Las Ninyas del Corro (LNDC) es uno de los nombres más emergentes de la escena urbana catalana actualmente. Laüra Bonsai (Sant Adrià del Besòs, 1996) y Felinna Vallejo (Bon Pastor, 1999) iniciaron su aventura el 2015, tomando su nombre de los corros que se forman en el MACBA, rimaderos donde los y las MCs barcelonesas ponen a prueba sus dotes con el freestyle (el arte de crear versos de forma improvisada). Fui allí donde se conocieron y decidieron emprender una aventura conjunta, tomando como referencia las formas más combativas del rap de la vieja escuela, el de los años 90. Desde entonces, su carrera siempre ha ido en ascenso, con capítulos tan relevantes como el más de un millón de reproducciones que lleva su sencillo Salsa en Youtube o la reciente aparición de su nuevo elepé, Bitches in Business, disco que sí o sí deberá aparecer en la lista de lo mejor del año en lo que a rap se refiere.
Víctimas de la represión
Justamente, las catalanas deberían participar en la nueva edición del Urban Festival, festival que se celebra entre hoy y mañana en la población madrileña de Torrejón de Ardoz, presentando sus nuevas canciones. Un concierto, su actuación está programada dentro del cartel de la segunda jornada, la de mañana, que el partido de ultraderecha Vox ha pedido que sea cancelado, argumentando que las letras de Laüra Bonsai y Felinna Vallejo "incitan al odio". Así lo han expresado en un comunicado publicado en su página web, en donde han explicitado que "dicha contratación nos cuesta a todos 15.972 euros y el importe total es de 171.941 euros". La coordinadora de Vox, Tatiana Álvarez, ha pedido que "no se financien con nuestros impuestos a grupos que aplauden atentados terroristas, atracos, secuestros y además insultan llamando gilipollas a nuestra policía".
El de Las Ninyas del Corro no es el primer caso de persecución a artistas de rap por sus ideas y por sus letras por parte de partidos y organizaciones de extrema derecha. Hostigamiento que ha llevado a nombres como Pablo Hasel, Valtònyc o Elgio no solo a ser perseguidos, sino incluso a ser condenados y sufrir penas de cárcel o a tener que exiliarse. Un ataque a la libertad de expresión que se relata perfectamente en No callarem, documental que aborda los casos de estos artistas a través de una perspectiva personal y artística, mostrando las experiencias que les han llevado a ser víctimas políticas de represalias así como las consecuencias de esta represión que ha afectado a sus vidas.