En Japón cada vez hay menos personas que quieren que este verano se celebren los Juegos Olímpicos de Tokio. Las encuestas contrarias a la celebración de los JJ.OO. entre la población japonesa, de hecho, han pasado en poco tiempo del 66% en contra del evento al 83%.
Los médicos de Tokio piden la cancelación de los JJ.OO.
Y mientras las protestas por las calles de Tokio son cada vez más numerosas, se van uniendo a la negativa organizaciones de todo tipo. La última, muy relevante, ha sido la Asociación de Médicos de Tokio, que representa a más de 6.000 médicos, que le ha hecho llegar una carta a Yoshihide Suga, primer ministro del país nipón, pidiéndole que recapacite y cancele los JJ.OO. "Los hospitales están muy ocupados y casi no tienen capacidad libre. Solicitamos encarecidamente a las autoridades que convenzan al COI de que la celebración de los Juegos Olímpicos es difícil y que deberían cancelarse".
La semana pasada, sin ir más lejos, se mostró en contra de la celebración de los Juegos Hiroshi Mikitani, CEO de Rakuten. "Es peligroso albergar un gran evento internacional de este tipo. Vemos que muchos países todavía están luchando contra este virus, incluidos India y Brasil. Y aún no es momento de celebrarlos".
De momento, ya se han recogido más de 350.000 firmas en contra de la celebración de los Juegos Olímpicos, una cifra que se espera que se multiplique en los próximos días.
La línea que separa la salud de la economía
Como tantas otras decisiones durante la pandemia del coronavirus, el principal motivo por el cual los dirigentes japoneses están haciendo todo lo posible para que los Juegos se disputen es económico. "Existen varias cláusulas dentro de este acuerdo de ciudad anfitriona, si Japón cancelara unilateralmente el contrato, entonces, en general, los riesgos y pérdidas recaerían en el comité organizador local", aseguran expertos legales en la BBC.
Cuestionado por este asunto, Yoshihide Suga, el primer ministro japonés aseguró hace unos días que jamás tomarían una decisión así por motivos económicos. "No pondría los Juegos por delante de la salud pública". El problema, claro está, es que la cancelación oficial debe hacerla el COI, que no está por la labor. Si Japón fuera quien tomara unilateralmente la decisión, tendría que asumir sanciones económicas muy cuantiosas.