El pasado lunes, el Barça perdonó la sentencia de esta Liga Santander empatando sin goles ante el Girona en el Camp Nou. En términos generales, fue un partido pobre que, a pesar de llegar con la Liga prácticamente sentenciada, merecía mucha más intensidad por parte del conjunto blaugrana después de que la única amenaza para alzarse con el título, el Real Madrid, perdiera en casa contra el Villarreal.
El derbi catalán, como el de Montilivi, estuvo de lo más igualado, pero la falta de ambición de los de Xavi Hernández acabó por dejar como definitivo el 0-0 con el que se empezó el partido. El Girona firmaba el empate en vista de la entidad superior de su rival y de que su objetivo, la permanencia matemática, está un punto más cerca. Con todo, tanto Lewandowski, de nuevo señalado por la falta de gol, como Raphinha, como Ansu Fati, se quedaron con la ansiedad de irse a casa con los bolsillos vacíos.
Un tridente con la pólvora mojada
Lewandowski volvió a completar un partido en el que echó de menos de lo lindo las asociaciones con los todavía lesionados Ousmane Dembélé y Pedri. El polaco, aunque tuvo un par de ocasiones manifiestas de gol, no consiguió desestabilizar el marcador. Raphinha, falto de recursos y manteniendo al delantero centro sin alimentación de balones peligrosos, también estuvo gris, perpetrando, de nuevo, centros que en su gran mayoría significaban pérdidas.
Mientras tanto, Ansu, de los tres, se podría decir que es quien estuvo mejor. El '10' estuvo lejos de ser definitivo, pero se le vio mucho más atrevido, ambicioso y con ganas de demostrar que tiene nivel para seguir vinculado al Barça. No obstante, tanto él como Raphinha, fueron sustituidos antes de completar el partido y, según destaca culemania.com, Ansu Fati se sentó en el banquillo con cara de pocos amigos.
Ansu Fati sigue haciendo números para que el Barça haga caja con su venta
El Barça necesitaba la victoria ante el conjunto gerundense con el fin de sellar una Liga que se ha labrado a base de regularidad y de seguridad defensiva, pero se acomodó sobre el cojín de 12 puntos y la derrota merengue para permitirse un empate. Sea como sea, era una oportunidad de oro para Ansu, que sabe que se está jugando, en estas citas finales de temporada, su continuidad en can Barça.
Para el equipo, una vez su triunfo liguero sea matemático, quizás las últimas jornadas de la competición son intrascendentes, pero para Ansu valdrán oro porque el extremo de 21 años tiene entre ceja y ceja demostrar que todavía tiene recorrido y cosas que ofrecer, habiendo dejado atrás dos lesiones que todavía hoy se vinculan a su flojo rendimiento.