Hasta el 28 de julio en la Sala Atrium podéis ir a ver L’últim dia, la última obra de Lluïsa Cunillé, dirigida por Xavier Albertí y protagonizada por Alejandro Bordanove. Se trata de un texto singular de una de las dramaturgas más interesantes y exigentes que tiene el país. Lluïsa Cunillé ha escrito un monólogo a medida a partir de hechos de la biografía del actor que encarna este texto. Conoceremos, principalmente, en primera persona, la vida de un joven, la relación con el hermano, la madre, los amigos... También los conflictos laborales, las tensiones familiares. El espectáculo tiene un ritmo acelerado, como el de la vida misma de un joven que necesita resolver cuestiones estructurales de su existencia en un mundo marcado por la pandemia y que utiliza cuestiones de nuestra realidad más cotidiana para representar un mundo en crisis.

20240710 XAVIER ALBERTÍ SALA ATRIUM / FOTO: MONTSE GIRALT
Xavier Alberti dirige L'últim dia / Foto: Montse Giralt

El espectáculo tiene un ritmo acelerado, como el de la vida misma de un joven que necesita resolver cuestiones estructurales de su existencia en un mundo marcado por la pandemia y que utiliza cuestiones de nuestra realidad más cotidiana para representar un mundo en crisis

Uno de los últimos espectáculos de Xavier Albertí que hemos podido ver en Catalunya es El cos més bonic que s'haurà trobat mai en aquest lloc de Josep Maria Miró. Un monólogo, también protagonizado por Pere Arquillué. Aunque estrenado el año 2021, ha seguido girando hasta hace pocos meses. Dos soliloquios dirigidos por Albertí, que se suman a El burlador de Sevilla, atribuida a Tirso de Molina; En mitad de tanto fuego de Alberto Conejero o La mala dicció de Jordi Oriol; entre otros. El año 2020 Xavier Albertí cerró la etapa de director artístico en el Teatre Nacional de Catalunya. Antes había dirigido el Grec Festival y había sido director residente en el Teatre Lliure. Nos ha citado en la Sala Atrium pocos días antes de estrenar.

¿De dónde nace este texto?
Todo eso nace porque con Alejandro Bordanove llevamos ya un pequeño recorrido juntos. Hubo un día que le comenté que creía que sería interesante que pudiéramos hacer un texto que no tuviera elementos de protección exterior compositivo y fuera a la verdad escénica. Pensaba que un actor de su edad, para crecer, tiene que conocer mucho mejor su instrumento. No me refiero al virtuosismo técnico, sino también cómo el alma se compromete con el propio cuerpo y gesto. Una cosa que es fácil de decir y difícil de hacer. Y para trabajar estos aspectos lo mejor que podíamos hacer era contar con Lluïsa Cunillé, que es una de las mejores dramaturgas de este país. Además, es una cómplice y este año celebramos que hace treinta años que trabajamos juntos, y veintiséis espectáculos juntos. A Lluïsa le pregunté si podía escribir una historia con puntos en contacto de la biografía de Alejandro. Él me explicó cosas de su vida, algunas las hemos conocido a través de los medios, porque las ha hecho públicas. Y con todo lo que le expliqué a Lluïsa, ella construyó un personaje teatral, con ecos de Alejandro y con otros puramente ficcionados.

20240710 XAVIER ALBERTÍ SALA ATRIUM / FOTO: MONTSE GIRALT
Xavier Alberti, una de las figuras más importantes del mundo teatral catalán / Foto: Montse Giralt

¿Lluïsa había hecho alguna vez un texto a medida?
Conmigo lo había hecho en un espectáculo del cual guardo un gran recuerdo, Et diré siempre la veritat, protagonizado por Lluís Homar. Fue el espectáculo que cerró el Lliure de Gracia antes de la reforma. Trabajamos igual: Lluís me explicó cuestiones de su vida que creía que me podían ser útiles y yo los trasladaba a Lluïsa.

Háblanos de la escritura de Lluïsa Cunillé.
Hay un punto de inflexión muy claro en la escritura de Lluïsa. El 2000 o el 2001 escribió un texto precioso, que ganó el premio nacional de literatura dramática: Aquel aire infinito. Siempre he afirmado que, hasta aquel momento, el punto de vista ideológico de los personajes era muy afín a Lluïsa. A partir de este texto, Lluïsa da libertad de autonomía y libertad pensamiento a sus personajes. Empieza a escribir obras en las cuales todos los personajes responden a cosas diferentes de lo que piensa la dramaturga. Y eso abre un campo de experimentación mucho más autónomo sobre el concepto de personaje.

Los personajes de Lluïsa Cunillé responden a las zonas más sombrías de nuestra sociedad

Habéis trabajado siempre con una gran complicidad.
Cuando conoces en profundidad la poética de un autor, te das cuenta de las mecánicas de trabajo. Lluïsa es una autora que reescribe constantemente. Su destilación del texto son una serie de hilos que van entrelazándose dramatúrgicamente. En el mismo texto practica una teatralidad que la hace singular: nunca cierra las significaciones de lo que propone, permite hacerlo el espectador. Los personajes de Lluïsa responden a las zonas más sombrías de nuestra sociedad: sombras de poder, ideológica, económica y de lo que quieras. No es nunca un teatro de glorificación,sino que es un teatro que nos recuerda que detrás de las máscaras del poder hay muchas víctimas.

20240710 XAVIER ALBERTÍ SALA ATRIUM / FOTO: MONTSE GIRALT
L'últim dia día se puede ver en la Sala Atrium hasta el 28 de julio / FOTO: MONTSE GIRALT

Hablamos de una escritora que no ha hecho nunca ninguna entrevista.
Lluïsa siempre ha hecho que todo lo que quiere decir, lo diga su obra. Hay otros de casos que no se han pronunciado, pero sí que es cierto que la mayoría de autores alimenta las necesidades de la industria que exigen las dinámicas de presentación de novelas, clubs de lectura, ruedas de prensa... Y Lluïsa ha decidido no participar de este circuito. Y también porque responde a la timidez, que hace que sea muy cordial con sus amigos y conocidos, y arisca con las personas que no forman parte de estos circuitos. También participa muy activamente de muchas de las dinámicas del mundo teatral. Ella asiste a todos los ensayos de sus representaciones, también a las funciones una vez se ha estrenado la obra. No es una persona que se encierre en casa.

La realidad escénica de un país no la hace su política cultural, la hacen las necesidades de sus creadores y profesionales

Ahora estás en Barcelona, pero has tenido unos meses cargados de trabajo.
Como director escénico el último espectáculo que he dirigido es Calderón, en la Sala Tirso de Molina en Madrid. Un espectáculo que también hemos hecho con Alejandro y que nos ha permitido explicar aspectos poco conocidos de la figura de Calderón de la Barca, un autor que cada vez me fascina más. Ahora, Lluís Homar ha dirigido en el Festival de Almagro el espectáculo inaugural, El gran teatro del mundo, y me ha pedido que haga a la dirección musical del espectáculo. Al mismo tiempo, la Compañia Nacional de Teatro Clasico estrenará un espectáculo, Canciones de amor, de desamor y de piratas, con dramaturgia mía y textos de Gustavo Adolfo Bécquer, Rosalía de Castro, José de Espronceda, José Zorrilla y Àngel Guimerà. Y también diez canciones que vienen de compositores del belcantismo español, que se produce en el espacio de reflexión a mediados del siglo XIX, de una riqueza patrimonial extraordinaria.

Para acabar, déjame que te pregunte por la cartelera de esta ciudad.
Sigo pensando que la realidad escénica de un país no la hace su política cultural, la hacen las necesidades de sus creadores y profesionales. Por lo tanto, una realidad escénica parte de aquello que políticamente crees que se tiene que dar para satisfacer las necesidades de formación e información de tus conciudadanos. Y además, a los artistas que tienen una personalidad definida y propia se les tiene que dar la oportunidad que merecen. Esta es una ciudad que siempre ha sido consciente de que hay varias generaciones de artistas con personalidades definidas, pero pienso que hay una parte de la formación de nuestro patrimonio que no está atendida si nos comparamos con las culturas vecinas. Es importante, porque si no sabes de dónde vienes, difícilmente sabes dónde vas.