Hace años que la política catalana se ha convertido en una fuente inagotable de material literario. El proceso, postproceso y todos sus subproductos se han encargado de llenar las librerías de nuestro país de volúmenes para todos los gustos. Si los amantes de la ficción surrealista pueden deleitarse con el Per què hem guanyat de Francesc-Marc Àlvaro, los de la comedia de situación pueden pasar un buen rato disfrutando de Pere Aragonès, l'independentisme pragmàtic, una joya del humor por la que Magda Gregori no ha recibido todavía el reconocimiento que se merece. Si partimos de la base de que incluso los expresos menos carismáticos (¿se acuerdan de Carles Mundó?) tienen su libro, era cuestión de tiempo que alguien se animara a escribir sobre uno de los personajes más interesantes que el vodevil nacional nos ha permitido conocer.
Hablo de Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, líder de Aliança Catalana y conocida, entre otras cosas, por su oposición fulgurante en el islam y por haber engendrado conceptos como el de “la cultura del yacer y el subsidio” o epítetos tan fascinantes y estrambóticos como el de “Pedro el Musulmán” (en referencia a nuestro presidente emérito). Tal labor ha sido encomendada a Xavier Torrens, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y autor de Salvar Catalunya: La gestació del nacionalpopulisme català (Pòrtic, 2024) un ensayo breve que explica las causas del auge de Orriols, sus influencias ideológicas, la sociología de sus simpatizantes y por qué, a pesar de que nuestro activismo revolucionario se esfuerce en decir lo contrario, es absurdo tildarla de fascista.
¿Por qué Silvia Orriols no es fascista?
El fascismo tradicional era elitista, se basaba en un racismo biológico, era revolucionario y practicaba la violencia política. Yo en el libro hago una serie de preguntas e invito al lector a sacar sus propias conclusiones. ¿Sílvia Orriols propugna un genocidio? ¿Silvia Orriols es una especie de Hitler que busca el establecimiento de un Tercer Reich? ¿Cuenta con el apoyo de una organización paramilitar? ¿Ha escrito un libro tipo Mein Kampf?
No me suena.
Si el lector llega a la conclusión de que no es el caso, que el de Orriols no es un partido del estilo Hogar Social Madrid, Combate 18 o Ku Klux Klan, entonces es evidente que estamos hablando de otro tipo de formación política. No es neofascismo, es nacionalpopulismo.
En el libro hago una serie de preguntas e invito al lector a sacar sus propias conclusiones
¿Y qué es el nacionalpopulismo?
La nueva extrema derecha, formada por partidos que dan un discurso antielitista, como el de Donald Trump, que pese a ser millonario se presenta como una persona que se enfrenta a la élite política de Washington.
Pero Silvia Orriols no es millonaria.
Esto es lo que la hace más creíble y carismática. Ha sido una mileurista durante años, una mujer que trabajaba de administrativa y que empezó su vida laboral como camarera. Vive en un piso de setenta metros cuadrados, con sus cinco hijos y una perra. Esto la hace más peligrosa.
¿Qué tiene esto de peligroso?
Es un riesgo para la democracia, porque vulnera determinados derechos humanos (los de los inmigrantes) exigiendo otros. Además rompe un valor histórico del catalanismo (independentista o no) que es el de cohesión social de los ocho millones de catalanes. Es el primer discurso político con representación parlamentaria que niega abiertamente que todo el mundo que vive en Catalunya puede ser considerado catalán.
También es cierto que nunca habíamos tenido a tanta gente en Catalunya que no hablara catalán.
Pero el catalanismo mainstream siempre ha defendido que debían hacerse políticas públicas lingüísticas destinadas a que todos los ciudadanos hablaran catalán. Se podría hacer como en Quebec, invertir más dinero y ofrecer cursos de catalán gratuitos para todos los niveles, no sólo los más básicos. Pero Aliança Catalana no habla de ello y centra su discurso en estigmatizar a las personas migrantes, convirtiéndolas en las únicas culpables de la descatalanización del territorio.
Si queremos seguir creciendo, continuarán llegando inmigrantes; si nos empobrecemos, dejarán de venir. Se puede optar por un camino o por otro. Lo que no se puede hacer es la cuadratura del círculo
¿La inmigración no es un problema?
El problema es que no se hagan políticas públicas que permitan la cohesión social de un país y que las personas que viven en él, sean migrantes o no, disfruten de unas condiciones sociales, identitarias y económicas básicas. Derechos nacionales y derechos sociales deben tener un mínimo común denominador en los 8 millones de habitantes.
En el libro afirma que, en 2002, teníamos un 5,87% de población inmigrante y, en 2022, un 16,32%, ¿significa esto que, de cara a 2042, nos plantaremos en un 26%?
Catalunya tiene dos caminos: el de seguir siendo un país rico, como Holanda, Quebec, Suecia o Dinamarca o el de empobrecerse y parecerse más a Irlanda, Portugal o Perú. Si queremos seguir creciendo, continuarán llegando inmigrantes; si nos empobrecemos, dejarán de venir. Se puede optar por un camino o por otro. Lo que no puede hacerse es la cuadratura del círculo, es decir, ser un país rico sin recibir inmigrantes. Esto no ocurre en ninguna parte.
A los países pobres también llegan inmigrantes.
Entre 2008 y 2018 apenas hubo un aumento demográfico relacionado con la migración. España sufría una grave crisis económica y los inmigrantes se iban a países más ricos, con un mercado laboral abierto.
¿Cuándo hablamos de riqueza hablamos del PIB? Porque en Els salaris de la ira, Miquel Puig habla de la inmigración como uno de los fenómenos que contribuyen a la pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora.
Cuando había una Guerra Civil en Siria y los inmigrantes llegaban a Turquía y Grecia, no se quedaban allí, porque no había mercado laboral. Ellos iban hacia Alemania o hacia Suecia. ¿Qué quiero decir con esto? Los inmigrantes llegan a países donde existe una necesidad laboral. Pongo un ejemplo. Si no recuerdo mal, el Ripollès es, proporcionalmente, la segunda comarca de Catalunya con más pensionistas y jubilados. ¿Quién cuida a estos abuelos? Los catalanes autóctonos (los que llevan más años aquí) no quieren realizar estos trabajos y, más aún, las familias catalanas no podrían pagar determinados sueldos.
¿No sería trabajo del gobierno encargarse de esto?
O la Generalitat hace políticas públicas para crear más residencias de ancianos o se aplica la Ley de Dependencia o las familias deben contratar a personas que realicen estos trabajos. Esto hablando de trabajos poco cualificados, si miras los datos, te darás cuenta de que, en el Distrito de Barcelona, más del 50% de los nuevos colegiados médicos son médicos de origen extranjero. En Catalunya estamos en la misma disyuntiva que en Alemania, que en Suecia, que en Canadá, que en Australia, que en Francia. Somos un país rico y tenemos una tradición de ser un país rico. La pregunta es: ¿por qué en la segunda comarca con más pensionistas de Catalunya y en la capital con menos inmigración hace mella un discurso como el de Aliança Catalana?
¿Por què?
En Bélgica, el partido nacionalpopulista de Flandes, el Vlaams Belang, es más fuerte donde hay menos inmigrantes. Esto rompe con el sentido común. Uno piensa que habrá más discurso de xenofobia y de islamofobia donde haya más musulmanes o más inmigrantes, pero no es así. Este tipo de discursos tienen mayor éxito en los lugares donde lo que está presente es el fantasma de la inmigración.
¿Por qué en la segunda comarca con más pensionistas de Catalunya y en la capital con menos inmigración hace mella un discurso como el de Aliança Catalana?
¿Qué fantasma es éste?
En las zonas en las que no hay inmigrantes es más fácil que se cree una imagen estereotipada, basada en el miedo. El discurso de Silvia Orriols no triunfa donde hay más inmigrantes, sino donde la gente tiene más miedo a los inmigrantes, es decir, en lugares como Ripoll.
Supongo que el hecho de que los terroristas islamistas que atentaron en la Rambla de Barcelona se hubieran criado en esta ciudad tendrá algo que ver.
Cuando empecé el libro pensaba que el atentado del 17-A tenía más huella en el ascenso de Silvia Orriols de la que realmente tiene. En el 2019, dos años después de los atentados, sólo obtuvo un concejal y quinientos votos. Si el atentado terrorista hubiera tenido tanto impacto, Orriols habría obtenido un mejor resultado.
Pero la crítica a la gestión de los atentados es lo que le hizo saltar a la fama.
Los primeros votos los logra gracias al discurso antiinmigratorio. De hecho, antes de los atentados, Plataforma per Catalunya ya había obtenido un concejal en Ripoll. No es hasta que obtiene el cargo de concejala que Orriols logra poner en la agenda mediática ripollesa el tema de los atentados y de los errores en la gestión posterior.
Errores clamorosos.
En las entrevistas que he realizado, todos los concejales que forman la oposición a Aliança reconocen que fue un error convertir el atentado terrorista en un tema tabú.
Dar voz a la hermana de uno de los terroristas en el acto de homenaje a las víctimas tampoco fue una idea especialmente brillante.
En ese momento la Generalitat tenía un miedo razonable a un crecimiento de la islamofobia. Fue ese miedo el que evitó que se impulsaran acciones para frenar un peligro no menos importante: el del islamismo radical. Parece que sólo haya dos enfoques: el de dar voz a la hermana de uno de los terroristas para evitar la islamofobia y el de responsabilizar al conjunto del islam del terrorismo, que es lo que hace Silvia Orriols. Ambos enfoques son erróneos. En el libro propongo una tercera vía, que implicaría condenar, al mismo tiempo, el islamismo radical y la islamofobia.
¿Y esto no hay nadie que pueda hacerlo?
Faltan técnicos y asesores que cuenten con una formación sobre el extremismo violento de todo tipo, gente que entienda que la extrema derecha es un problema y que también lo es el islamismo radical. Del mismo modo que existe una extrema derecha dentro del mundo europeo occidental, dentro del mundo musulmán existe una ideología autoritaria e incluso totalitaria que también es un peligro. Si una persona musulmana se radicaliza, no se apuntará a la extrema derecha blanca, sino al extremismo islámico.
De la misma forma que hay una extrema derecha dentro del mundo europeo occidental, dentro del mundo musulmán existe una ideología autoritaria e, incluso, totalitaria que también es un peligro
En el libro explicas que una de cada tres mezquitas catalanas está controlada por el salafismo. ¿Cómo se puede evitar que esto derive en nuevos atentados?
Hay países democráticos como Alemania y Gran Bretaña que cierran aquellas mezquitas en las que se hace un discurso de odio. Esto no se hace aquí, pero podría hacerse. Por otro lado, tenemos la vía educativa, que funciona a través de las escuelas, medios de comunicación y el mundo de la cultura, y que tiene el objetivo de trabajar los prejuicios. Pasados siete años de los atentados terroristas, no existe un solo municipio de Catalunya en el que se trabajen los prejuicios que fomentan el islamismo radical. En algunos institutos se han comenzado a realizar talleres contra la lgtbifobia, el machismo o el racismo, pero los prejuicios que llevan a la radicalización islámica no se tratan. ¿Cómo puede que en el instituto secundario de Ripoll no se trabajen estos prejuicios de forma estructural?
Parece que no queramos ver parte del problema.
Formaciones como VOX o Aliança Catalana son la fruta madura de un árbol cuyas raíces son la xenofobia y la islamofobia. Estos elementos existen también en las sociedades francesa, alemana o sueca. La comunidad musulmana tiene otros prejuicios, como la judeofobia o el racismo antioccidental, que son temas que también deben tratarse en las escuelas.
¿Quién nos dice que esto funcionará? ¿No es posible que Alain de Benoist tenga razón y que haya culturas que, simplemente, son incompatibles entre sí?
Hace treinta años, en Quebec, mucha gente decía que no quería inmigrantes, porque creía que así protegería al francés. Mientras decían esto, los políticos quebequeses no diseñaban políticas públicas lingüísticas para enseñar francés a los recién llegados. Era un pez que se mordía la cola. Quebec seguía recibiendo a inmigrantes, porque era un país que crecía económicamente, pero como no se destinaban recursos económicos a que éstos aprendieran la lengua, cada vez tenían menos habitantes que hablaran francés.
No me parece un ejemplo demasiado esperanzador.
Todo fue mejor cuando los políticos quebequenses decidieron cambiar su marco mental. En lugar de rechazar a los inmigrantes, empezaron a verlos como potenciales hablantes de francés y diseñaron una política pública basada en fomentar el aprendizaje de la lengua. Hablo de políticas mucho más fuertes que las que se están poniendo en práctica en Catalunya, políticas que demuestran que la solución al retroceso de una lengua no es culpabilizar a los inmigrantes.
Aliança ha aprendido de Gramsci la idea de luchar por la hegemonía cultural. Esto último les ha salido muy bien, han situado el discurso contra los inmigrantes en la discusión política
Entonces, ¿por qué funciona tan bien el discurso de Aliança Catalana?
Como ocurre con la mayoría de los partidos nacionalpopulistas, saben combinar muy bien las ideas de Carl Schmitt con las de Antonio Gramsci. De Schmitt, que fue miembro del Partido Nazi, sacan la concepción de la política como un campo de batalla en el que sólo hay amigos y enemigos; de Gramsci, comunista italiano, la de luchar por la hegemonía cultural. Esto último les ha salido muy bien, han situado el discurso contra los inmigrantes en la discusión política.
Hace tiempo que la posibilidad de restringir la inmigración forma parte del debate político. ¿Deberíamos considerar a los Tories británicos o los socialdemócratas daneses partidos nacionalpopulistas?
El nacionapopulismo es más complejo. Un partido conservador o socialdemócrata puede tomar elementos del nacionalpopulismo sin ser nacionalpopulista. Puede adoptarse una política restrictiva con la inmigración sin adoptar ideas propias del nacionalismo radical o de los discursos xenofobos, Macron lo ha hecho. También es cierto que hay políticos que empezaron sus carreras como socialdemócratas y que han acabado convirtiéndose en nacionalpopulistas. El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, es un ejemplo.
¿Qué ocurre cuando un partido nacionalpopulista llega al poder?
Este tipo de partidos intenta limitar la libertad de información, condicionar la independencia del poder judicial y fomentar una política educativa que no busque la cohesión social, sino la polarización. Hay excepciones, como la de Viktor Orbán en Hungría, pero, por lo general, no se traspasa la frontera de ir de una democracia a una dictadura.
No parece que vaya a terminar el mundo.
Aunque el sistema político no cambie, los partidos nacionalpopulistas contribuyen a la vulneración de los derechos democráticos de cierta parte de la población, especialmente los de las personas migrantes, que también tienen derechos.
¿Crees que es una anécdota destinada al fracaso o que, en un futuro próximo, Europa estará gobernada por partidos de esta ideología?
A corto plazo todo apunta a que estos partidos se consolidarán. Ya ha pasado en Italia, en Francia, en Alemania, en Suecia… En cuanto a Aliança Catalana… En el libro planteo dos escenarios, uno que implica su fracaso y otro que abre la puerta a su ascenso. El segundo me parece más creíble que el primero. Es altamente probable que el partido de Orriols crezca en número de votos y representantes de cara a las elecciones municipales de 2027.
Es altamente probable que el partido de Orriols crezca en número de votos y representantes de cara a las elecciones municipales de 2027
¿Orriols podría llegar a la presidencia de la Generalitat?
Todo apunta a que, en la próxima legislatura del Parlament de Catalunya, aquella que debería empezar en el 2028, Aliança tendrá grupo parlamentario propio y que, muy probablemente, irá escalando posiciones. Ahora bien, una presidencia de Silvia Orriols requeriría, al menos, dos legislaturas.
Orriols 2032.
No descarto nada. Nadie pensaba que Meloni pudiera llegar a primera ministra o que un partido como Alternativa por Alemania ganara las elecciones en un land como el de Turingia o que Donald Trump pudiera llegar a la Casa Blanca… No es posible a corto plazo, pero nadie sabe lo que puede acabar pasando.
Si asumimos que el nacionalpopulismo busca restringir el derecho a la información, debilitar la separación de poderes y deportar a los ciudadanos extranjeros, es decir, hacer cosas son competencia exclusiva de los estados, ¿qué puede hacer Aliança Catalana dentro del marco autonómico vigente?
Polarizar a la sociedad. De hecho, ya lo está haciendo. Ripoll es un buen ejemplo. La polarización crea una división social muy fuerte, que puede ser la génesis de conflictos que acaben teniendo una manifestación violenta.