El fútbol, el deporte rey, no es fenómeno de masas por casualidad. Tiene algo que engancha y que mueve pasiones, a pesar de que su gran momento, el gol, es escaso si se compara con otros deportes. Y uno de sus puntos mágicos es que es impredecible como pocos deportes, siempre hay margen para la sorpresa, para que David derrote a Goliat. Y en parte lo es porque no hay un solo camino para ganar, porque no siempre gana el que más dispara a portería o más minutos tiene la pelota. Hay mil y una formas de competir.

Hay equipos que pueden apostar por el juego de posición, con el Barça de Guardiola como gran paradigma. Aquel equipo fue mágico y ganó 14 títulos en 4 años, pero también sufrió la derrota, cayó eliminado de la Champions contra equipos como el Inter o el Chelsea, que optaron por encerrarse atrás y salir al contraataque. Y este sábado Hansi Flick puso encima del tapete el uso del fuera de juego hasta el extremo, una apuesta que, aparentemente, era muy arriesgada, pero que resultó ser un acierto incontestable. Flick acababa de convertir el fuera de juego en arte, un hecho que no se veía en la élite del fútbol desde finales de los años 80, cuando el Milan de Arrigo Sacchi lo popularizó.

El revolucionario Milan de Sacchi

Como sucedió con Pep Guardiola y el Barça, Arrigo Sacchi solo estuvo 4 temporadas en el Milan, desde la 87-88 hasta la 90-91, pero creó escuela, hasta el punto de que aquel equipo será para siempre uno de los mejores de todos los tiempos. Para ponerlo en contexto, a mediados de los 80 en Italia predominaba el denominado catenaccio, un estilo ultradefensivo creado por el austríaco Karl Rappan en los años 40 y que en los 60 popularizó Helenio Herrera. Sacchi renegaba de aquella imagen y se fijó en la Holanda de Michels y Cruyff, la del fútbol total. El italiano apostó por alejar la defensa del área. “El fútbol que yo quería era activo también en la fase defensiva; los jugadores debían ser protagonistas gracias a la presión", explicó en su biografía.

Sacchi trabajó el concepto del espacio-tiempo, transmitió la necesidad de defender hacia arriba, presionando, y con las líneas muy juntas, asfixiando al rival y, sobre todo, explotando la opción del fuera de juego, ya que el espacio entre su defensa y el portero invitaba al rival a jugar en largo, una trampa, ya que el movimiento hacia arriba de la línea defensiva en el momento del pase, dejaba al delantero en fuera de juego.

Arrigo Sacchi, con la Copa de Europa en su etapa como entrenador del Milan / Foto: AC Milan

Del Milan de Sacchi al Barça de Flick

El arte del fuera de juego, sin embargo, necesita una coordinación perfecta de la línea defensiva, ya que un error termina siendo letal, ya que deja al atacante solo ante el portero. Es por ello que se necesita un líder que indique el momento justo de salir y que logre que sus compañeros confíen en él, ya que la reacción lógica de todo defensa al ver un pase en largo es la de recular, no la de ir hacia adelante. Y en el caso del Milan de Arrigo Sacchi, el gran capo fue Franco Baresi, un maestro de la lectura del juego. Sacchi lo denominaba "atacar al ataque rival". 

Todos estos conceptos son los que está aplicando Hansi Flick en el Barça. El mérito de haberlo logrado en solo 3 meses es enorme, ya que alcanzar el nivel que se vio en el Clásico en tan poco tiempo parece un auténtico milagro. El Barça sabe que sus rivales ya están trabajando duro para encontrar la manera de romper la estrategia de Flick. El alemán ha recuperado el arte del fuera de juego, un auténtico homenaje a aquel inolvidable Milan en el que, por cierto, jugaba un tal Carlo Ancelotti.