Puestos a ser positivos, a disfrutar en lugar de empezar a lamentar la falta de un mejor juego y a recordar la nostalgia de los tiempos del rondo, y del mediocampo que dominaba, los barcelonistas hoy tienen que seguir de fiesta viendo como su Barça ha llegado a finales de enero con posibilidades de conseguir un nuevo triplete. De momento está en las semifinales de la Copa del Rey, hecho que el Real Madrid no puede decir, es tercero en la Liga y está en los octavos de la Champions. El otro equipo que puede aspirar a un triplete de los semifinalistas de la Copa es el Atlético de Madrid, que es cuarto en la Liga pero a 8 puntos del líder.
Pero pese a la clasificación habría que decir aquello que el Señor Lobo en la película Pulp Fiction de Quentin Tarantino le dijo a John Travolta y a Samuel L. Jackson después de limpiar un coche ensangrentado que había que hacer desaparecer: “Bueno, caballeros, no empecemos a chuparnos la polla todavía”.
¿Por qué? Porque el triunfo del Barça sobre la Real Sociedad fue más meritorio en el partido de ida en Anoeta, que en el del Camp Nou. Porque el Barça deberá mejorar mucho su juego y, sobre todo, el control de la pelota y la posición en el campo si no quiere que el PSG, rival en la Champions, lo elimine.
Por supuesto que es mejor estar ahí dentro, en la lucha de todas las competiciones porque durante unas semanas la afición blaugrana puede seguir riéndose un poco de la del Madrid que parecía tener ya los tres títulos en el bolsillo.
Pero una vez más, otro equipo, la Real Sociedad, no de tanto relieve, pero con un entrenador como Eusebio Sacristán, al que Johan Cruyff admiraba como a pocos jugadores, lo puso en aprietos.
El marcador señala un global escandaloso, de 6-2 a favor del Barça, pero es justo reconocer que en el primer gol de Denis Suárez la jugada nació de una falta de Umtiti a Xavi Prieto. Que Cilessen evitó el 1-1 con un paradón a tiro de William José, en jugada que inmediatamente sirvió para que Neymar arrancara un contragolpe, producto de un pase en el que Luis Suárez se ayudó con la mano, que acabó en el penalti que convirtió Messi. Y que, además, la Real marcó dos goles en el Camp Nou.
No fue un triunfo, a pesar de lo abultada de la victoria en el Camp Nou, para dejar tranquila a la afición, que además pareció importarle poco el encuentro. Pero hoy por hoy y a estas alturas de la temporada lo importante es seguir vivo en todas las competiciones, continuar soñando con un triplete que ha cambiado de barrio.