Hípster: joven que ya empieza a tener canas y no acepta el paso del tiempo; que empezó vistiendo con una camisa de cuadros de leñador hace una década y ahora lleva camisas tropicales a los conciertos y chaquetas de chándal vintage de Kappa que se ha comprado en una tienda del Born donde le han clavado más de cien euros. También, de forma complementaria y no necesaria, si tienen que llevar gafas, pueden dedicar prácticamente doce meses a encontrar las más exclusivas del mercado, que se piensen que marcan la diferencia y se acaban convirtiendo, las pobres gafas, en su símbolo de identidad facial.
Esta es la especie, tirando de tópicos muy bestias, que te puedes encontrar en el Vida Festival que empezó el jueves de la semana pasada y acabó ayer sábado. Es muy interesante, siempre que vas a un concierto, saber 'el palo que se lleva': cumbas, rastafaris, heavies metal, pijos, etc. En el caso del Vida, sin ningún tipo de duda, son hipsters. La música, en buena parte, también marca cuál será la especie dominante de un festival. Parcels, Balthazar, Mishima, Belle & Sebastian, Ryie, The Parrots o Black Pumas son algunos ejemplos. De todos ellos, me quedo con el carácter relajado que quieren transmitir. El lema sería 'que la vida fluya' y, en algunos casos, el concierto se te hacía más ameno como los grandes Parcels que llevan el flow australiano, sobre todo por toda Europa después de instalarse a vivir en París; o al otro lado, encuentras los Ryie que para poner de fondo en una consulta del dentista o escuchar en casa mientras ordenas los cajones son más aconsejables que escucharlos con una cerveza en la mano.
Guitarricadelafuente se gradúa
Sea como sea, el autor de la programación de este festival cada año se gradúa. Aquí han pasado desde unos clásicos como Madness hasta, este año, escuchar un homenaje a Pau Riba. En el terreno de la programación, también se debe felicitar haber apostado por ritmos que nos acercan más al flamenco o aquellos que tienen raíces con sonidos e instrumentos que nos aportan casa nuestra, una identificación de tú a tú con el artista. Es el caso del gran Guitarricadelafuente. El fenómeno que nació en las redes sociales haciendo versiones de otros y, a sus 24 años, se come cualquier escenario, grande o pequeño, que le pongan por delante. En periodismo, se dice que no todo el mundo que es bueno para los medios, puede serlo por Internet, también a la inversa. Seguramente los canales son tan diferentes que la manera de comunicar resulta esencial. Para un cantante eso es diferente: su defensa no se basa únicamente en su voz o forma de expresar sino en el canto final y este traspasa cualquier plataforma de la cual salga.
Viva el programador del Vida
Con el repaso musical dado, me gustaría añadir un par de cuestiones sobre el ambiente del Festival, qué podemos encontrar y compartir algunas reflexiones con que podéis estar o no de acuerdo. Por una parte, lo que el mismo Vida te da: un entorno incomparable donde la única lástima para los que vivimos en el área metropolitana de Barcelona nos resulta un inconveniente, que se sitúa en Vilanova i la Geltrú. A pesar de las facilidades para llegar en transporte público y coger unos autobuses que ponen en exclusiva para llegar hasta el recinto o poder ir en coche y no tener grandes problemas para aparcar, 'la excursión' hasta allí a nadie le perdonan. A la vez, eso hace que todos aquellos que vamos al Vida Festival es porque realmente tenemos muchas ganas. Y, de rebote, nos aseguramos evitar las aglomeraciones infectas de otros festivales, andar sin ir metiéndose golpes y beber una cerveza sin el peligro de que alguien te tumbe el vaso. Mención especial para la organización que sabe encontrar el punto exacto para que el ambiente y su decoración tengan un sabor exquisito: te sumerges en una especie de bosque, tal como ellos bautizan el espacio en la entrada principal, donde tienes que estar atento a cada rincón porque de allí te puede salir una sorpresa agradable.
No han faltado padres y madres con coches de bebés
En este ambiente, ahora ya fuera de lo que marca la organización, hay hipsters y buenas personas. Volvemos a generalizar, pero es evidente que al Vida raramente te encontrarás alguien con ganas de brega en la cola de la barra o que empuje de forma innecesaria. El público que va al Vida sabe qué quiere. Quizás por eso, por este carácter tranquilo que he reiterado a lo largo de mi escrito, hay un exceso de cochecitos de bebés. Es el único pero que pondría. Cada uno es libre de hacer lo que quiera y yo también de decir la mía. Así pues, es una pregunta que siempre me hago cuando voy a estos lugares y lo veo: qué pinta un niño o niña de meses o poco más de un año hasta las tantas de la madrugada en medio de un concierto donde el olor a porro nadie te la saca, un frío que pela y gritos y música, que, por muchos cascos que lleves en las orejas, cómodo no acaba de ser. Yo creo que cuando una es madre o padre, lo es porque así ha querido y tiene que aceptar el paso del tiempo y que las cosas cambian y que no todo se puede tener. Quizás es una especie de crisis, como aquellos que aseguran que existe la de los 40. ¿Pero las pobres criaturas, qué culpa tienen?