Fiel a su (casi) inalterable cita anual con el espectador, Ventura Pons, autor de una de las más sólidas filmografías del cine catalán, amplía su obra con Cola, Colita, Colassa (Oda a Barcelona). Homenaje a Isabel Steva Hernández, una de las fotógrafas que más brillantemente capturó a la sociedad catalana durante las décadas de los sesenta y setenta; el documental, que llega a los cines este viernes, acaba convirtiéndose en un valioso ejercicio de memoria oral de los últimos años del franquismo.

El año 2014 Colita rechazó el Premio Nacional de Fotografía... ¡Y aquí es donde nació el documental! Podríamos decir que la idea me la dio el ministro José Ignacio Wert. Hay que recordar que el premio estaba dotado con 30.000 euros. Un dinero que, más en tiempos como los actuales, ella necesita.

Una mujer de principios.  No se quiso fotografiar con el ministro. Sin Wert no habríamos rodado este documental.

¿Qué representa la figura de Colita para la cultura del país? La Colita, junto con, entre otros muchos, Oriol Maspons, Francesc Català Roca, Xavier Miserachs y Pilar Aymerich, otra de las figuras presentes en el documental, son la memoria gráfica de una determinada Barcelona. Contrariamente, de ellos no hay memoria oral. La Colita lo ha fotografiado todo, ha hecho cientos de exposiciones y ha publicado cientos de libros. Pero nadie había contado su historia.

Ciertamente, la Colita es una de estas creadoras de las que todo el mundo ha visto una de sus obras, pero muy pocos conocen su recorrido vital.  A la Colita la conozco desde hace una eternidad. Hemos trabajado juntos en un montón de proyectos. Incluso hizo de extra en una de mis películas, Puta misèria! (1989), donde salía vestida de monja. Pero ahora hacía cinco años que no nos veíamos. Nos volvimos a encontrar el 6 de enero del 2015 y, a partir de la idea del documental, le propuse organizar una merienda con sus amigas en su casa. La película sería esto: la conversación que mantendría la Colita durante la merienda con sus mejores amigas.

Estas amigas, autodenominadas en el documental “viejas damas indignas”, son Teresa Gimpera, Maruja Torres, Pilar Aymerich, Rosa Regàs, Núria Feliu, Beatriz de Moura, Anna Maio, Rosa Sendero y Marta Tatjer. ¡Una alineación de gala! Todas merecen una calle en Barcelona. Las amigas las eligió ella. Aun así, como a Colita, a todas ellas las conozco desde hace décadas. Podría explicar mil historias que no salen en el documental de cada una de ellas. El otro día, por ejemplo, con la Feliu, que somos amigos desde que hacía teatro, recordábamos como habíamos corrido delante de los grises en las manifestaciones del 11 de septiembre de 40 años atrás.

Y es que, como dice el subtítulo del documental, esta es una película dedicada a la Colita pero también una oda a Barcelona. Totalmente. En realidad, es una película sobre la memoria. Un testimonio oral de un tiempo, las últimas dos décadas de la dictadura franquista, y de una ciudad, Barcelona. En la película hay frases sobre la memoria que me parecen sublimes. Como cuando Teresa Gimpera, que ya es bisabuela, explica cómo aprendió el castellano hablando con unos niños andaluces en el exilio. Un documental, además, que también refleja el espíritu de tolerancia que se ha respirado en esta ciudad.

De hecho, en este abanico de amigas ninguna de ellas piensa igual. Pero tienen el buen rollo que hay en esta ciudad. En Barcelona no nos peleamos. Aquí siempre hemos sido europeos. Incluso en los momentos más complicados de la dictadura, nos reíamos de todo. Teníamos ganas de vivir. Y cuando necesitábamos un poco de aire para respirar, íbamos a Perpinyà y nos tragábamos tantas películas como podíamos.

_MG_1997

El documental también es un homenaje a las mujeres de aquel tiempo y de aquella ciudad. La igualdad de sexos es un tema en el que todavía tenemos mucho trabajo por hacer; pero en el documental esta es una línea secundaria. Aun así, el mundo de la mujer siempre me ha fascinado. De hecho, ya hice una película sobre mujeres, Actrius (1997), con Núria Espert, Rosa Maria Sardà, Anna Lizaran y Mercè Pons. Pero en Cola, Colita, Colassa, el de la mujer es un subtema. El principal es la memoria. Explicar a través de los recuerdos de este grupo de amigas una historia que muy pronto ya nadie podrá explicar en primera persona porque todos somos muy mayores.

Explicar un capítulo de nuestra historia a través de sus recuerdos... y reivindicar el legado de la obra de estas mujeres. Pero todo esto sale a partir de su memoria. Si esto es reivindicativo... En la película yo no soy un militante, sino un notario. El responsable de transcribir en imágenes y palabras las memorias de este grupo de mujeres. Sí, es cierto que son personas a las que admiro profundamente, pero es que no sé hacer películas de alguien a quien no admire. Toda película es el placer de lo que estás contando.

Un documental… pero con algunas licencias y trampas.  Sí, porque representa que es una charla entre diez amigas, pero en ningún momento del rodaje estuvieron todas juntas. Esta es una película de mucho oficio. Yo soy muy rápido montando, pero con Cola, Colita, Colassa he tardado cinco veces más de lo habitual en montarla.

Y aun así, el ritmo de narración es muy fluido y natural.  Por eso decía que es una película de oficio. 15 años atrás esta película no la habría sabido hacer. El cine es la voluntad de contar una historia pero con oficio y personalidad, porque, como individuo, lo único que puedes vender en la vida es la diferencia. Es lo que yo he hecho toda mi vida: vender mi diferencia. Y si tienes un poco de suerte... el mundo es muy grande.

¿Se siente muy diferente al resto? Cada uno es responsable de lo que hace, y yo soy responsable de una trayectoria con aciertos y también de alguna película que no debería haber hecho.

¿Le puedo preguntar cuál? Lo que diré, y hablo como director de cine, es que no se deben hacer películas por dinero. Si la historia no te parece buena, no la hagas. Lo más importante siempre es lo que cuentas y la mirada que viertes sobre lo que cuentas.

Su primera película fue Ocaña, retrat intermitent (1977), un documental sobre otra figura determinante de la Barcelona de los setenta. ¿Cuatro décadas más tarde, cierra un círculo en su filmografía con esta Cola, Colita, Colassa? Aunque se parecen mucho, no ha sido nada premeditado. De hecho, en un ámbito histórico, esta última debería ser estudiada primero porque acaba en 1975 con la muerte de Franco. La del Ocaña, en cambio, es de 1977, rodada en pleno posfranquismo y emanando aquellas ansias que teníamos todos de libertad.

Todas las partes implicadas en el documental, de una manera u otra, formaron parte de la gauche divine, movimiento intelectual de los sesenta y setenta, comprometido políticamente pero también con muchas ganas de pasarlo bien. Un espíritu hedonista-revolucionario que en el documental se recuerda con cierto romanticismo y nostalgia. "Contra Franco se vivía mejor", ha afirmado más de un representante de aquella generación.  ¡No! El dictador no sólo nos robó muchos años de nuestras vidas, sino que murió en la cama y matando. Esta frase es una tontería. Yo vivo mucho mejor ahora. Con la edad descubres el valor de vivir. Nos ha dejado tanta gente... Cada vez que vivimos un hecho importante me pregunto qué pensaría mi hermano, Pepe Rubianes, Bigas Luna, Rosa Novell, Anna Lizaran... John Osborne escribió una obra de teatro titulada Mirando hacia atrás con ira, pues yo siento todo lo contrario: miro hacia adelante con alegría. Y las protagonistas del documental también, porque recuperar la memoria no es mirar atrás, sino saber de dónde vienes.

¿Se puede establecer algún paralelismo entre la lucha por la recuperación de la democracia de entonces y el proceso que actualmente se está viviendo en Catalunya? No. Ahora estamos mucho mejor. Nunca hubiera imaginado que en Catalunya la gente cambiara. Porque, no nos engañemos, durante muchos años hemos estado mirando hacia otro lado. Ahora hay un movimiento de arriba hacia abajo que empuja. Siento una gran satisfacción por estar viviendo estos momentos. Hay gente que dice que no quiere morir sin vivir el fin del procés. Yo no quiero morir sin vivir el fin del procés y disfrutarlo varios años.

¿Qué papel debe tener el mundo de la cultura en el proceso? La cultura es el tronco de un país, por lo tanto el suyo debe ser un papel protagonista.

_MG_2046

Domingo se entregan los Premis Gaudí. ¿Cuál es el estado de salud del cine catalán, usted que el año pasado recibió el Premi d’Honor de l’Acadèmia Catalana? Cada uno hace lo que quiere y es responsable de sus películas. Yo soy responsable de mi obra, Agustí Villaronga de la suya y lo mismo Abert Serra. Insisto, para mí el cine es pasión. Y ese es el sentimiento que quiero transmitir en mis películas. El cine debe significar algo para aquella persona que te regala una hora y media de su vida, para ir al cine a ver la última película que has rodado. El cine es vida y la vida es cine. Ya de pequeño tenía muy claro que quería hacer una película. Finalmente he hecho 27 y estoy trabajando en la 28 y la 29.

Si el cine es vida, ¿después de 27 películas ha descubierto el significado de esta? Esto no te lo acabas nunca. Y si no, como decían los Monty Python: always look on the bright side of life…

(Fotos: Sergi Alcàzar)