Sexo, drogas, alcohol, violencia, dinero, amor y catástrofes naturales. ¿Suena estimulante, verdad? Evidentemente que sí, porque todos estos son los fundamentos que han dado cuerda al mundo en el que vivimos desde el inicio de nuestros días. Para hacer un retrato fidedigno de de la realidad que nos rodea, sin embargo, habría que añadir un último elemento en la lista de términos: hijos de puta. El escritor y traductor calafellenc Albert Pijuan (1985) conoce unos cuántos de ellos.

Pijuan es el autor de Tsunami, el libro con lo que ganó el 30o Premio Ciutat de Tarragona de novela Pin i Soler y con lo que nos ha permitido soñar en un universo donde este tipo de personas son ajusticiadas. Por desgracia, se trata de una obra de ficción.

La novela arranca en el año 2004 en Sri Lanka, uno de los puntos del planeta más castigados por el tsunami que sacudió el océano Índico hace dos décadas. Los protagonistas son los tres primos Serrahima, hijos de los hermanos fundadores de un grupo turístico con hoteles por todo el globo. En la isla asiática, los primogénitos adolescentes se comportan como lo que son, unos hijos de papá consentidos, soberbios y malnacidos dispuestos a aprovechar su condición para putear a todo el mundo que se cruce en su camino, posición que no cambia ni siquiera cuándo la ola gigante más devastadora de la historia moderna está a punto de arrasar la costa del país. De hecho, es entonces cuando los tres primos perpetran la cabronada que sirve de hilo conductor de la acción.

Después del tsunami, el escritor nos sitúa en dos escenarios, primero en el 2017, trece años después de la catástrofe, y posteriormente en el 2024. Los protagonistas siguen siendo los mismos, pero esta vez los acompañan unos secundarios upperianos que, mira por dónde, también tienen la escalera de valores atrofiada. Y sin una buena escalera, claro está, es difícil escapar de un tsunami.

La obra de Pijuan pasa de grandilocuencias, no se gusta y tampoco busca la aprobación de los revisores elitistas de la literatura catalana contemporánea. Sin renunciar a su particular estilo –no utiliza puntos–, el escritor elabora una trama pasada de vueltas y ridiculiza a los nuevo.ricos hoteleros sin piedad, hecho que resulta bastante gracioso. Farlopero incompetente, titafloja postizo o redimido espiritual; el escritor demuestra que conoce lo que se cuece en estos terrenos. Cosas que pasan cuando creces en la Costa Daurada, supongo.

El tsunami es el principio y el final de una obra que conjuga rasgos del cine de serie B estadounidense –difícil no pensar en Sé lo que hicisteis el último verano- y descripciones y personajes palahniuknianos; una obra, en definitiva, de una creatividad de magnitud 9,0 en la escala de Richter que sólo podía escribir un chalado. Ojalá tuviéramos muchos más como él.