Durante años el Bulevar Rosa fue uno de los puntos neurálgicos de Barcelona. A lo largo del siglo XX, la capital catalana escondió varias galerías comerciales, pero ninguna del impacto y el arraigo entre la ciudadanía como las ubicadas al número 55 de Paseo de Gracia. Inaugurado el 30 de noviembre de 1932 con el nombre de Salón Rosa, en aquellos primeros años fue el punto de encuentro predilecto de la burguesía barcelonesa. Así fue hasta 1974, cuando el edificio que albergaba aquel salón fue derribado para construir un inmueble de oficinas que en sus bajos acogió un nuevo salón rosa, ahora renombrado Bulevard Rosa, abriendo oficialmente sus puertas la Navidad de 1978.

Durante años, no eras auténticamente barcelonés si no habías paseado por su entramado de pasillos que tenían punto de encuentro en la plaza central con su fuente con peces. Así fue hasta el 31 de julio de 2018, en qué, víctima de la especulación inmobiliaria y de la cada vez más al alza venta por internet, obligó a sus impulsores, la familia Vives, a cerrar el chiringuito. Ahora el Bulevar Rosa renace como White Rabbit, un 'off museum' para explicar a turistas las tradiciones catalanas como los cabezudos, los castellers o el caganer.

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White Rabbit, el museo que va más allá de los límites tradicionales / Foto: Marta Pérez / EFE

No todo arte tiene que ser contemplativo

El itinerario del White Rabbit, museo que ha vivido esta mañana su inauguruación, pensado para que los visitantes se hagan autofotos, lleva al público por una sucesión de diez instalaciones de artistas tan diversos como La Fura dels Baus, Carles Piera, Mina Hamada, TV Boy o Enric Planas. Los responsables del nuevo equipamiento cultural proclaman que "White Rabbit es una forma divertida e interactiva de explorar la cultura de Barcelona más allá de los límites de los 40 museos tradicionales, un espacio donde el arte cobra vida e invita a interactuar con él de maneras no convencionales."

White Rabbit es una forma divertida e interactiva de explorar la cultura de Barcelona más allá de los límites de los 40 museos tradicionales

La idea del White Rabbit es que el espectador "se divierta conociendo otro lado de la cultura catalana, descubriendo cómo reinterpretan las tradiciones artistas de Barcelona, hayan nacido aquí o no". Con este ánimo interactivo y buscando una actitud activa del público, el centro invita al visitante a meter su cabeza en un cabezudo, tocar un caganer gigante dorado o bailar como si estuviera en la sala Razzmatazz, "porque no todo arte tiene que ser contemplativo".