Jo mai mai, la nueva serie de 3Cat, creada por Sergi Pompermayer i Mar Picó, refleja perfectamente la fe ciega y la estima inocente que todos depositamos en el monitor de los scouts, el esplai o las colonias, como un faro moral intocable. Al mismo tiempo, su protagonista, Mai, representa otra realidad: cuando a la juventud nos llega el turno de ser monitores, prácticamente por instinto, nuestra vida es un desastre. Tal y como, muy en el fondo, la de los padres de la protagonista, que poco a poco pierden el rol de mesías todopoderosos porque ellos tampoco lo tienen todo bajo control. Ni siquiera el camino que escogemos como hijos.
Las experiencias que relata esta serie, sumadas a un popurri de referencias culturales catalanísimas y a un escenario que facilita la acción, son tan particulares y al mismo tiempo universales que por sí solas hacen funcionar la serie. El producto cuida tanto los detalles que genera una sensación de descanso en el espectador. Finalmente, amado sector del audiovisual, vamos en la dirección correcta. Aunque eso tenga dos caras: cuando una serie es buena, que es el caso, como audiencia depositamos toda la fe y toda la presión del mundo para hacer funcionar la industria catalana.
Jo mai mai la protagoniza una brillante Clàudia Riera, conocida por Vis a Vis y Las del Hockey. Su estilo franco y directo, que en Las del Hockey, a ratos, le restaban importancia como actriz, aquí la hacen destacar y le dan mucha fuerza. Carga al personaje de valentía, sin alejarlo del caos que representa. Mai es ideal porque a ratos la odiamos, a ratos todos queremos ser ella, y en el fondo, todos somos un poco ella. Y porque además, estar enfadado todo el rato también es una cosa muy generacional. Quien la acompaña, Miki Núñez, últimamente está incluso en la sopa. Y no me extraña, porque está fantástico. Nuestro golden boy catalán se estrena en interpretación en la pantalla pequeña con una sutileza y unos matices que sorprenden muy positivamente.
Las buenas decisiones de casting van mucho más allá de los dos protagonistas. Es un gusto ver este amplio reparto de actores jóvenes (Jan Buxaderas, Maria Morera, Joel Cojal, Zoe Arnao, Biel Rossell, Berta Rabascall, Aleix Otem i Imèn Akandouch) que, a pesar de estrenarse mayoritariamente, denotan mucha comodidad. Todos ellos se juntan con otros profesionales que ya hace años que se pasean por los teatros, como Moha Mazian, y con caras de toda la vida, como Pere Ponce y Mercè Arànega. Los vínculos familiares entre personajes casi lo convierten todo en una especie de relieve generacional ficticio. Uno "ahora os toca a vosotros".
Mai es ideal porque a ratos la odiamos, a ratos todos queremos ser ella, y en el fondo, todos somos un poco ella. Y porque además, estar enfadado todo el rato también es una cosa muy generacional
En términos narrativos, además, es muy hábil incorporar la historia de tres generaciones diferentes en un contexto en que la audiencia está tan segmentada y se vuelve más difícil acercarse a la transversalidad. Yo nunca nunca claramente tiene una temática juvenil, pero de momento no molestan las escenas donde el foco son los padres. Todo el reparto coral cuaja de una manera orgánica que no se había conseguido en las difuntas La última nit del karaoke y Bojos per Molière. Por fin caminamos más allá del potencial.
El lenguaje que utiliza a la juventud está extremadamente cuidado y no busca disfrazar a los adolescentes de adultos que, al mismo tiempo, se disfrazan de adolescentes. Hace falta también una mención especial a los estilistas. Sin ser ninguna experta en moda, es cierto que esta nuestra televisión ha descubierto finalmente la importancia de la estética que, a Jo mai mai, no tambalea en ningún momento. Están presencia de marcas muy populares y de diseños conocidísimos que se han hecho virales a TikTok los últimos meses. A ratos, incluso la publicidad funciona como herramienta de referencia cultural. Lejos de parecerme forzado, aquel Sagalés enorme que deja a Mai en la puerta de su casa es más una táctica de empatía que una promoción.
Lo qué quizás no funciona tanto para acercarse al público es la banda sonora. Yo nunca nunca es hija de Go!azen, una producción vasca que, de hecho, es una serie musical. La catalana quiere dar un paseo intencionado por los últimos treinta años de música icónica del país. Pero una, que no lo sabía cuándo la empezó a ver, no pudo evitar desconectar de la versión actualizada del Vine a la festa, básicamente porque me pareció criminal que no estuviera sonando la Mushka o Julieta. Todo se acentuó cuando mi compañera de piso apareció por el pasillo y me preguntó "Estas mirando Cop de Rock?". Los iconos se construyen, se crean. Y para crearlos, hace falta la plena confianza de la televisión pública en los artistas en catalán de hoy para que ambienten nuestras series. Els Pets son fantásticos, pero hace demasiados años que vivimos de remakes.
Está en el tema del voto de confianza donde radica el talón de Aquiles de la producción. En mi cabeza, Jo mai mai tendría que funcionar como un statement en 3Cat, un cambio de era. Igual que, a su manera, lo ha sido La Travessa, por ejemplo. Esta serie tenía que gritar a los cuatro vientos: ¡"Mirad, mirad, estamos aquí! Todavía somos pioneros. Somos capaces de haceros enganchar a la televisión cada lunes." Y sobre el papel, esta serie consigue marcar muchos cuadraditos en la lista, y lo hace de una manera casi perfecta: es transversal, los personajes enamoran, los diálogos están bien construidos, es próxima, amena y desprende calor. Jo mai mai funciona, y es facilísimo enamorarse.
Todo el reparto coral cuaja de una manera orgánica que no se había conseguido en las difuntas L'última nit del karaoke y Bojos per Molière
Pero esta serie no innova. Es inevitable sentirla como el enésimo déjà-vu de Merlí o incluso de Pulseras Rojas, pero en otro escenario. Cosa que, en lo que parece la inversión del año a la corpo, deja con un mal regusto en el estómago. 3Cat, después de años haciendo series que se han convertido en iconos generacionales, sigue siendo muy fiel a la estructura, a los tipos de personajes, en los arcos narrativos de siempre. Tenemos un país diverso, y Jo Mai Mai es para el público de toda la vida. O al menos, para recuperar al público de toda la vida que con los años ha ido perdiendo. ¿Adaptada a los tiempos actuales? Y tanto. ¿Novedosa? No, nada. A mi, pero, que claramente entro dentro de este pack, me ha recuperado del todo.
La única pregunta que me queda es si hoy por la noche Miki Nuñez sintonizará Operación Triunfo, donde dos concursantes cantarán una canción suya, o dejará 3Cat para ver su primera serie. Como escoger entre la mama y el papa. Y me parece que su respuesta, más o menos, irá en la línea del resto de catalanes. No para que este hombre decida lo que hacemos todos juntos, sino porque quizás en su caso, como en el de todos, decidirá la voluntad o decidirá la inercia. Sin presiones, Miki.