Las mujeres estamos atravesadas por miles de violencias. Algunas se ven a simple vista; otras superan el paso del tiempo, adaptándose a cada momento y lugar, pero siempre perjudicando a las mismas. Una de las razones de ser del festival Dona'm Cine es precisamente reflejar esta dolorosa realidad para poder afrontarla, porque solo lo que se nombra puede combatirse colectivamente. Es un festival internacional de cortos que se celebra bianualmente en formato online y que este año celebra su sexta edición para continuar incidiendo en el cine feminista y la presencia de mujeres en el sector cinematográfico, un mundo que todavía anda demasiado masculinizado. Este miércoles celebra su ceremonia de entrega de premios en los cines Zumzeig de Barcelona, con un total de ocho obras reconocidas en diferentes categorías y venidas de diferentes lugares del mundo.

Y es que Dona’m Cine no es una iniciativa nueva. Lleva 14 años en funcionamiento y nació también con la voluntad de visibilizar y facilitar la construcción de genealogías feministas desde el cine, presentando en pantalla temáticas diversas y asumiendo que en la experiencia vivida de las mujeres confluyen el género, la clase social, la identidad, el sexo, la orientación sexual, la raza, la diversidad funcional y/o intelectual, el origen, la etnia, la edad, la religión, la territorialidad y los contextos políticos. Y ha tenido un impacto considerable: desde 2010, el certamen ha recibido más de 600 cortometrajes.

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Entrega de los premios en la IV edición del Dona'm Cine. / Foto: Cedida

“Conscientes de la interconexión que existe entre la violencia de género, la militarización y los conflictos, queremos poner el foco en perspectivas feministas pacifistas y antimilitaristas. Nos mueve el deseo de promover desde los lenguajes audiovisuales una visión más inclusiva y justa de la paz y la seguridad global, que nos ayude a abordar de manera integral los conflictos armados y sus impactos en las mujeres y en toda la sociedad”, explican desde su página web. Con un gran compromiso por la lucha por la igualdad, el festival es uno de los enclaves seguros para muchas historias de los márgenes que no encuentran cabida en los circuitos tradicionales o mediáticos, y que ofrecen un espacio de sororidad en el que muchas mujeres distintas con realidades diversas pueden compartirse.

"Estos espacios, además de enriquecer lo cultural, funcionan como plataformas de resistencia y empoderamiento para aquellas identidades que encuentran en el cine una forma de expresión y denuncia", argumenta Mar Civetta, miembro del equipo del documental Red Pueblo Alberdi: Todas nuestras voces, premiado con el premio Redes y Comunidades, sobre la importancia de proyectos como Dona'm Cine. "Que haya espacios como estos dan lugar a la perspectiva de géneros, y exhibiendo y premiando, están aportando a ese cambio de subjetividad por el que luchamos, a esa nueva mirada menos sexista y más diversa", subraya Monica Simoncini, que junto a Maria Torrellas, son las directoras de De dónde tanta rebeldía, cinta argentina ganadora del premio Berta Cáceres —galardón dedicado a la feminista hondureña asesinada el 2 de marzo del 2016—, que explica la lucha de la guatemalteca Lolita Chávez contra las empresas multinacionales que socavan el territorio. "Es una puerta abierta a la posibilidad de mostrar historias, testimonios, sueños o denuncias que los grandes festivales suelen omitir deliberadamente", puntualiza Torrellas. 

Es una puerta abierta a la posibilidad de mostrar historias que los grandes festivales suelen omitir deliberadamente

Las ganadoras del Berta Cáceres coinciden en señalar que vivir del cine es complicado, sobre todo en Argentina, donde el gobierno del presidente Javier Milei ha desarrollado políticas de ajuste que han paralizado la actividad cultural. Esto, por ejemplo, ha causado que Simoncini haya tenido que buscar empleo en otro ámbito ajeno al cinematográfico. Por su parte, Torrellas afirma que las documentalistas independientes están obligadas a trabajar en distintas actividades. "No podemos vivir de nuestro cine; en mi caso, las películas que he realizado parten de una concepción militante para dar a conocer aquello que el sistema quiere ocultar". Todo ello, además, amparado por una disparidad evidente que, pese a que se han hecho pasos hacia adelante y se han adoptado medidas de reversión, continúa premiando a los hombres.

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"La paridad de género en el sector cinematográfico en Argentina aún enfrenta grandes desafíos. Según datos oficiales del último informe del Sindicato de la Industria Cinematográfica (SICA), el 62% de los puestos de trabajo en el sector están ocupados por hombres, mientras que solo el 38% corresponde a mujeres. Esta diferencia es llamativa, teniendo en cuenta que las mujeres representan la mayoría de quienes ingresan en carreras audiovisuales en el país", denuncia Civetta. "Sin embargo, el problema no solo radica en el acceso a los puestos de trabajo, sino también en la falta de equidad en roles de liderazgo y dirección; la realidad muestra que son pocas las mujeres que logran ocupar estos roles de cabezas de áreas o dirección en la cinematografía argentina, y ni hablar de otras identidades". 

Además, estas tres cineastas reivindican el cine como motor de cambio y transformación social, también como una herramienta de acompañamiento hacia otras mujeres o personas disidentes. En el caso del documental Red Pueblo Alberdi: Todas nuestras voces, por ejemplo, Mar Civetta reconoce que el proyecto ha tenido un impacto significativo al visibilizar las actividades que realizan estas mujeres y diversidades en sus barrios y al contar sus historias de lucha, todo esto con una identidad local: mujeres, territorios, tonadas y formas de vida que reflejan lo propio y cotidiano de esas comunidades. Para Torrellas y Simoncini, que explican la lucha de la activista Lolita Chávez, el cine manifiesta la lucha por el sentido. "Históricamente, el cine ha acompañado procesos revolucionarios, y nosotras reivindicamos las experiencias que nos precedieron en Latinoamérica", dicen.

Más de 14 años apostando por el cine feminista

El festival está organizado por Entrepueblos, una asociación internacionalista, independiente y feminista que coopera con las comunidades y organizaciones de derechos humanos, ecologistas, indígenas y feministas de América Latina. No es extraño, entonces, que la mayoría de los proyectos lleguen de esa zona, pese a que pueden presentarse cortos de todo el mundo y en cualquier idioma, aunque siempre subtitulados al catalán o al castellano. En la edición de este año, se han presentado un total de 81 cineastas de 13 países diferentes: Cuba, Costa Rica, Argentina, Chile, México, EEUU, Francia, Nicaragua, Colombia, Mali, Venezuela, Ecuador y España. Más de una década combatiendo contra la desigualdad y la discriminación, resistiendo a cualquier embate. 

La paridad de género en el sector cinematográfico en Argentina aún enfrenta grandes desafíos

Hay historias que denuncian la persecución de mujeres y activistas. Otras que ponen el foco en figuras invisibilizadas en sectores ultra masculinizados, como Dolors (España, mención especial de la organización), que rescata la figura Dolors Vives Rodon, una de las mujeres pioneras en pilotar una aeronave en nuestro país. O que reivindican el antirracismo o los espacios transformadores para desafiar las normas patriarcales establecidas, por decir solo algunos. Los cortos ganadores —y los seleccionados, una cuarentena— de esta sexta edición pueden verse en la página web del festival. Esa es la mejor parte del Dona'm Cine: que democratiza todas las realidades y las acerca a la ciudadanía, siempre y cuando sean las mujeres las protagonistas fuera y dentro de la pantalla.