Es habitual ver a jóvenes con estética punk, un estilo musical que se suele asociar a la juventud. Pero hoy ha visitado Barcelona, en el marco del Festival Primavera Pro, una punk de 62 años: Viv Albertine. Albertine fue una de las figuras clave del punk londinense en los años 1970 y 1980. Su vida es, también una historia viva del movimiento punk: la heroína, los Sex Pistols, los conciertos, el fenómeno de las tribus urbanas, la marginalidad... Y sobre todo, la creación del grupo de punk femenino The Slits. Ahora, ya con 62 años, Albertine hace un repaso a su vida en Ropa música chicos (editorial Anagrama), el libro que ha venido a presentar en Barcelona. Albertine ya no es joven: ha pasado por un cáncer, un divorcio, un aborto, una hija... Pero sigue siendo muy y muy combativa. Y cuando habla con una chica joven que la adora y que toca en una banda punk, reacciona con vehemencia y le dice que no lo haga: "Odio las cosas que se repiten. La gente tiene que buscar otra cosa. Los jóvenes tienen que escoger su sitio". Y afirma que hoy en día no se dedicaría a la música: "Las cosas han cambiado, quizás es más revolucionario para una mujer ser una gran arquitecto o una abogada dedicada a los derechos humanos que una música. Si tuviera que volver a empezar, quizás no me dedicaría a eso que hago: sería abogada o arquitecta". Con respecto al mundo de la música, también tiene opiniones contundentes: "Me molesta la mitificación de los músicos, tanta luz, tantos focos... Adorar el pop, el rock o el punk me parece más bien reaccionario".
Con el presente
Viv Albertine tiene claro que ya no vivimos en los tiempos de The Slit: "El punk es una cosa que ya ha pasado. Nosotros, como críos, en nuestra época no éramos nada en la sociedad, especialmente los más pobres. El Reino Unido era un lugar aburrido y triste. Las cosas no se pueden repetir. Ahora los jóvenes tienen más privilegios, tienen más recursos, hay más globalización". Albertine reclama que el ethos del punk tiene que ser la autenticidad, y justamente por eso considera que no tiene sentido hacer sobrevivir al punk fuera de sus tiempos.
Unas memorias escritas con el corazón
Evidentemente, cuando Albertine era joven no se dedicaba a llevar ningún diario. El libro lo ha escrito en base a sus recuerdos, y advierte que en el recuerdo predominan los episodios más oscuros, más negativos. La franqueza de Albertine es absoluta: habla de su relación con las drogas, de la violencia en su entorno, de sexo, de la menstruación, de la depilación, de la pobreza... Llega a dedicar todo un capítulo a su primera mamada. De hecho, irónicamente, al principio del libro ya indica en qué páginas hablará de sexo y de drogas, para los que no quieran leérselo entero. Y todo lo escribe con absoluta sinceridad. En un punto determinado explica una fiesta donde conoce a un chico y explica: "Ya sé que todos dicen que jamás hay que meterse en la cama con un tipo la primera noche que sales con él, pero yo lo hice. Y me casé con él. Así que eso es una gilipollez". Pero también explica abiertamente sus debilidades, como cuando afirma que tiene que escapar de una pareja que no la convence: "Es hora de intentarlo y quizás de volver a fracasar, pero más vale eso que no intentarlo nunca". Viv Albertine pasó el texto de esta obra a su hija adolescente antes de que se publicara, para que no se sorprendiera con lo que podían explicarle sus compañeros y confiesa que su hija quedó muy sorprendida. Albertine lo entiende perfectamente: "Mi hija necesitaba a una madre fuerte: ni una madre punk, ni una madre escritora, ni una madre glamourosa".
Sin nostalgia
Viv Albertine deja claro que "El punk estaba rodeado de un entorno completamente feo". En sus memorias no faltan las menciones a suciedad, agresividad, incomprensión, machismo... Y, a pesar de todo, la cantante marca distancias con respecto al presente y reivindica la autenticidad de las cosas más directas que vivió en su juventud entre los punk. Es capaz de ironizar sobre la sexualidad que practicaban, poniendo énfasis en "lo torpes que éramos", y a pesar de todo confiesa que "siento una gran nostalgia por aquel sexo. Nosotros no veíamos porno con personajes depilados y con posiciones fantásticas. Éramos animales torpes restregándonos como podíamos". Pero afirma que, al fin, las cosas antes tenían más gracia: "Somos animales, somos seres humanos. Todos tenemos pelo. La mezcla de suciedad, sexo y divertimiento es lo que tiene sentido. Es como sexo analógico frente al sexo digital".
Ropa, música, chicos...
Albertine no dudó a la hora de poner título a estas peculiares memorias: "Mi madre me decía que sólo pensaba en la ropa, la música y los chicos". Ella reivindica su universo de juventud: "construí mi existencia en torno a estas tres cosas". De hecho, cuando era cantante de The Slit daba muchísimas vueltas para encontrar la peculiar ropa que se pondría. Y afirma que no se trata de simples banalidades: "Cuando escribía el libro lo pensaba para gente joven y el mensaje que quería dar es que vengas de donde vengas siempre te puedes aferrar a cosas pequeñas para construir tu vida. No hace falta ser de una familia acomodada, ni ser muy guapo para hacer lo que quieres. Y eso creo que es un mensaje muy punk".
El plus de una mujer
Viv Albertine manifiesta su rabia porque a menudo los espectadores, cuando iban a un concierto donde tocaban mujeres, iban básicamente a verlas, y no a escuchar música. Ella, cuando empezó a tocar, quería tener el éxito que tenían muchos chicos, pero no le fue nada fácil. Ella se define como "una chica salida de la clase trabajadora que trata de expresarse de forma artística". Y afirma que tuvo que superar un montón de obstáculos. Confiesa que "está agotada" e incluso asegura que "muchas de las mujeres artistas de su época comparten este sentimiento", porque "la lucha ha sido demasiado grande". Afirma que cuando era joven y actuaba con The Slit había sufrido agresiones, abusos sexuales, menosprecio, discriminación, la oposición de su familia...
Doble vivencia
La carrera como cantante punk de Albertine se cortó en 1982, cuando The Slit se separaron. Ella afirma que fue un proceso muy difícil, que equipara "al síndrome de estrés posttraumático". Se encontró sin grupo de música y también sin sentido a su vida; afirma que se estaba tan angustiada que se pasó años sin escuchar música, porque no podía soportarlo. Albertine tuvo que reinventarse, y con su increíble capacidad de superación, que demuestra durante todas sus memorias, trabajó como directora de cine, incluso dedicándose a un sector tan poco punk como la publicidad. Su vida cambió por completo: se casó con un tipo con dinero, de blanco, en "el día más feliz de su vida" (tal como afirma a sus memorias). Y cuando tuvo una hija se concentró exclusivamente en hacer de madre.
Retorno a la música
Viv Albertine superó un cáncer y un divorcio, y se dio cuenta de que la vida la obligaba a hacer un cambio. Y en 2009 decidió retornar al mundo de la música en solitario. Afirma que tuvo un problema añadido: la edad (el mundo de la música es muy discriminatorio en este aspecto). Sin embargo, a pesar de todo, grabó un álbum, The Vermilion Border, y organizó varias giras. En 2014 publicó sus memorias, inspirada en Patty Smith, que considera su modelo literario, sobre todo porque es terriblemente honesta. Ahora Albertine ya ha acabado su segundo libro, que Anagrama espera publicar en un futuro.
Ropa, música y chicos
Este libro se presenta como una obra que va más allá de las memorias, y se convierte también en una reflexión sobre la vida. Silvia Sesé, su editora, apunta que es, sobre todo, un libro sobre la necesidad de reinventarse. Apunta que va dirigido a los fans de la música punk, pero también para aquellos que quieren acercarse en una época mítica. Y afirma que no hay que sentirse identificado con el punk para apreciar esta obra, de una gran energía. El principal valor de este libro, para Sesé, es que en él Albertine es "salvajemente sincera", y rechaza cualquier tipo de impostura. El resultado es una obra atrevida y desenfadada, impregnada de frivolidad.
De fan a protagonista
Viv Albertine era estudiante de moda cuando se integró en el grupo punk femenino The Flowers of Romance. Más adelante se integró en el círculo de groupies que rodeaban los Sex Pistols, y también estableció amistad con Mick Jones y Joe Strummer de The Clash. En 1977 se sumó a un grupo punk femenino mítico, The Slit. En 1982 este grupo se disolvió. Más tarde se dedicó principalmente a la dirección de cine. En 2009 volvió a la música en solitario. Sus nuevas canciones también son provocativas; una de ellas se titula "Confesiones de una MILF". Y a pesar del paso del tiempo, no ha dejado de estar obsesionada por la ropa: al pie de las fotos de su libro se detalla dónde compró cada una de las piezas que lleva. Viv Albertine continua siendo la Albertine de "Ropa, música y chicos".