuelo que desconocías?
Sí, he encontrado a una persona mucho más profunda, con más contradicciones internas, más tridimensional.
¿Qué relación teníais?
Como muchos hombres de su época, tenía la creencia que eran las mujeres las que se tenían que hacer cargo de las criaturas. A él le molestaban, tenía poca paciencia, no era de jugar con nosotros, era un abuelo un poco arisco. Eso sí, trataba muy bien a mi abuela, pero era un hombre muy recto.
¿Y más adelante?
Durante la adolescencia descubrimos un punto en común: la actualidad y los libros, y hasta los últimos días de su vida nos sirvió para romper el hielo. De hecho, veíamos las cosas desde puntos de vista diferentes, pero ahora pienso que en muchos aspectos he acabado heredando su visión de la vida, de la familia, del país, de la política...
Él ha podido vivir tus éxitos, tanto en el ámbito laboral como en el personal.
Sí, creo que estaba muy orgulloso y satisfecho con mi trabajo, y contento de mi hijo Elies (Joana todavía no había nacido), y de que tuviese marido, que es algo que le hubiera podido costar, pero lo digirió bien.
En el libro aparecen muchos temas tabú. Entre ellos el de la homosexualidad.
Sí, uno de los personajes es gay, el primo de mi abuelo, con el que tenía muy buena relación, eran como hermanos. Si hace veinticinco años la homosexualidad no estaba aceptada, imagínate en aquella época en que tuvo que hacer el servicio militar, vivir la posguerra..., una historia muy dura. Para mi abuelo fue un choque.
También aparece un personaje travesti muy popular de Canet de Mar.
Sí, el personaje Pepeta Pons. Es una historia tierna, era una persona muy amada, por lo que me explicaron, y muy trabajador. Vivió en Canet en los años veinte. Durante la República o los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera había habido una cierta apertura, después, durante el franquismo, se hizo marcha atrás, sobre todo en términos de moral, religión y sexualidad.
'La Vall de la llum' es el nombre que le has decidido poner a Canet. ¿Qué relación tienes ahora con el pueblo?
Vivo en Barcelona, pero tengo toda la familia en Canet de Mar. Los fines de semana y los veranos siempre voy, es mi origen y me siento muy bien, me gustaría pasar más tiempo con mis hijos, allí.
¿Cómo se ha tomado la familia el libro?
Están muy contentos, les ha gustado mucho. Han colaborado, me han dado el visto bueno. De hecho, hemos tenido debates familiares de qué le habría gustado más y menos. Es un homenaje muy bonito a mi abuelo.
Al principio del libro, cuando tu padre te llama para explicarte que tu abuelo se está muriendo en la residencia, le pides permiso a tu jefe para ir y despedirte, y te dice que vaya tu marido.
Tienes que ponerte en el contexto de entonces. Estábamos confinados, no podíamos salir del municipio, las residencias estaban cerradas y yo soy un personaje público. La ruptura del confinamiento era una cosa que se podía considerar grave, y mi jefe me aconsejó que no fuera, pero fui igualmente, me parecía un momento importante de mi vida, quería despedirme de mi abuelo.
¿Lo volverías a hacer?
Sí, no me arrepiento de lo que hice. Por suerte no tuvo más consecuencias, no hubo más contagios, no me multaron, ni me vio nadie. No lo había explicado hasta ahora.
¿Qué te dijeron las cuidadoras de la residencia geriátrica?
Cuando me reconocieron, me pidieron que explicásemos bien la realidad de lo que estaban viviendo.
¿Crees que lo hicisteis bien desde el TN?
Fuimos muy responsables y conscientes a la hora de explicar lo que pasaba. Personalmente, participé en debates internos para saber cómo informar de las muertes y de los avances tecnológicos, para no dar falsas esperanzas de cómo se podía paliar la expansión del covid. Eso sí, pecamos de timidez a la hora de denunciar lo que estaba pasando. Hicimos caso a las autoridades sanitarias (que no políticas). Inicialmente, se apostó por no escandalizar y no generar más alarma, más caos... y visto en perspectiva, tendríamos que haber actuado más deprisa.
¿Se hace lo suficiente para preservar la memoria histórica?
Son bastantes los esfuerzos que se están haciendo los últimos años. Antes, se silenciaban las historias que tenían que ver con la guerra, la posguerra, sobre todo las del lado de los perdedores, pero en general, de toda la población que vivió de primera mano situaciones de necesidad, de hambre, las situaciones que se vivían en los pueblos relacionadas con el rencor... creo que es bueno que se airee, que salga...
Con este libro has ganado el premio Josep Pla y me he fijado en que te pusiste el seudónimo de Maria Becana.
Es el nombre de mi bisabuela, quería homenajearla. Es un personaje secundario y se merecería más atención. Era una mujer fuerte, que sacó adelante una casa y la familia durante la guerra y posguerra, en los momentos decisivos estaba a la altura. Me gustaría escribir su historia, pero no tengo tanta información para hacer un libro con tanto detalle como el de mi abuelo.
¿Tienes proyectos pendientes?
Esta ha sido mi incursión en la literatura, pero lo que se me da bien son los informativos, y he prometido a mi familia dedicarle el tiempo que les he robado.