“Hi ha poetes que, quan escriuen, en un lloc deixen cor i rellotge -molesta el seu tic-tac de corcó que rosega la obra fusta humana” ("Hay poetas que, cuando escriben, en un lugar dejan corazón y reloj -molesta su tictac de carcoma que corroe la obra madera humana"). Este fragmento de Coral romput nos da la justa medida del tipo de poeta que no era Vicent Andrés Estellés. Al contrario, Estellés se entregó en cuerpo y alma a una escritura torrencial que abarcó una gran cantidad de temas y desde una pluralidad de formas poéticas acaparadora, pero siempre con una voz inconfundible.

Estellés se entregó en cuerpo y alma a una escritura torrencial que abarcó una gran cantidad de temas y desde una pluralidad de formas poéticas acaparadora, pero siempre con una voz inconfundible

Describiendo la colectividad escribiendo desde aquello personal

Nacido en 1924 en Burjassot (el Horta de Valencia), publicó el primer libro el año 1953: Ciutat a cau d’orella y solo tres libros más en las décadas de los cincuenta y sesenta. No era fácil publicar poesía en catalán en la Valencia de posguerra, pero "Estellés siguió escribiendo y guardando en los cajones de su casa una gran cantidad de poemas que no verían la luz hasta muchos años después", explica Jaume Pérez-Montaner a la antología estellesiana Una tendressa oculta, que ha visto la luz este año (Edicions 3i4). A partir de 1971, la obra de Estellés empezó a salir de la oscuridad. En pocos años publica cinco libros nuevos y se inicia la edición de la obra completa con el primer volumen Recomane tenebres (3i4, 1972) que llegará a los diez volúmenes con Sonata d’Isabel (3i4, 1990). Estellés muere en Valencia el 27 de marzo de 1993. Póstumamente, aparece Mural del País Valencià (Ediciones 3i4), su gran canto whitmaniano a las gentes, a los paisajes y la historia de los valencianos y alguno inédito reencontrado, como L’inventari clement de Gandia (Edicions 96). En los últimos años, además, se ha editado la Obra Completa Revisada (3i4), en un esfuerzo por ordenar un material que, por circunstancias diversas y a menudo adversas se había reunido de manera solo parcial y en un orden azaroso.

Este año se celebra el centenario del poeta de Burjassot, Vicent Andrés Estellés / Foto: Associació Escriptors Llengua Catalana

Estellés escribió una poesía necesaria, en el sentido que no puede escapar de aquello que en alguna ocasión denomina "el vicio de escribir"

Este hombre entregado en cuerpo y alma a su obra escribió una poesía necesaria, en el sentido que no puede escapar de aquello que en alguna ocasión denomina "el vicio de escribir", pero también porque se erige en una voz que, desde aquello personal y concretísimo es capaz de captar los anhelos y los sufrimientos del colectivo. Estellés refleja en obras como Llibre de meravelles, Hotel París o La clau que obri tots els panys la realidad sórdida de la posguerra a manera de crónica o de inventario. No en balde el poeta también era periodista. Los temas son los universales: el amor, el deseo y el sexo, la vida y la muerte, el hecho de escribir, el país, el compromiso cívico con unas ideas. Estellés los trata, sin embargo, mezclados con la vida cotidiana, con la propia vida, y también la de la gente de la calle, las clases subalternas, los perdedores de la guerra. "El teu cant ha de ser com un carrer, ple de gents i de coses", dice en otra ocasión. Llibre de meravelles, de hecho, está lleno de las experiencias vividas por los que perdieron la guerra. La muerte, el hambre, el dolor, el realismo sucio, contrastan con la voluntad de vivir y de amar a pesar de todo, y de hacerlo con todo el cuerpo, sin hacer caso de la moral oficial que "ens omplia d’espases la sintaxi". Amor, vida y muerte son objetos palpables, como una pintada mural, como palabras agarradas "en la bruta paret de l’escaleta / amb una voluntat de viure, de perviure".

Encontrando la alegría de vivir

No es fácil resumir la obra poliédrica de Estellés, pero uno de los rasgos destacables de su tono es que sabe decir con intensidad expresionista el más desesperado dolor (el padre que llora a la hija de tres meses y que sería capaz de matar la Muerte) y al mismo tiempo indicar el camino de la esperanza o, cuando menos, el de salir adelante: "l’esperança rompuda, plantar cara a la vida". Es tal vez eso, y también la capacidad de reflejar los anhelos de un grupo humano determinado, lo que hace que Estellés sea "uno entre tantos", como proclama a sus versos. En El gran foc dels garbons o Pedres de foc, más de cien sonetos blancos reflejan escenas cotidianas en un ambiente a veces muy realista, de otros onírico o casi mágico y mucho a menudo humorístico. La vida de los vivos y los muertos deshilacha con una serie de personajes inolvidables como la cordobesa del Raval, el excepcional y muchos otros. Cada soneto es una pequeña escena cotidiana. Todo forma una especie de retrato coral de una comunidad marcada terriblemente por la muerte, pero que, a pesar de todo, es capaz de encontrar la alegría de vivir.

Todo forma una especie de retrato coral de una comunidad marcada terriblemente por la muerte, pero que, a pesar de todo, es capaz de encontrar la alegría de vivir

El vitalismo de este poeta que parece perseguido por la muerte, tal como dijo Montserrat Roig, es maravilloso. En Horacianes escribió un puñado de poemas delicados y al mismo tiempo socarrones sobre los pequeños placeres de la vida ("és sorprenent el fet d’una cirera"). Pero este libro también es una crónica del odio. Se reflejan los años posteriores a la publicación de Nosaltres els valencians i El País Valenciano de Joan Fuster, cuando el odio antivalencianista se atizó contra aquellos que intentaban articular una cultura en la lengua del país. Estellés lo sufrió. El año 1978, al recibir el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, el director del diario Las Provincias José Ombuena, que ya había orquestado la campaña contra Fuster, despide Estellés. El odio es correspondido con más odio por parte del sujeto poético: "sent arribar la càlida fertilitat de l’odi / com arriba la llum o com arriba l’aigua. / ara visc l’absoluta normalitat de l’odi".

Vicent Andrés Estellés es el poeta más popular del País Valencià, y uno de los grandes poetas catalanes del siglo XX. Sin embargo, el poeta del amor, de la muerte, del sexo, del país y las ganas de vivir ha recibido en su centenario nuevas muestras de odio por parte del gobierno valenciano

Vicent Andrés Estellés es el poeta más popular del País Valencià, y uno de los grandes poetas catalanes del siglo XX. Sin embargo, el poeta del amor, de la muerte, del sexo, del país y las ganas de vivir ha recibido en su centenario nuevas muestras de odio por parte del gobierno valenciano. Por el contrario, otras instituciones (como la ILC o el AVL) y, sobre todo, entidades, universidades, editoriales y muchísima gente, lo han recordado y han leído y divulgadio sus versos. Buena prueba de eso son los centenares de actos que se están celebrando para homenajearlo, aglutinados bajo el Any Estellés de la Institució de les Lletres Catalanes, comisariado por Àngels Gregori, y por la Plataforma Cent d'Estellés. Igualmente, la publicación de la antología mencionada, de libros como Oli calent del gresol de la vida (Saldonar), compilación de los tres libros que publicó en los años cincuenta editados por Josep Ballester, o de estudios como Primera lliçó sobre Vicent Andrés Estellés, de Ferran Carbó y Jordi Oviedo (PAM) o Estellés mirades i records (Institució Alfons el Magnànim), coordinado por Lourdes Toledo, demuestran el interés por la obra de un autor del pueblo y universal, culto y popular, que dejó dicho, con ironía, que escribiría incluso después de muerte: "Si algú vingués preguntant per un llibre / inèdit meu, li direu que s’espere. / Jo l’escriuré des de la meua mort".