Virginia Woolf sigue despertando interés. Ocho décadas después de su muerte, han llegado a las librerías dos ediciones diferentes de sus diarios personales. Y en catalán. Publicadas por Club Editor y Viena Edicions, las dos recopilaciones permiten adentrarse en la intimidad y la vida cotidiana de la escritora británica, una de las voces literarias más importantes de todo el siglo XX. Su relación con la escritura, sus círculos sociales, la vida interior de su particular matrimonio y sus famosas crisis psicológicas desfilan por unas páginas llenas de inteligencia y de valor literario.

Ocho décadas después de su muerte, han llegado a las librerías dos ediciones diferentes en catalán de los diarios personales de Virginia Woolf

La publicación de los diarios en catalán se suma a otras ediciones de sus obras, que han sido reeditadas y vueltas a traducir durante este año. El pistoletazo de salida es que desde marzo se han liberado los derechos de traducción de su obra. Pero las circunstancias materiales favorables también coinciden con un repunte de interés por la autora londinense por parte de las nuevas generaciones. Woolf, convertida en icono feminista gracias a Una habitación propia, sigue conquistando la vigencia literaria a golpe de genio creativo, voluntad de experimentar en sus libros y el deseo de buscar siempre una identidad propia.

Una infancia traumática

Nacida como Virginia Stephen en Londres el 1882, la escritora creció en una familia de eminentes victorianos de clase media acomodada. De pequeña recibió la herencia intelectual de la clase aristocrática británica de finales del s. XIX y enseguida descubriría el gusto por la lectura y la escritura a la biblioteca familiar. Pero a pesar de la apariencia de confort, Virginia tuvo una infancia traumática en torno a la cual girarían las frecuentes crisis anímicas que la afectaron como adulta. La muerte de su madre cuando ella tenía trece años la condujo a un primer intento de suicidio. Replicaría la tentativa en 1941, lanzándose al río Ouse para poner, entonces sí, fin a su vida.

De pequeña recibió la herencia intelectual de la clase aristocrática británica de finales del s. XIX y enseguida descubriría el gusto por la lectura y la escritura a la biblioteca familiar

Hoy también sabemos por la tarea de sus biógrafos que Woolf muy probablemente sufrió durante años abusos por parte de sus hermanastros y que fueron decisivos a la hora de construir su particular relación tanto con los hombres como con el sexo. Aunque se casó con el economista e historiador Leonard Woolf – "un judío sin un duro", según sus palabras– su relación tuvo raramente un componente físico. Y Virginia, que manifestaba abiertamente su desconfianza hacia los hombres, vivió relaciones amorosas con mujeres. La más importante, con la también escritora Vita Sackville-West, que inspiró Orlando, una de las mejores novelas de Woolf, y una figura que desfila, precisamente, por las páginas de los diarios.

Los Diaris de Virgina Woolf publicados por Club Editor

Los diarios, una ventana cotidiana

A pesar de los periodos depresivos, Woolf mantuvo su productividad literaria con pocas interrupciones hasta su muerte. Forman parte sus grandes novelas, como Al faro o La señora Dalloway, las críticas literarias y también los diarios, que empezó a escribir el año 1915, cuando ya era una mujer adulta y casada. Los diarios inspiraban sobre todo tres objetivos: acumular material para una futura autobiografía, disciplinarse como escritora y recoger sus inquietudes artísticas y las relaciones con el entorno del círculo de Bloomsbury. Los llenaría con una frecuencia regular, saliéndose desde reflexiones literarias en anotaciones sobre temas menos trascendentes.

Sus diarios inspiraban sobre todo tres objetivos: acumular material para una futura autobiografía, disciplinarse como escritora y recoger sus inquietudes artísticas y las relaciones con el entorno del círculo de Bloomsbury

Las cerca de tres décadas de escritura de los diarios permiten recurrir con minuciosidad la cotidianidad de la autora, que explica con detalle sus encuentros sociales, los paseos y su ritmo de trabajo. Ilustran también el proceso a través del cual la escritora incipiente, que hacía críticas mal pagadas en The Times, se convertiría en una de las figuras centrales de la literatura inglesa del s. XX.

De los seis volúmenes de 400 páginas originales, las nuevas ediciones las han reducido en una selección hecha con criterios diferentes. Club Editor publica una recopilación hecha por el escritor Gonzalo Torné y traducida por Carlota Gurt, bajo el título Diaris. Éste incluye el material más íntimo y cotidiano que el marido de Virginia, Leonard Woolf, excluyó en la selección de los diarios publicada en los años sesenta del siglo pasado. Torné califica los textos sobre la cotidianidad de la escritora como "valiosísimos" y señala que permiten iluminar dos aspectos decisivos: "las vacilaciones de Virginia y su relación con colegas y críticos".

De los seis volúmenes de 400 páginas originales, las nuevas ediciones las han reducido en una selección hecha con criterios diferentes

El objetivo, explica Torné, es buscar "aquellos pasajes más jugosos y evitar los menos trabajados". La selección, presentada con orden cronológico, llega a los lectores con la intención de que se pueda leer como una novela. "Ella es una crítica magnífica y en sus diarios consigue cotas de inteligencia y sensibilidad casi intimidantes", destaca.

La selección, presentada con orden cronológico, llega a los lectores con la intención de que se pueda leer como una novela

Precisamente es la selección de su marido Leonard, que se centra sobre todo en los comentarios y observaciones literarias de Virginia, la que publicó el junio pasado la editorial Viena bajo el título Diari d'una escriptora y con traducción de Dolors Udina. Se reúnen los fragmentos en que Virginia habla de las lecturas que hacía, de la relación con sus escritores contemporáneos y sus opiniones sobre la escritura.

Diari d'una escriptora, la versión de Viena Ediciones de los dietarios de Virginia Woolf

El círculo de Bloomsbury

Quien también desfila por las páginas de los textos son varias personalidades de la época con quien Woolf mantenía amistad, como el economista John Maynard Keynes, James Joyce o el escritor también británico E.M. Forster, a los cuales la autora a menudo menciona con una inicial. Muchos de ellos son componentes del célebre Bloomsbury Club, el círculo artístico y literario del cual el matrimonio Woolf formó parte. Crecido a través de las tertulias que hacían los jueves por la noche en Gordon Square, en Londres, se convirtió en un punto de reunión de intelectuales liberales donde las mujeres podían entrar, la homosexualidad estaba normalizada y se contentaban con subvertir los estrictos cánones victorianos de la época.

El Bloomsbury Club se convirtió en un punto de reunión de intelectuales liberales donde las mujeres podían entrar, la homosexualidad estaba normalizada y se contentaban con subvertir los estrictos cánones victorianos de la época

Los compromisos sociales ocupaban una parte importante tanto del tiempo de Woolf como de sus quebraderos de cabeza y no se ahorra los comentarios afilados en relación con algunas de las personas que frecuenta, como sus críticas al Ulises de Joyce. De los diarios también rezuman las preocupaciones económicas que la acompañaron durante años, a pesar de la herencia económica familiar que había recibido en vida, y que afectaron incluso Hogarth Press, la editorial que había puesto en marcha con su marido en 1917 y que estuvo a punto de ir a la quiebra.

Virginia Woolf ya habla catalán

Coincidiendo con la liberación de los derechos de traducción de su obra, varias editoriales catalanas se han lanzado a reeditar diversas de sus novelas. Es un ejemplo  La Casa dels Clàssics, que recientemente ha publicado Cap al far, con una nueva traducción de Xavier Pàmies y prólogo de Maria Callís Cabrera. La que Woolf consideraba su mejor novela, es un ejemplo impresionante y sofisticado de polifonía narrativa. Se añaden a la apuesta por la autora de otros sellos, como La Magrana, que reeditó el febrero pasado a La senyora Dalloway con traducción también de Dolors Udina. O Cal Carré, que el marzo pasado publicó Entre els actes, la última novela de la autora, acabada poco antes de su muerte, con una nueva traducción de Marta Pera Cucurell.

Coincidiendo con la liberación de los derechos de traducción de su obra, varias editoriales catalanas se han lanzado a reeditar diversas de sus novelas

Ochenta y un años después de que Woolf se lanzara al río Ouse y pusiera fin a su vida, sus libros siguen fascinando tanto a lectores de generaciones jóvenes como otros que la quieren recuperar. Las reediciones publicadas este año son una oportunidad inmejorable de descubrir a una escritora vitalista, que a pesar de su fragilidad emocional y sus inseguridades literarias y vitales, se afana por conseguir la felicidad. Y que vive y respira más allá del mito trágico. "Vuelvo a mi sensación de siempre: la desnudez como columna vertebral de mi existencia", escribiría en los diarios.