La mujer con más álbumes en el número uno de la historia. La cantante que lleva más semanas consecutivas en la lista Top 100 de Billboard: casi 9 años seguidos. La más escuchada en Spotify. También es la primera artista en ocupar simultáneamente los 10 primeros puestos de la lista de canciones más reproducidas en Estados Unidos. Lidera la gira con más recaudación jamás vista y que hará doble parada en Madrid el próximo 29 y 30 de mayo (y cuyo primer concierto se podrá seguir en directo en El Nacional). Ah: y fue la persona del año para la revista Time. Al principio no daba crédito. Cada vez que leía un titular minimizaba el impacto de cada noticia, no podía ser para tanto. Pero hace unas semanas saltó una alerta en la pantalla de mi ordenador: “un libro explora las claves del éxito de la cantante a través de la búsqueda de un periodista”. ¿Alguien me había leído la mente? ¿No estaba sola en mi ignorancia?

🟠 Lee un extracto del libro Fenómeno Taylor Swift, de Yeray S. Iborra

 

🔴 Concierto de Taylor Swift hoy en Madrid, DIRECTO | Última hora del show en el Bernabéu
 

Ese alguien era Yeray S. Iborra, colega y colaborador de esta misma sección. No tenía ni idea de que estaba preparando un libro sobre Taylor Swift y me sorprendió que la casualidad me fuera de cara: por fin podría atracar mi curiosidad y preguntarle a alguien sobre el tema sin parecer mi madre. Eso me convertía en el conejillo de indias perfecto, y detecté que lo que tanto había obviado en forma de scroll indefinido tenía una razón de ser que probablemente lo transcendía todo. El libro de Yeray es la radiografía de una inquietud. Guía al lector, aporta datos y se hace preguntas con tanta naturalidad que cada cual acaba sacando sus propias conclusiones sobre (ojo) la artista más importante de nuestro tiempo. El autor huye de la cátedra y de la sentencia barata con un estilo dicharachero que bebe infinitamente más del estilo de bar que del trabajo académico, y eso lo hace tremendamente accesible. Precisamente, el mérito más grande de Fenómeno Taylor Swift (Silex) es que queramos saber más.   

Foto: Irene Vilà Capafons

¿Cuál era tu relación con Taylor Swift?
Era muy comercial, de haberla escuchado mucho por la radio. A diferencia de lo que se dice en el libro, sí que es cierto que en la pandemia escuché los dos discos que sacó —folclore y evermore—. Piensa que es una autoficción, y aunque el personaje central sea periodista y profesor —como yo— no es exactamente mi voz; de hecho, el narrador es de los descreídos. En ningún caso tenía una relación emocional con su música, y creo que quizás porque la tenía muy ubicada en un lugar del mainstream me sorprendió tanto el detonante que hace estallar el comienzo del libro, que es la transversalidad de la locura en que se convirtió mi trabajo como profesor de instituto durante la preventa de entradas en junio del año pasado. Yo conocía el fenómeno pero he ratificado que no conocía la magnitud. La tenía ubicada en el mismo universo que Katy Perry, entre ella y Kacey Musgraves, y evidentemente, está ea años luz de todo el mundo. Tanto a nivel de números como a nivel de literariedad, de lo que da de sí hablar, pensar o discutir sobre ella, está lejos de prácticamente todo el mundo.

¿Qué la hace tan genuina?
Personalmente, y en eso sí que me he reflejado generacionalmente, es que no busca la perfección en ningún caso. Yo creo que prácticamente todos los que estamos en torno a los 30 hemos crecido con fenómenos pop muy industriales y pluscuamperfectos: Britney Spears, la etapa Dirty de Christina Aguilera... todo estaba muy bien estudiado y era impecable. I Taylor Swift no renuncia en ningún momento a su imperfección, de hecho es una cosa que ponen muy en valor sus fans para sentirse cerca de ella. Después hay un segundo aspecto industrial, puramente sistémico dentro de la industria de la música, que es la libertad que se ha procurado en todos los gestos que ha ido haciendo contra la venta de sus derechos, contra las plataformas de streaming o, en el último de los casos, controlando su merchandising. Eso le da un papel de mujer empoderada de la industria que se ve muy reflejado en el discurso de los Billboard que reproduzco en el libro, donde incluso hace un papel de sororidad con todas las compañeras como ama y señora de sus decisiones. Y si te viniera un swiftie pedigrí, te diría que obviamente por las canciones. Este no es mi caso; hay canciones con las que conecto, pero creo que la música se queda corta para explicar el fenómeno Taylor Swift.

La música se queda corta para explicar el fenómeno Taylor Swift

¿Pero cuándo hizo el boom?
Ella ha hecho varios booms y la metralla se ha ido escampando cada vez a más generaciones o públicos. Primero fue Taylor Swift country, que ya fue un fenómeno en los Estados Unidos, porque, precisamente, no había ninguna cantante femenina que cantara country para adolescentes. Eso ya hizo que allí ella tuviera un público brutal. Para nosotros, el country prácticamente no existe, pero en los EE.UU. es una música de raíz y muy comercial. De hecho, Nashville —de dónde es ella— es el Port Aventura del country. Cuando dio el salto al sonido más pop, sumó a otro público, y el reventón definitivo vino con Reputation, que es el disco en respuesta a Kanye West y a toda una serie de machos de la industria en que ella se reafirma como artista. Es el momento en que da un golpe sobre la mesa y se empieza a decir que no es solo una chica que canta canciones country para adolescentes. Después llegan los discos de la pandemia, quedando cerca de artistas de culto como Bon Iver o Aaron Dessner, que hacen que se acerque hacia un público folk, alternativo y no country, de público de Primavera Sound. De hecho, es una cosa que podía haber pasado: estaba programada en el Mad Cool y no acabó viniendo por el covid. Aquellos discos le acabaron de abrir las puertas de la prensa especializada y de la gente que nos hacemos los snobs cuando Taylor Swift ya es demasiado grande. Y el estallido que me toca a mí es el de toda la locura en torno al Eras Tour.

O sea, que el fenómeno está justo en la cresta de la ola.
Sí, el otro día hablábamos con una amiga, y es extraño porque estoy haciendo la promoción y no paran de sumarse datos históricos. El Eras Tour Movie ha sido el documental que más ha vendido por encima del This is it de Michael Jackson, lo acaba de comprar Disney Plus y le ha pagado una morterada de millones para poder reproducirlo solo por el caché. Me daba cuenta de que yo he cerrado el libro aquí, pero que estamos en el ojo del huracán: saca disco en unas semanas, las elecciones americanas son dentro de nada y tendrá algún papel, aunque sea por omisión, y evidentemente cuando sean los conciertos en Madrid. En cada país va provocando este efecto de bola de nieve, y cuando lleguen estos conciertos no escucharemos hablar de otra cosa.

¿Hay algún fenómeno mediático que se le pueda comparar?
Los datos son bastante vistosos y dan para titulares. Y no es un hablar de la prensa, realmente ha batido muchos récords: es la número uno en muchas cosas a nivel histórico. Pero fenómenos como el de Taylor Swift han vivido todas las generaciones: Madonna seguro fue similar a esto, y ha habido artistas solistas que también han estado a la altura de Taylor Swift a nivel de difusión fuera de la música. Madonna era un icono, y ha habido muchos iconos a lo largo de la historia. Pero la gente que frivoliza o infantiliza a Taylor Swift creo que no se da cuenta de que hay millones de personas que están disfrutando con esto. Ya es un poco viejo y cansado el discurso de que el fenómeno durará dos días, porque seguro que se pensó lo mismo con Madonna. Es un discurso cultural que sale una vez detrás de otra, ¿y de verdad tenemos que seguir perpetuando eternamente que alguna música es una mierda? Qué cansancio. Si le gusta a tanta peña y ha vendido tantas entradas, como mínimo considerémosla o escuchémosla. Creo que ya no hay esta monocultura, y mirárselo con altitud o desprecio me parece pobre y que no favorece a la crítica.

También hay un montón de gente que no es que la critique, es que directamente no sabe quien es. A Beyoncé todo el mundo la conoce. ¿Porque a Taylor Swift no, a pesar de superar todos los récords históricos?
Es una buena pregunta, y también me da la sensación de que si yo digo Beyoncé o Rihanna en mi entorno también habrá mucha más aceptación, o la sensación de haber escuchado más canciones. No sé si es solo por una cuestión de ciencia de bar, de que cada uno tiene su entorno, o también porque Taylor Swift no tiene tantos booms ni tantas colaboraciones, y tiene una carrera mucho más basada en los discos. Ella ha mantenido mucho el patrón clásico del que bebe, que es hacer discos; es el patrón con el que creció en el country y el patrón de los artistas que le gustaban cuando era más joven. Las cinco primeras canciones más populares de Taylor Swift en Spotify creo que se entienden menos sin sus discos.

Sin embargo, ¿dirías que es una artista intergeneracional?
Yo creo que sí. Creo que participa de espacios que sí o sí afectan a más gente que los discos o los conciertos. Por ejemplo, el hecho de que haya escogido tan claramente mantener una distancia con la prensa —la entrevista que ha dado a Time es la primera que da en mucho tiempo— y se haya dedicado más a elaborar discursos en ciertos momentos determinados (en la universidad al doctorarse, en los Billboard), y en estos discursos abre mucho el espectro. En las primeras etapas había ido a late shows americanos a hablar de cualquier cosa. Una vez con Ellen De Generes, de golpe apareció Justin Timberlake, y entonces todavía había un punto de objectualització del personaje, con un juego carca y antiguo porque él era su ídolo. Y ahora el ídolo absoluto es ella. Ahora le habla a la gente de su edad, y a partir de los 30 los debates ya empiezan a parecerse bastante a los de la gente de 40 o 50. No es una anécdota que haya grupos de personas mayores siguiéndola; en los conciertos no solo habrá madres o padres acompañando a las criaturas, habrá adultos a quienes les gusta Taylor Swift.

No es una anécdota que haya grupos de personas mayores siguiéndola; a los conciertos no solo habrá madres o padres acompañando a las criaturas, habrá adultos a quienes les gusta Taylor Swift 

Hago de abogada del diablo: ¿no se cuestiona que, más que una tía sincera, sea una estrategia de marketing muy bien montada?
Yo creo que Taylor Swift, por encima de esta sinceridad y de esta honestidad, es sistema. Es totalmente sistémica. Incluso cuando habla de temas LGTBI o de feminismos, cuando se posicionó políticamente con el Black Lives Matter, o contra Donald Trump. Incluso su declaración más honesta forma parte de un engranaje brutal en el que ella está metida. Lo que me gustaría pensar es que eso no la desacredita para emocionar. A Taylor Swift se lo ha catalogado muchas veces como la woke de América —"nuestra progre"—, pero está claro que no podemos obviar que es hija del sistema y que juega las reglas del juego como la más campeona del tablero. Pero eso no excluye entender esta contradicción, igual que nos gustan tantas otras cosas sistémicas o seguimos mil marcas comerciales.

La eterna dicotomía...
Me parecería reduccionista que este sea el único motivo para atacarla. No sé hasta qué punto llora cada línea que escribe, pero en todo caso no creo que sea el principal motivo para atizar contra ella ni que se tenga que desacreditar su propuesta cuando se mete en pitotes políticos solo porque lo hace desde un sitio de mucho privilegio y sistema, de puro capitalismo. Piensa que las entradas más baratas no bajan de 200 euros. Ella querrá mucho a sus swifties, pero las quiere ricas o endeudadas, y es ella quien ha decidido dar 146 conciertos cuando la demanda en Ticketmaster era de 900. Estamos hablando de que Taylor Swift se hubiera podido pasar perfectamente 9 años girando con el Eras Tour. Pero realmente no se tiene por qué posicionar; sigue habiendo muchas estrellas del firmamento pop que no abren la boca.

Foto: Irene Vilà Capafons

Dices que Taylor Swift es un espejo. ¿Cómo es posible reflejarse y empatizar con personas que evidentemente están a años luz de nuestra realidad?
Estoy ultra de acuerdo con la reflexión. He pensado mucho en eso. El libro es una autoficción donde yo vuelco cosas, donde hablo de salud mental o de mis crisis generacionales, y también me lo he preguntado. No tengo una respuesta. Es una pregunta muy interesante y muy abierta que creo que nos afecta a todos, porque quien no se refleja en Taylor, lo hace en un influencer o un futbolista. Pero es una pregunta que creo que se enmarca dentro del mundo de pantallas en el que vivimos. Las personas que más escuchamos y vemos a lo largo del día son a través de una pantalla, y no es tan extraño que acaben siendo nuestros profetas o el sitio donde ir a llorar. Cuando los referentes están muchas más horas en el móvil que en tu entorno próximo pasan locuras de Black Mirror como esta, que Taylor Swift acaba siendo la persona a quien le lloras tus desamores.

¿El fenómeno Taylor Swift sería el mismo sin las redes sociales?
Es muy difícil de saber, pero que fenómenos como el de Taylor Swift ya habían existido sin redes sociales también es verdad. Y eso lo hemos vivido nosotros. Sin ir más lejos, con Estopa. Para mí, David y José eran mis tíos macarras. Y no había redes sociales, de ellos solo tenía un casete, así de viejos somos [ríe]. La cultura pop, la cultura de masas, es una cosa que va mucho más allá de Instagram, pero con esta plataforma todo se puede hacer mayor.

Taylor Swift se hubiera podido pasar perfectamente 9 años girando con el Eras Tour

¿Corre el riesgo de caducar en breves?
Insisto, creo que estamos en el ojo del huracán. No sé qué pasará una vez acabe la gira o cuándo saque este nuevo disco, que todavía no entiendo a nivel narrativo ni de estrategia. ¿Qué hace aquí en medio de una gira? Las cosas no acostumbran a hacerse así, pero quizás incluso en eso está haciendo lo que le da la gana. Lo que sí que creo que es guay de Taylor Swift como modelo —si es que una cosa tan sistémica como Taylor Swift nos puede parecer un modelo— es que no me parecería extraño que empezara a ocupar roles mucho más activos en producción o en temas discográficos, y que visibilice otra parte del papel de la mujer en la industria que no sea tanto desde la primera línea artística. Ella lo tiene allí, fácil: la mayoría de las canciones ya las firma y las produce. Creo que hay un abanico abierto.

¿A ti ha conseguido interpelarte?
Las canciones que me interpelaban antes son las que me interpelan ahora, no he hecho lecturas nuevas. Yo era de los descreídos, pero nunca he tenido una postura cerrada; si no entiendo alguna cosa, me pongo a ello. De hecho, este libro básicamente es la explicación de una cosa que no entiendo. Lo que sí me ha pasado en algunos momentos es que la he sentido medio próxima. Creo muchísimo en el discurso de los Billboard o en algunos gestos que vi en el documental. Tampoco es nada que no hayan hecho otros artistas, pero me hacen tenerle simpatía. Si me hubieran encargado entrevistar a Taylor Swift antes, lo hubiera hecho por pura curiosidad, pero ahora lo haría seguro, porque me resulta extraño que periodistas que la han entrevistado muchas veces destaquen esta integridad y este saber estar, y yo quiero conocer a artistas que son capaces de compatibilizar esta locura cósmica tan sistémica con valores tan próximos. No sé si soy más swiftie, pero no resolvería una conversación de bar sobre Taylor Swift tan rápido como hubiera hecho antes. Creo que tiene capas y que no se la puede infantilizar, me parece ridículo infantilizarla.
 

Foto: Irene Vilà Capafons