Pudo ser un baile en toda la regla, pero este Barça tiene corazón. Pudo haber sentenciado el equipo blaugrana en la primera parte, pero prefirió seguir jugando con el resultado. El Atlético de Madrid nunca encontró el balón en el primer período, fue dominado, incluso bailado, y se fue hundido al descanso (0-2), pero encontró el camino de la recuperación en el segundo y suerte tuvo el equipo blaugrana que sólo recibió un gol en la reacción de los de Simeone. No obstante, el Barça ha puesto un pie en la final de la Copa del Rey.

El fútbol es eso y a veces, los periodistas, no tenemos ni idea. Una alineación que resulta ideal para encontrar las contraseñas que sirven para abrir férreos conceptos defensivos como los que siempre ha impuesto el Atlético de Diego Simeone.

Una estrategia que parece contemplativa pero que es de aquí te espero, de si me das la espalda gozaré como nunca. Una táctica en la que te invitaré a mi casa, entrarás en mi jardín pero no en mi cocina, pero si avanzas un poco más sabes que te vas a desnudar y yo correré hacia la tuya, y en tu portería es cuando mi alegría será mayor.

Una defensa implacable, con un Umtiti y Piqué tremendamente expeditivos, un Mascherano en el mediocampo como en sus mejores tiempos, y una delantera rápida, veloz, que aprovechaba los espacios como nadie, sirvieron al Barça de Luis Enrique para decir “aquí está el campeón de esta competición”, “respete”, “tráteme de usted” y “aprenda”.

Golazos de Suárez y Messi

El partido más temido resultó el más entretenido y más gozado por los blaugrana. Se divirtió el Barça jugando al contragolpe. En esa modalidad tiene el arte de ser el mejor. Sus tres alfiles son letales. Luis Suárez lo demostró a los 7 minutos cuando después de una gran recuperación de Mascherano –inmenso en el centro del campo- dribló a Godin y se hizo un autopase espectacular sobre Savic para finalizar con un disparo cruzado a la izquierda del portero.

El 0-1 puso al Barça en órbita y bajó de las nubes al Atlético. A partir de ese momento, el equipo de Luis Enrique ofreció un recital, todo un baile de fútbol. Dominio y control. Anulación total del enemigo. Iniciativa. El balón en su poder y ganas y empuje y una calidad exquisita.

Corriendo detrás del balón como estaba, el Atlético fue a la deriva. El Barça lo había invitado tanto allá donde no iba a encontrar nada. Y quedó mareado. Casi borracho. No sabía dónde estaba y se encontraba en su casa, pero el Barça se la había invadido.

Y la demostración de que quién mandaba era el Barça llegó en el minuto 33, cuando una jugada que empezó por el lado izquierdo del ataque blaugrana con Suárez acabó con un zurdazo, un golazo, una joya, una preciosidad, una locura de gol de Messi, tras sin antes pasar el balón por Neymar, Messi, Rakitic y el argentino que colocó el balón allá donde uno de los palos elige si entra o no. Entró. Fue el 0-2.

Pero todo el mundo sabe que el equipo de Simeone no es un equipo cobarde, que se rinda aún perdiendo 0-2 en su campo. No. Había que esperar la reacción en la segunda parte de los rojiblancos, y llegó. En el minuto 60, Griezmann halló la fórmula para superar la resistencia de un seguro Cillessen.

Se podría discutir que hubo falta en la jugada, que permitió a Godin asistir de cabeza al delantero francés, pero a estas alturas de temporada ya todo el mundo sabe qué es lo que corresponde.

Mirando el reloj

Acabó el Barça pidiendo agua y tiempo. Nada lógico en un equipo que había dominado como dominó el primer tiempo. Pero muy natural porque el rival no era otro que el Atlético de Madrid, un equipo que no se entrega nunca.

El Barça se abrazó a una nueva victoria desde el sufrimiento cuando había hipnotizado a su adversario en los primeros 45 minutos en un partido electrizante. Pero ya tiene un pie en la final de la Copa del Rey.

Los goles

0-1 Suárez 6'

 

0-2 Messi 33'

 

1-2 Griezmann 59'