Edicions 1984 ha vuelto a acertar. Y es que, con la publicación en catalán de la novela Un mal any de John Fante, vuelve a sumar una gran obra a su colección Novetats Mirmanda. Josep Grau Mateu, encargado de traducir al catalán el título original, llamado 1933 was a bad year, ha hecho un trabajo excelente. Como la obra original (publicada póstumamente en 1985), la traducción hace deslizar la historia sobre ruedas sin renunciar a un léxico rico y genuino. Y, todo ello, conservando el realismo que caracteriza a John Fante.
En Un mal any, Fante narra la historia de Dominic Molise, un adolescente italoamericano que se cree destinado a triunfar como jugador de béisbol. Pero su vida en un pequeño pueblo del estado Colorado no parece que lo tenga que encaminar hacia esta dirección. En casa, la Gran Depresión provocada por el crac bursátil de 1929 ha hecho estragos y a duras penas llegan a final de mes. Además, él y sus dos hermanos viven en medio de un ambiente enrarecido por la sospecha de la madre que su marido le es infiel.
Mientras tanto, Dominic que va pasando los cursos escolares sin pena ni gloria, es presionado por su padre para que abandone el instituto y aprenda el oficio de paleta, cosa que no le ilusiona para nada. Pero es la hermana mayor de su mejor amigo, Dorothy, quien más le trastorna. Para seducirla, intenta mostrarse sofisticado y maduro, pero ella no parece atraída por un spaghetti (mote utilizado para llamar a los hijos de inmigrantes italianos). El año 1933, pues, no parece un buen año para el joven Dominic.
Atrapado en el pueblo, lucha por hacer realidad sus dos objetivos: convertirse en un brillante lanzador de los Chicago Cubs y aparejarse con la Dorothy. Conseguirlo pasa por confiar en su brazo izquierdo y marcharse a California para probar de entrar en un equipo profesional. El sueño americano se convierte así en el sueño de Dominic, que hará lo que haga falta para no tener que hacer la misma vida que sus padres.
A medida que pasa el tiempo, marcharse del pueblo parece dejar de ser un sueño para pasar a ser una necesidad. En una sociedad, en la que los sueños aparecen con la misma rapidez con que la dura realidad los desvanece, quizás la mejor salida sea limitarse a soñar. ¿Qué hará Dominic?
Bukowski: "Fante fue para mí como un dios"
John Fante (Denver, 1909-Los Ángeles, 1983) es un escritor maldito. Pasó de la irrelevancia como novelista a tener que reinventarse como guionista para ganarse la vida. No fue hasta que Charles Bukowski lo descubrió que su nombre empezó a sonar entre los grandes.
"Fante fue para mí como un dios", así de contundente es Bukowski en el prólogo de la que probablemente es la obra más conocida de John Fante (1909-1983), Pregúntale al polvo (también publicada por Edicions 1984). Y, en una carta dirigida a Fante del año 1979, Bukowski le vuelve a expresar la admiración que siente por él. "Tus libros me ayudaron, me hicieron creer que es posible escribir y dejar que las emociones salgan a la superficie. Nadie lo ha hecho tan bien como tú. [...] Sin duda eres el número uno".
Desgraciadamente, la fama le empezó a llegar en la parte final de su vida. La diabetes que sufría y la adicción al alcohol se convirtieron en una bomba de relojería que le provocó ceguera y que le amputaran las dos piernas. Un tramo final de vida muy amargo para un genio incomprendido durante demasiado tiempo.
Ahora, Fante es considerado uno de los grandes autores americanos del siglo XX, pero no disfruta de la popularidad de otros autores coetáneos como Ernest Hemingway, Jack Kerouac, John Steinbeck o el mismo Bukowski. Quizás su gracia es esta, la de ser un autor clásicos ocultos. Y, sin duda, Un mal any lo es.
Ciertamente, estamos ante un libro fascinante. Y lo es por una razón: Fante es capaz de exprimir al máximo este realismo sucio que tanto lo caracteriza con pocas palabras. Una capacidad que le permite golpear al lector. Hasta el punto de hacerte oír que podrías protagonizar la historia, que también has tenido un sueño por cumplir y has deseado una Dorothy.
Descubrid Un mal any y enamoraos de John Fante como hizo Bukowski, solo vosotros podéis llevarlo allí donde se merece.