"Hace mucho ruido, pero es todo un artista", me dice Joan, el padre de mi pareja. Este pasado sábado Xarim Aresté actuaba en la Plaça de l'Església de Flix. Estaba llena. Era una velada especial. Xarim presentaba su último disco, Un idioma nou (RGB Soports, 2024), en su casa, en su pueblo, allí donde pronuncian su nombre Jarim y no Sharim. Porque en la Ribera de l'Ebre, con sus moixons y aubergis, su fato y sus massanes, tienen uno de los catalanes más bonitos de todo el país. Él no lo esconde en sus canciones, y eso hace que su música sea todavía más especial, personal y emotiva.

La última vez que me encontré a Xarim, fue al Remei, la fiestaza que la gente de Flix monta por Semana Santa en la ermita. Es espectacular. No vayáis. Tiene que seguir siendo un secreto. Entonces ya hacía un tiempo que había dejado el piso que compartía con Gerard Quintana cerca de la Plaza Urquinaona y había vuelto a Flix. Acababa de publicar Ses entranyes, un disco espectacular con que empezó a disfrutar del reconocimiento que su música siempre debería haber tenido. Lo dice Joan, Xarim es un artista. Y artistas de verdad en nuestro país tenemos pocos.

Xarim Aresté ha ampliado su discografía con Un idioma nou / Foto: Montse Giralt

Dos años después Xarim ha dejado Flix, pero, con el rock y el blues como coordenadas sonoras en un norte en que también aparecen pinceladas de jazz, flamenco e incluso jota, sigue publicando discos maravillosos. Como el que decodificó el sábado haciendo mucho ruido delante de la gente que lo ha visto crecer. "He vuelto a Barna, que hacía unos cuantos años que me había pirado de ahí. Y la verdad es que estoy la mar de bien. Pero ojalá pudiera seguir haciéndolo todo desde Flix. Si no me he quedado definitivamente es porque está muy lejos y cada vez hace más palo moverse. Yo viajo en tren...".

El 'tren de Caspe' puede hacerse eterno hasta llegar a Barcelona.
Hace años que lo cojo, y cada día es peor.

¿Los viajes en tren no son inspiradores?
Sí, ya he hecho trabajo, ya, viajando en tren. Pasa que últimamente noto que hay mucha tensión en la gente. Los últimos meses he vivido situaciones surrealistas viajando en tren. No sé, nos lo tendríamos que hacer mirar.

De hecho, este último disco, Un idioma nou, ya habla de esta necesidad de reencuentro con el alma y el factor humano.
Cierto. Me di cuenta de que las máquinas lo hacen todo mejor que nosotros (risas).

Paradójicamente, las máquinas las hacemos nosotros.
Ahora ya, quizás, son las máquinas las que hacen las máquinas. Ya no lo sé. Ya me he perdido.

¿Te sientes perdido en la sociedad actual?
No. Afortunadamente, tengo herramientas para encontrar el orden que necesito, pero sí que experimento esta sensación a mi alrededor. Es como si hubiéramos depositado toda la confianza fuera de nosotros y dentro no nos queda nada dónde cogernos. Pero eso es irrisorio porque todas las esperanzas están dentro.

Déjame ir hasta el 2022 cuando publicas tu anterior álbum Ses entranyes, indiscutiblemente uno de tus mejores discos y el que mejor recibimiento ha tenido. ¿Cómo lo valoras tú, dos años después?
Todavía no sé si lo he acabado de valorar. Es un disco al que estoy muy agradecido. Durante la gira de presentación dimos unos cuantos conciertos guapísimos y eso nos ayudó a coger este nuevo todavía con más ganas. Todo lo que hemos vivido con Ses entranyes ha sido potentísimo.

Ha sido una crisis difícil de superar aceptar la manera con la que ahora nos relacionamos con la música

Ya hace más de diez años que ibas en solitario y has publicado discos excepcionales, pero este...
Contrariamente, han sido unos años muy difíciles para mí. Ses entranyes, es cierto, me ha acercado a más público, pero también ha coincidido con unos tiempos en que estamos perdiendo la música. Ha sido una crisis difícil de superar aceptar la manera con la que ahora nos relacionamos con la música.

Con Ses entranyes entraste en el estudio a grabar un single y acabaste saliendo con todo un disco fruto de la inspiración. ¿Cómo has trabajado la creación de Un idioma nou?
El espíritu era exactamente el mismo, pero con algunos matices. Esta vez también improvisamos, pero fuimos a por faena y con muchos más días de grabación. No grabamos Un idioma nuevo en un día y medio como hicimos con Ses entranyes. Tampoco es que nos estuviéramos una eternidad, en el estudio. Hicimos el disco en cuatro días. En realidad fuimos muy rápido. No nos detuvimos mucho en cada canción. Me gusta trabajar así, porque si no sabes qué tienes que hacer, hay una parte del cerebro que se anula. Si vas con una partitura cerrada y no alcanzas el resultado que deseas, puede ser muy frustrante. En cambio, esta inconcreción nos hace más libres. Las letras, excepto algún detalle que dejé para el último momento, sí que las llevaba cerradas. Por otra parte, llegué al estudio con un montón de temas, muchos. Y tuve que hacer una quiniela para decidir cuáles incluiría. Finalmente, identifiqué las canciones con figuras geométricas: un cuadrado, una redonda, un triángulo, un pentágono... Cuando tuve todas las figuras representadas, cerré el repertorio.

Xarim Aresté, ruido de rock, voz de blues, alma de jota / Foto: Montse Giralt

En varios parajes es un disco... telúrico, con, más allá del rock, el blues y el jazz, siempre presentes en tu música, aproximaciones a sonidos como la jota de la Ribera de l'Ebre, la cobla o el flamenco.
Eso es fruto de la creatividad. La creatividad es una autopista que te permite jugar con todos los elementos que quieras. Soy un músico que le gusta investigar en las tradiciones y las culturas. Hubo una época que me lancé de cabeza en el blues y me acabé dando cuenta de que no era tan diferente cantar blues de cantar jota, músicas que requieren toda tu alma para ser cantadas. De hecho, yo todavía no sé hacerlo. Es una lástima, sin embargo, que la jota se esté perdiendo. Era la música de la gente que trabajaba el campo. La gente en la fábrica ya no canta.

La música es un espejo de tu alma

¿Cómo te ha ayudado la música a estar más conectado con tu alma?
La música es un espejo de tu alma. El alma el único mundo que conoce es el arte. Para el alma no existe ni el pasado ni el futuro, es presente y arte. Y con la música pasa exactamente lo mismo, no puedes ir dos compases por delante. La vida tiene una danza y es muy difícil intentar bailarla con otros ritmos. La música me ha ayudado a ser consciente de que existe el ahora. Todavía no lo he aprendido del todo, pero lo veo clarísimo. Ahora entiendo el pasado como un hecho en movimiento al que podemos volver y cambiar quién somos en el presente.

Es un disco muy personal, que como todas las cosas muy personales, acaban siendo universales. Porque lo que tú sientes es muy probable que lo sienta mucha otra gente. Por lo tanto, es un álbum reconfortante.
Eso ha sido muy importante para mí. No pasará un meteorito con madera. Desgraciadamente, la madera es uno de los elementos más escasos y más misteriosos. Empiezo a sentir voces que dicen que pronto ya no se podrán construir más guitarras porque no queda madera en el planeta. Y entonces me planteo qué pasará en un mundo en que, por culpa de hechos como este, se acabe la creatividad. Volviendo al principio, las máquinas serán las que se ocupen de eso y será el fin de la humanidad.

Con la inteligencia artificial nos estamos acercando a este momento.
Pero cada vez que nace un niño es un cambio en el mundo. Son la garantía que tenemos que la imaginación está salvada.

¿Te has planteado alguna vez ser padre?
Sí, pienso en ell a menudo. Creo que me gustaría. Todo el mundo se acaba enamorando.