Ruido blanco y aberración cromática de cinta Betamax, y luego la panorámica de un polígono de viviendas, en los márgenes de la ciudad, con grandes bloques de hormigón. De fondo, repiqueteo de palmas y una voz aguda, infantil, interpretando la rumba que suena igual en todas las periferias, de Canyelles a Caño Roto. A continuación, descampados donde pacen las cabras, edificios a medio construir, obras paradas del cinturón de ronda y calles sin asfaltar. Murales del PSUC conviven con pintadas de Los Chichos. Una asociación de vecinos, una bodega, un dispensario, una farmacia… y un centro de servicios sociales por más de 7.000 chavales. Un montón de niños y niñas, la mayoría hijos de andaluces y murcianos, que juegan en las calles, vertederos y campos de fútbol improvisados. Los más pequeños van desnudos; los jóvenes, a falta de nada mejor que hacer, fuman porros y alternan partidas de dómino y de ping-pong. Y dirigiéndose a ellos, una especie de reporteros, con micrófono y cámara de video, demasiado desaliñados para ser de TVE (la única cadena en aquella época) les preguntan por temas como el colegio, el trabajo y el paro, las relaciones con el sexo opuesto, el amor, el ocio, la música, la heroína, la delincuencia, la violencia policial y la cárcel. También sobre el catalán y la flamante autonomía de Cataluña.

Las imágenes descritas podrían pertenecer a una suerte de documental social en video dirigido por José Antonio de la Loma, pero es mucho mejor que eso: Los jóvenes de barrio (Lluïsa Roca i Albert Estival, 1982) fue uno de los últimos trabajos de Servei de Vídeo Comunitari, la cooperativa sucesora del colectivo Vídeo-Nou. En su día, fue solicitado por el Instituto Sociológico de la Universidad de Utrecht y presentado en el Congreso Mundial de Sociología de México, y ahora acumula más de un millón de visualizaciones en YouTube. Sin embargo, si no has estudiado Bellas artes o estás muy puesto en audiovisual social, es muy probable que este grupo de pioneros de la video-agitación no te suene de nada. Por suerte, en un acto de justicia memorialística, la editorial Rayo Verde acaba de publicar Historia no oficial durante la hipotética Transición: el caso Vídeo-Nou / Servei de Vídeo Comunitari (Daniel Gasol, 2024). Un libro, a medio camino entre la sesuda tesis académica y el fanzine anarcopunk, que, a partir del estudio y la recuperación del archivo de este grupo de videógrafos libertarios, cuestiona el relato oficial de aquel periodo —pretendidamente modélico, ejemplar y pacífico— de paso del franquismo a lo que sea que vino después (1975-1983).

La gente preguntaba qué era esto del video, le llamaban vidrio

Montaje del colectivo Vídeo-Nou durante las Jornadas Libertarias del Parque Güell. 1977. / Foto: Centro de Estudios y Documentación. MACBA

Lluïsa Roca, Albert Estival, Carles Ameller, Xefo Guasch, Luisa Ortínez, Guiomar Eguillor, Marga Latorre, Pau Malvido, Joan Úbeda, Josep M. Rocamora, Maite Martínez, Francesc Albiol, Nuria Font, Genís Cano… Desde la fundación de Vídeo-Nou en 1977 y, a partir del 1979-80, por Servei de Vídeo Comunitari, pasaron una larga nómina de personalidades fundamentales para la contracultura de este país, muchas de las cuales, desgraciadamente, ya nos han dejado. “La gente preguntaba qué era esto del video, le llamaban vidrio”, me explica Lluïsa Roca, cofundadora y salvífica del archivo del grupo. “El nombre de Vídeo-Nou viene del juego de palabras entre la novedad de la herramienta y que al inicio éramos 9 personas, pero después fueron entrando colaboradores y colaboradoras y el número se fue ampliando. Descubrimos el potencial del nuevo formato a raíz de unas jornadas en la Fundació Miró, donde conocimos Margarita de d’Amico, una profesora de la Universidad de Venezuela que era amiga de Antoni Muntades. Él le dejó su equipo portátil, un portapack (Sony), que le llamaban, y así hicimos nuestra primera grabación: Gràcia espais verds (1977). A partir de aquí nos fuimos entusiasmando todas (ya en aquel momento había bastantes mujeres), y Xefo, que era una persona muy generosa y hospitalaria, nos dejó un espacio en su casa que se convirtió en el punto de encuentro. Nuestro y de toda una serie de gente, de fuera y de aquí, que íbamos conectando.”

Dicen que en el viejo caserón del Born del arquitecto, promotor, agitador cultural y galerista podías encontrarte desde Almodóvar a Lole y Manuel, los hijos de Robert Graves o a los componentes del Living Theatre de Nueva York. “Nosotros no éramos artistas, ¿eh?”, sigue Roca. “Estábamos más vinculados al mundo social y político. Queríamos reflejar la situación del momento, porque veníamos de una dictadura muy feroz y estábamos todos muy oprimidos y queríamos que la comunidad, la gente, saliera de casa y expresara sus problemáticas. Y después les pasábamos lo que habíamos grabado y montado. Es decir, hacíamos lo que para nosotros entonces era una palabra mágica, tener feedback: ir a la misma plaza, a los bajos de los edificios, a la tele del bar o el lugar donde había pasado alguna historia para que la comunidad se viera, y entonces se volvía a comentar entre las asociaciones de vecinos para movilizarse… Estos fueron los inicios. Y después ya vino el Video-bus con la Lliga de Catalunya.”

Cogen el dinero de la burguesía y la derecha catalana para poder consolidarse y desarrollar su práctica

Video-Bus.1977. Foto: Centro de Estudios y Documentación. MACBA

Un autobús para jaquear a la derecha catalana

Daniel Gasol, artista, investigador y artífice de esta reescritura coral, transversal, en clave libertaria y no oficial del grupo y su contexto histórico-político, toma el relevo: “Yo conocí a Vídeo-Nou y S.V.C en Bellas Artes, donde una profesora nos explicó su origen: A un grupo de personas que habían empezado a hacer trabajos de video social, les contacta la Lliga de Catalunya. La Lliga es una de las muchas organizaciones que surgen durante aquellos años para presentarse a las elecciones, impulsado por un empresario que recupera el partido político de Francesc Cambó, con bases de la burguesía y de la derecha catalana. Y, para modernizar su imagen, crean un video-bus equipado con herramientas de edición de video y dos televisiones para recorrer los pueblos de Catalunya haciendo trabajos audiovisuales con el objetivo de dar publicidad a su partido y conseguir votantes. Pero pronto se dan cuenta de que Vídeo-Nou, el colectivo que han contratado, no están haciendo lo que ellos quieren, sino que están desarrollando un trabajo audiovisual de cariz etnográfico, entrevistando a anarquistas y comunistas, entre otros, por los pueblos y, sobre todo, creando espacios de comunicación entre personas a través de ágoras públicas. Así que les piden que se pongan camisetas, repartan panfletos y realicen videos publicitarios de La Lliga, a lo cual ellos se niegan alegando que esto no formaba parte del contrato. Finalmente les despiden, y Vídeo-Nou contacta con un abogado laboralista que llega a un acuerdo de conciliación con el partido político, que se ve obligado a pagarles una cantidad de dinero. Con esto, Luisa Ortínez y Xefo Guasch viajan a Kassel con el coche de Miralda para comprar un portapack de segunda mano.”

Y sigue: “Aquí es donde verdaderamente el colectivo toma una importancia relevante, porque lo que hace es, de algún modo, jaquear el sistema. Cogen el dinero de la burguesía y la derecha catalana para poder consolidarse y desarrollar su práctica: repensar la historia y la comunicación, el propio término democracia, en unos años de efervescencia en que parecía que otras realidades eran posibles, con luchas como el antimilitarismo, el ecologismo, los feminismos y la cultura LGTB. Pero, finalmente, se consolida el Rey al frente del Estado español y se produce un chasco social, porque la situación acaba en este tipo de escenario distópico o apocalíptico que hemos heredado. Es importante mencionar que hay que revisar todos aquellos años, porque se nos ha presentado una historia muy higiénica, edulcorada y modélica de la Transición que no se corresponde con la realidad: hubo muchísimas manifestaciones, encarcelamientos y muertos.”

Lluïsa Roca entrevista a unos niños mientras Luisa Ortinez graba la escena durante la Lliga de Cataluña. 1977. / Foto: Centro de Estudios y Documentación. MACBA

El desencanto

Vídeo-Nou y, posteriormente, S.V.C. grabaron parodias de telediarios protagonizados por gente del cómic underground como Onliyú y Montesol, huelgas de gasolineras, conflictos vecinales por las obras del metro, manifestaciones de bicicletas, elecciones en el Parlament y los debates de las Jornadas Libertarias que tuvieron lugar en el Saló Diana, entre cientos de cintas que esperan a ser digitalizadas. Parte de su trabajo está disponible al catálogo de Hamaca, y ha servido para tejer la historia de nuestra contracultura a través de documentales seminales como Barcelona era una fiesta (Underground 1970-1983) (Morrosko Vila-San-Juan, 2010) o Morir de día (Laia Manresa y Sergi Dies, 2010). Pero la precariedad, el desencanto generalizado y la creación de TV3, que capitalizó el talento al tiempo que desactivaba el potencial radicalmente crítico de gran parte de esta generación de creadores libertarios, propició el final del colectivo. “La tecnología avanzaba rápidamente y nos teníamos que ir poniendo al día, lo cual requería de una inversión económica cada vez más grande”, dice Lluïsa. “Y no teníamos mucho dinero, vivíamos —no sé cómo, pero vivíamos— del video, de algunas clases y de algunas traducciones para la revista Star (que nos ayudaron mucho), pero fue una época difícil y ponernos al día como cooperativa no era fácil. Aguantamos hasta finales del 82 o principios del 83, cuando la inversión era tan necesaria e importando que la cosa se fue deshinchando. Vimos que no podíamos seguir.”

Consideramos que todo esto es memoria histórica y patrimonio de todos

Cubiertas del libro simulando una cinta de video. / Foto: Rayo Verde.

La tarea de Vídeo-Nou / S.V.C., la de hacer visibles aquellas narrativas que la oficialidad quiso esconder, no está hoy tan reconocida como merecería. O no lo estaba hasta que Daniel Gasol y la apuesta editorial de Rayo Verde han llegado para tratar de ponerle remedio. “No creo que sea por desinterés, creo que ha hecho falta que pasaran muchos años para ver realmente como fueron los inicios”, hace balanza Lluïsa Roca. “La gente cree, quizás, que el video era aquella cámara que teníamos en casa y con que nos hacíamos las películas familiares, etc. Nosotros lo utilizamos de forma diferente y quizás no se ha sabido suficiente. Piensa que yo estas cintas las fui a rescatar a Valencia, con la ayuda de Joan Úbeda y Xefo Guasch, porque, cuando dejamos S.V.C, Pau Maragall (Pau Malvido) se hizo cargo de todo el material, pero al cabo de un tiempo (en el 94) murió y se lo llevó todo un compañero que lo tenía en una caja en la buhardilla, y necesitamos una furgoneta para traerla a Barcelona, pero tampoco sabíamos qué hacer con ello. La Pompeu Fabra nos lo guardó en los bajos de la biblioteca, pero pasaban los años y nadie pagaba para digitalizar el material. Finalmente, en 2007, el MACBA hizo una primera digitalización. Después llegó la segunda y ahora, en este momento, estamos haciendo la catalogación de las últimas 100 cintas. Nos vamos encontrando sorpresas, porque las etiquetas se han caído y ya no podemos visionarlas. Lo donaremos al MACBA y también a Hamaca, para que llegue al máximo de gente. Consideramos que todo esto es memoria histórica y patrimonio de todos.”