Xavi Coral (Terrassa, 1971) debuta con Aprendre a esquivar les bales, (La Campana) una novela que explica la historia de su abuelo Josep Trullàs, un joven de 20 años que, con el inicio de la Guerra Civil, decide alistarse como voluntario para defender la República y dejar la familia en Terrassa. Coral ha escrito este libro a partir de unas anotaciones de su abuelo que escribió, inicialmente en las trincheras, posteriormente en el exilio y finalmente en Marruecos, donde fue trasladado después de un Consejo de Guerra. El periodista explica que su abuelo decidió plasmar todas estas vivencias con la voluntad de atrapar el horror de cada batalla en el frente, de la prolongada posguerra que se convirtió en un infierno para los perdedores y la etapa, más desconocida pero a l avez la más dura en Melilla. 80 años después de la guerra, Coral pretende hacer justicia a todos aquellos que no pudieron volver de la guerra y hacer sentir su voz con la publicación de este libro.
Aprovechando que estamos a las puertas de las elecciones autonómicas del 12 de mayo, hablamos con el periodista y presentador del Telenotícies de TV3 de la situación política actual, la entreda en política de su compañero, Tomàs Molina, de la inminente vuelta de Carles Puigdemont a Catalunya, del estado de la lengua catalana, y de memoria histórica.
¿Por qué has decidido escribir la historia de tu abuelo?
Mi abuelo murió con 88 años, y unos años antes se presentó en unas fiestas de Navidad con unas memorias que había escrito a partir de unas anotaciones que había hecho durante los años de la guerra, del exilio y de cuando lo castigaron en Marruecos. Y si él había tenido aquella tenacidad para escribirlo todo cada día desde la trinchera, desde la playa de Sant Ciprià y desde el desierto de Marruecos para que no se olvidara, yo tenía que hacer alguna cosa para darle más altavoz a su voluntad de que esta historia trascendiera.
Si mi abuelo había tenido aquella tenacidad para escribirlo todo cada día desde la trinchera, desde la playa de Sant Ciprià y desde el desierto de Marruecos para que no se olvidara, yo tenía que hacer alguna cosa para que esta historia trascendiera
¿Por qué crees que tu abuelo tardó tantos años en enseñaros estos textos?
Mi abuelo estaba en el ejército de los derrotados, de los republicanos, y por lo tanto, cuando volvió después del exilio en Francia, le hicieron un Consejo de Guerra y lo castigaron en un campo de trabajo y en algo así como un servicio militar en Marruecos. Cuando volvió, no podía explicar nada, no podía decirle a nadie todo lo que había vivido. Y eso duró los 40 años de la dictadura. Y una vez entraron en democracia, ya quedaba muy lejos. Me acuerdo que alguna vez había empezado a explicar alguna cosa de la guerra y mi abuela le decía, "Ay va, qué se tiene que explicar ahora, eso son batallitas".
Cuando volvió, no podía explicar nada, no podía decirle a nadie todo lo que había vivido. Y eso duró los 40 años de la dictadura
Tu abuela Maria, a quien también le dedicas unos capítulos y de la que ahora hablaremos, no se sentía demasiado cómoda con este tema. ¿Por qué?
De hecho, cuando mi abuelo se quedó viudo, dijo: "Ahora es la mía", y nos enseñó sus memorias. A nosotros nos sorprende, pero es que era muy peligroso hablar o escribir alguna cosa con este material.
¿O sea que no se hablaba demasiado de la guerra en casa?
No, nosotros teníamos una idea bastante etérea de lo que había vivido mi abuelo, sabíamos que había ido a la guerra y al exilio, sabíamos que una familia lo había acogido en Francia y que después había pasado por África, pero no había concretado nunca nada, y es una historia extraordinaria.
En el libro también quieres dar voz a las mujeres que sufrían la guerra desde la retaguardia, como tu abuela Maria.
Me pareció que, de todos los materiales que teníamos, unos de los más bonitos eran las cartas que se habían enviado mis abuelos durante la guerra y el exilio. Nos pareció que podríamos reconstruir como fue la historia de mi abuela en Terrassa esperando que volviera mi abuelo de la guerra.
De todos los materiales que teníamos, unos de los más bonitos eran las cartas que se habían enviado mis abuelos durante la guerra y el exilio
¿La historia de amor de tus abuelos es muy curiosa.
Sí. Mi abuelo, antes de marcharse, le dijo a mi abuela que quería que fueran más que amigos; y mi abuela le respondió que ya se lo pensaría. Y, por lo tanto, estuvieron escribiéndose como amigos durante siete años; pero los dos se estuvieron esperando, y cuando todo acabó, mi abuelo volvió y pudieron consolidar, de verdad, esta amistad.
¿Qué relación tenías con tu abuelo?
Mi abuelo media 1,90 m, casi como yo, era bastante serio, frío, no era un abuelo de aquellos que te ponía en su regazo, sino que impresionaba un poco. Era ingeniero y después de la guerra dirigió varias empresas, y todo el mundo se lo miraba con un poco de respeto.
En el libro dices que sus textos están escritos sin demasiada emotividad. ¿Por qué crees que lo hizo así?
Claro, porque si se hubiera dejado llevar por la emotividad no hubiera sobrevivido. Todas sus notas son siempre muy frías, y yo lo que he intentado ha sido recrear estas situaciones y poner reflexión, sentimiento, emoción.
Si se hubiera dejado llevar por la emotividad no hubiera sobrevivido
¿Pero él sí que hizo amigos, no, en el frente? ¿Supongo que perdió muchos de ellos, pero pudo mantener alguno después de la guerra?
Durante estos 40 años de dictadura fue muy difícil relacionarse con personas que también habían sido juzgadas en un Consejo de Guerra, que también habían sido marcados como rojos o que se habían considerado desafectos en el régimen.
¿Crees que ha sido bien tratada, esta generación?
Con la democracia se han hecho esfuerzos para poner en valor todo lo que vivió esta generación. Es una generación que fue muy valiente, que vivió unas circunstancias absolutamente excepcionales, tuvo que madurar a toda prisa. Mi abuelo se marchó a la guerra con 20 años siendo teniente de artillería. Una vez acabó la dictadura y empezó la democracia, todo el mundo quería pasar página, y hacerlo en aquel momento fue no tener en cuenta todo lo que habían vivido. Ha sido, con los años, que nos hemos ido dando cuenta de la importancia y del papel que jugaron a la hora de defender las libertades, (que acabarían perdiendo), y el esfuerzo que hicieron anteponiendo su vida para defender la República. Este libro quería contribuir a mantener viva esta memoria, porque sabemos como fue la guerra, pero no como vivían los soldados que estaban en la trinchera o que después tuvieron que malvivir en los campos de concentración de Francia, y escribir el libro era una manera de poner en valor todo este esfuerzo que hicieron.
Ha sido con los años que nos hemos ido dando cuenta de la importancia y del papel que jugaron a la hora de defender las libertades, (que acabarían perdiendo), y el esfuerzo que hicieron anteponiendo su vida para defender la República
Hablemos de memoria histórica. ¿Crees que se ha hecho justicia con los que no pudieron volver de la guerra?
Es muy complicado que sepamos dónde están los que fueron enterrados o asesinados durante la Guerra Civil. Y se están haciendo esfuerzos, pero habría que hacer algo más.
¿Qué tenemos que hacer, pues, para recuperar esta memoria histórica, más allá de dejar patente en los libros, estas pequeñas, pero al mismo tiempo, grandes historias?
Hay una ley de memoria histórica, de memoria democrática, y es un paso adelante importante, pero son esas leyes con las que todo el mundo está de acuerdo cuando se hacen los debates en el Congreso, pero a la hora de la verdad, cuando se tiene que exhumar una fosa común para ver quién murió allí, cuesta muchísimo, no se avanza lo suficiente, no se destinan suficientes recursos, ni con los medios, ni con el personal, ni con lo que sería necesario. Esta ley tendría que ser mucho más efectiva.
¿Te preocupa que la gente joven pierda el interés por lo que pasó en el país hace solo 80 años?
Sí, tenemos que hacer el esfuerzo para explicar a la juventud actual qué es lo que se vivió. Escribiendo el libro he hablado con mis sobrinos, que tienen la edad que tenía mi abuelo cuando se marchó, y ellos tenían una idea realmente muy difusa de lo que fue la guerra.
¿Quién te gustaría que leyera este libro?
Pues, precisamente, esta generación que la guerra les queda muy lejos, que han tenido poco contacto con sus bisabuelos y que, en cambio, descubrirán a través de este libro todo el esfuerzo que hicieron para poder defender la República, para defender la libertad ante el fascismo que acabó ganando y después les machacó con mano dura durante 40 años.
Uno de los episodios más duros de la historia del té abuelo fueron los tres años que vivió en Marruecos, ¿no os había contado nada?
Mira, de la guerra hemos hablado mucho, de la parte del exilio también, pero cuando empieza la dictadura y empiezan a castigar los que habían estado luchando en el bando republicano, ya no se conoce tanto. Es por eso que, uno de los momentos que sorprenden más del libro -y a nuestra familia también, porque prácticamente no sabíamos nada-, son estos tres años que obligan a pasar a mi abuelo en Melilla, primero en un campo de trabajo, después haciendo algo así como un servicio militar, y cómo la represión franquista intenta reeducarlos, aunque yo creo que, directamente, esperaban que no volvieran.
¿Cómo ha recibido el libro la familia?
Todos teníamos este material y todo el mundo estuvo de acuerdo desde el primer momento que estaría muy bien escribirlo.
Eres periodista y fuiste corresponsal en Bruselas. ¿Has cubierto alguna vez una guerra?
Cuando empezó la guerra en Ucrania estuve una semana en la frontera con Polonia, donde llegaban los refugiados. Y coincidió con la época en que estaba escribiendo este libro. Y esta imagen de gente atravesando la frontera con la maleta, quieras o no, hacía que me viniese la imagen de mi abuelo y de todos los que como él, tuvieron que atravesar la frontera de Francia con lo que llevaban puesto. Y dices "Hostia, es exactamente que no avanzamos nunca, siempre volvemos a repetir la historia".
Cambiamos radicalmente de tema. Estamos a las puertas de unas elecciones autonómicas, las del 12 de mayo. Cómo valoras la entrada en política de tu compañero de trabajo, Tomás Molina. ¿Crees que es una decisión acertada?
Todo el mundo tiene derecho a meterse en política, y por lo tanto, Tomàs Molina también. Sin embargo, eso no puede poner en cuestión sus 38 años en los que ha trabajado y ha sido uno de los hombres del tiempo de referencia en Catalunya, a parte que es científico y está reconocido a nivel internacional. Lo único que le dije es que yo he estado en Bruselas y sé cómo trabajan los eurodiputados, y habrá muchos momentos en los que podrá defender sus conocimientos sobre el cambio climático pero habrá muchos otros que también tendrá que hablar de política, y es un mundo muy complicado. Yo le dije: "Bueno, tú ya debes saber dónde te metes".
Habrá muchos momentos en los que (Tomàs Molina) podrá defender sus conocimientos sobre el cambio climático pero habrá muchos otros que también tendrá que hablar de política, y es un mundo muy complicado
¿Crees que se equivoca?
No, yo lo he visto muy convencido y creo que ha meditado mucho la decisión.
¿A ti te han ofrecido entrar en alguna lista electoral?
Afortunadamente no, nunca.
¿Votarás?
Sí.
¿Tienes claro tu voto?
Sí.
¿Eres independentista?
No es relevante.
¿Qué análisis haces del panorama político actual?
Son unas elecciones para ver realmente dónde ha quedado el independentismo, qué efecto puede tener el retorno del presidente Puigdemont, y ver si este acercamiento que ha hecho el Partido Socialista para intentar desencallar la relación con Catalunya acaba teniendo efecto y la gente acaba confiando.
¿Te gustaría que Carles Puigdemont volviera pronto?
Yo viví la llegada al exilio de Puigdemont cuando era corresponsal en Bruselas. Siempre he dicho que ir a la prisión es lo peor que te puede pasar en el mundo, pero el exilio también es muy duro. Y después de haber vivido tantos años fuera, todo el mundo tendría que poder volver. Yo soy muy amigo de Lluís Puig, los dos somos de Terrassa. Por lo tanto, deseo que puedan volver a casa y hacer vida normal.
Siempre he dicho que ir a la prisión es lo peor que te puede pasar en el mundo, pero el exilio también es muy duro. Y después de haber vivido tantos años fuera, todo el mundo tendría que poder volver
¿Te asusta la subida de la extrema derecha?
No creo que pueda haber una subida muy importando de la extrema derecha, pero en las elecciones europeas sí, es una de las cuestiones que más preocupan.
¿En qué momento se encuentra la lengua catalana?
No estamos en el mejor momento. Los que nos movemos en el área metropolitana tenemos una percepción de que el catalán va muy marcha atrás y es efectivamente así, porque no lo oyes tanto como te gustaría. Pero en el resto de Catalunya tenemos una lengua fuerte. Tenemos que conseguir convencer a toda la gente que llega, que tiene un valor saber catalán, y que hablar catalán, aparte de que te integra mucho más deprisa, te permitirá ganarte mejor la vida.
Finalixemos la entrevista hablando de tu futuro. Ahora presentas el Telenotícies en TV3, has sido corresponsal en Bruselas, también presentaste el magazín Divendres, ¿Qué te falta por hacer?
Me gustaría hacer un programa de viajes, combinar el periodismo con viajar, que es una de las cosas que más me gusta hacer.