Mikel Arteta le ha cambiado la cara al Arsenal. Los gunners siempre han estado entre los más fuertes de la Premier League, pero no lograban consolidarse en lo más alto desde la final de la Champions League de 2006 que perdieron contra el FC Barcelona. El curso pasado estuvieron a punto de dar la campanada y llevarse de nuevo la Premier. Al final fue el Manchester City el que se llevó el título. Pero este curso han vuelto a presentar candidatura a ser los nuevos campeones. Y no les va nada mal.

Los londinenses son líderes por encima del Liverpool y del City. Aunque con un partido más disputado, le saca 5 puntos a los 'red' y 6 al conjunto de Pep Guardiola. Y todo ello mientras firman actuaciones estelares.  

Tres ofensivas por Raphinha 

Uno de los futbolistas que Arteta siempre quiso en su plantilla es Raphinha. Ya lo quería cuando el brasileño jugaba en el Leeds, pero entonces se quedó con las ganas de sumarlo a su proyecto. El FC Barcelona se hizo con sus servicios.

Volvió a insistir en el pasado mercado invernal. Entonces Raphinha no terminaba de convencer en la ciudad condal. Y el jugador, siempre a la sombra de Ousmane Dembélé, no estaba del todo contento. Y Arteta quiso aprovechar la ocasión. Pero el club catalán rechazó sentarse a negociar.  

Raphinha Barça / Foto: Europa Press
Raphinha Barça / Foto: Europa Press

El pasado verano hubo una nueva ofensiva, pero en esta ocasión fue el propio Raphinha el que se negó a salir de la capital catalana. Tras la salida de Dembélé tendría más oportindades y protagonismo. Una negativa que parece haber convencido al Arsenal para descartar definitivamente la incorporación del delantero. 

El Arsenal descarta ir de nuevo a por Raphinha 

 De hecho, no han sido solo las negativas lo que ha llevado a Arteta a olvidarse del crack. También ha influido el hecho de que el míster siente que está servido con lo que tiene. Y también la buena sintonía que se respira en el vestuario gunner. Es sabido que Raphinha es un futbolista con ego que quiere jugarlo todo. Una actitud que cuadra poco en un vestuario como el del Arsenal, donde Arteta ha sabido rebajar egos y transmitir la sensación de conjunto donde no hay nadie más importante que otro.