A pesar de su larga influencia en el mundo médico, político o artístico, el médico Francesc Tosquelles Llauradó (Reus, 1912 - Granjas-de Òlt, 1994) todavía es un genio desconocido en nuestro país. Su nombre circula como un secreto compartido entre algunos iniciados, que se han aproximado a él especialmente des de la vertiente artística. Ahora, gracias al volumen Tosquelles. Curar les institucions, de Joana Masó (Barcelona, 1978), muchos lectores descubrirán que este psiquiatra reusense fue uno de los protagonistas del cambio del tratamiento de las enfermedades mentales durante el siglo XX. También, seguramente, descubrirán una historia oculta de la psiquiatra en nuestro país, interrumpida y escamoteada por la Guerra Civil y el franquismo. El volumen, editado por Arcadia, recoge la investigación de la autora en torno al influyente –especialmente en Francia– médico catalán, con textos, entrevistas y un montón de imágenes, desarrollada gracias al apoyo de la Fundación Mir-Puig.
Del Pere Mata en la Pequeña Viena
Tosquelles sintió desde bien a cerca de la influencia del Instituto Pere Mata de su localidad natal, un proyecto innovador para la época, impulsado por el Dr. Emili Briansó y formado por pabellons edificados por Lluís Domènech i Muntaner. Su tío, el médico y filántropo Francesc Llauradó, había traducido y estudiado La interpretación de los sueños de Sigmund Freud y él mismo se decantó pronto por la psiquiatría. Desde bien jovencito colaboró con Pere Mata, mientras en Barcelona tiene la oportunidad de recibir el magisterio de psiquiatras judíos centroeuropeos exiliados en Barcelona, que en aquella época se llega a llamar "La Petita Viena". Mientras Tosquelles da conferencias sobre Freud y Marx en el Ateneo Enciclopedia Popular, se psicoanaliza con el doctor Sándor Eiminder en el Ateneu Barcelonès, donde también aprovecha para descubrir las novedades bibliográficas de su biblioteca.
Licenciado en medicina, Tosquelles se convierte en discípulo de Emili Mira, el primer catedrático de la Psiquiatría de una Universidad española, en Barcelona, que lo introduce en la lectura de Jacques Lacan, y colabora en la Escuela de Trabajo –incluso ejerce la selección de personal para la compañía de autobuses– y entra a trabajar formalmente a Pere Mata, donde enseguida participa activamente en la vida de la institución. Incluso hace de actor en una representación de La fierecilla domada de William Shakespeare, junto con médicos, administrativos, cuidadores, enfermos y las mismas hijas del fundador del Instituto.
La experiencia capital de las guerras
La República, con la tarea de la Generalitat, no sólo comporta cambios en la organización sanitaria que la Mancomunidad había intentado impulsar una década antes, sino que intensifica su militancia política. Catalanista de piedra picada, de izquierdas por tradición familiar y marxista no estalinista, Tosquelles se encuentra a la órbita del Bloque Obrero y Campesino y milita en el POUM. Con el estallido de la guerra, el joven doctor experimenta en psicoterapia infantil y juvenil en unas masías requisadas en los alrededores de Reus, antes de movilizado como oficial médico. Paradójicamente, la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial serán la oportunidad de poner en práctica alguna de sus ideas renovadoras. Para Tosquelles, refractario en el ejercicio privado del psicoanálisis, eran las instituciones mismas las que se tenían que curar. Fueran cuáles fueran estas. En este sentido, a pesar de los pocos efectivos humanos y materiales, apuesta por el tratamiento de los soldados con afecciones psiquiátricas en hospitales de campaña y contrató exprostitutas como enfermeras. El mismo Tosquelles defendía las posibilidades que daban situaciones como aquella para la experimentación.
El exilio no fue un obstáculo para seguir poniendo en práctica sus ideas. Tanto en el campo de concentración de Setfonts, donde se ocupa de una unidad psiquiátrica, como el hospital de Saint-Alban, a la Losera, donde empezará a trabajar gracias al reconocimiento que tiene en Francia. En un momento de guerra y ocupación en que en Francia murieron 40.000 enfermos psiquiátricos en lo que se ha denominado "el exterminio dulce", en Saint-Alban no murió nadie. Los internados hacían objetos de artesanía que salían para ir a trabajar en el campo –y a la vez, llevar provisiones para el resto de compañeros– saliente de una clínica que derribaba el muro y se organizaba de manera asamblearia. La experiencia cooperativista, autogestionaria y antidogmática de Tosquelles, se aplicaba en lo que el médico creía que tenía que ser "una escuela de libertad".
Artistas y discípulos
En Saint Alban no sólo fueron a parar enfermos mentales, sino que también acudieron artistas y poetas como Paul Éluard o Tristan Tzara o Antonin Artaud. El teórico del arte sucio Jean Dubuffet encontró en los creaciones de uno de los residentes en Saint -Alban, Auguste Forestier, uno de los genios de este particular tipo de arte creado por no profesionales fuera de los circuitos artísticos. El mismo Tosquelles impulsa la redacción de un diario, un club por|para la celebración de actividades culturales y recreativas –con fiestas y todo– y sesiones de cine con un buen nivel cinéfilo, donde acuden y participan internos, personal y vecinos del pueblo. No tenía una buena opinión de los médicos, y a menudo apostaba por cuidadores y personal que no proviniera de la especialidad. En cambio, se preocupó de formar y mantuvo muy buen entendimiento con el personal religioso del establecimiento.
Tosquelles no sólo ocurre un referente de la psiquiatría más renovadora de Francia, junto con nombres como Jean Oury, Félix Guattari o Lucien Bonnafé, sino que a partir de los años cincuenta tendrá como médico residente un joven antillano llamado Frantz Fanon, que había escrito Piel negra, máscaras blancas, un libro donde analizaba el colonialismo desde el punto de vista psicológico, asociándolo a ciertas neurosis modernas, tanto de los colonizados como de los colonizadores. Fanon recibió el magisterio médico pero también político de Tosquelles, defensor de la identidad, la lengua y la cultura de las naciones minorizadas como Catalunya, que por ejemplo recordaba cómo hablaba el castellano, la lengua del opresor, de una manera deformada. La experiencia de Saint-Alban sería decisiva para Fanon, que se implicaría en la lucha independentista de Argelia y publicaría a Los condenados de la tierra, antes de morir el año 1961, uno de los textos más influyentes del pensamiento anticolonial, editado recientemente en catalán por Tigre de Paper i Pol·len Edicions
Retorno a Reus
El año 1958, Francesc Tosquelles vuelve a Catalunya después de casi veinte años de exilio. Lo hace para participar al IV Congreso Internacional de Psiquiatría, uno muestra una película filmada a Saint-Alban. Al mismo congreso, Lacan da la primera conferencia en el estado español. Sobre Saint-Alban se rodarán varias películas documentales, mientras el prestigio de los planteamientos de Tosquelles no para de crecer. El año 1962 es nombrado director del hospital Timone de Marsella, y cuatro años después participa en la nueva etapa transformadora de su querido Pere Mata de Reus, junto con varios médicos jóvenes provenientes de Zaragoza. El año 68 impulsa las Jornadas de interés psiquiátrico de Pere Mata, que se celebrarán anualmente hasta 1996, participa en el proyecto de sectorialtzación de las comarcas de Tarragona y crea el Club Emili Briansó, en imagen de lo que había creado a Saint-Alban con enfermos, personal y familiares. Durante 25 años en un ir y venir entre Reus y Francia, donde ocupa varios cargos, se implicará en la transformación de un centro que es al origen de su vocación. Pero el vínculo con Reus se extenderá también al análisis poético, con una aproximación a su coterráneo Gabriel Ferrater, con el libro Función poética y psicoterapia. Una lectura de "In memoriam" de Gabriel Ferrater. Hijo predilecto de la capital del Baix Camp, antes de morir recibió la Medalla Presidente Macià.
Estudioso de la tradición de Ramon Llull y Arnau de Vilanova y participante en la Universitat Catalana d'Estiu de Prada, Tosquelles, que presidió los Coloquios de Perpinyà sobre la historia de la psicoanálisis en los Países Catalanes, se quejaba amargamente de que esta había quedado soterrada y saboteada por la historia escrita desde España. No es extraño, pues, que la figura de Tosquelles quedara oculta tanto tiempo. Ahora, este libro valioso nos permite acercarnos a su figura y leerlo, directamente. En este sentido, hay que agradecer la tarea de Masó y Adrià Pujol Cruells por lo que respecta a la traducción de los textos originales del doctor Tosquelles al catalán, que con las numerosas entrevistas –en que se entrevé un personaje sin pelos en la lengua– permiten hacernos una idea de una personalidad tan poliédrica como apasionante.