Dinamarca no solo se tuvo que ir el miércoles de Wembley con la sensación de que habían privado su sueño de jugar la final de la Eurocopa con un escandaloso penalti, sino que a lo largo de este viernes ha trascendido que parte de los 8.000 daneses que pudieron acudir al estadio, por los 50.000 que fueron a apoyar a Inglaterra, fueron humillados y agredidos por aficionados ingleses, antes, durante y después del partido.

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Un aficionado inglés, viviendo con pasión el partido contra Dinamarca / EFE

"Lárgate, no eres de aquí"

"Fue terrorífico. Cuando salíamos del estadio tras el partido, la gente empezó a gritarnos que nos fuéramos de allí. 'Lárgate, no eres de aquí'. Trataron de quitarnos la bandera de Dinamarca y como no lo consiguieron, empezaron a tirarme del pelo", explica Jeanette Jorgensen, una danesa residente en Londres desde hace el 2006 al diario The Guardian. Además, el mismo rotativo explica la dura experiencia que vivió un danés dentro de un autobús, donde fue agredido por un grupo de seguidores ingleses delantero de su hijo simplemente por lucir una camiseta de Dinamarca. 

"Mis hijas de 14 y 11 años no se atrevieron a lucir sus camisetas y sombreros daneses porque fueron intimidadas por los fanáticos ingleses", recuerda al portal danés DR Sigrun Matthiesen Campbell, que además denuncia que ya en Wembley varios aficionados la escupieron e insultaron.

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La histórica recta de Wembley, llena de aficionados después del Inglaterra-Dinamarca / Europa Press

Un niño danés, sacado a empujones de su asiento

A pesar de que Wembley tendría que ser un estadio neutral al ser una Eurocopa multisede, las restricciones de Inglaterra por la pandemia del coronavirus evitan que las aficiones de otros países puedan desplazarse a Londres, convirtiendo de facto a Inglaterra en la anfitriona. Dinamarca, de hecho, solo pudo tener el apoyo de 8.000 daneses, que al residir en el país pudieron acceder a comprar la entrada.

Teóricamente, esos 8.000 seguidores, ubicados en unos de los fondos, tendrían que haber estado protegidos del resto, donde se ubicaban unos 50.000 ingleses, pero según denuncian varios aficionados de Dinamarca, en su zona se colaron muchos hooligans, que no dudaron en emplearse con violencia. "Vi como un inglés sacaba a empujones a un niño de su asiento para poder ocuparlo. Tuvimos que comprar nuestras entradas a través de la DBU porque querían que todos nos sentáramos juntos. No estoy segura de lo que sucedió, pero definitivamente había muchos fanáticos ingleses entre nosotros, lo que hizo que el ambiente se entumeciera. Creo que algunas personas se asustaron un poco porque eran muy agresivos", añade Jorgensen al The Guardian.

A todo ello hay que añadir las protestas de la propia selección danesa, que vio como el público de Wembley abucheó su himno, empleó bengalas y pirotecnia durante el partido y un láser para molestar a Kasper Schmeichel. Solo faltó el penalti inventado sobre Sterling para acabar convirtiendo lo que podría haber sido una fiesta histórica en una pesadilla inolvidable.

 

Imagen principal: los jugadores de Dinamarca, agradeciendo a su afición el apoyo mostrado en Wembley / EFE