Los días pasan y el Barça estrecha el cerco sobre los fichajes antes de empezar oficialmente la temporada, el próximo 12 de agosto contra el Sevilla en el marco de la Supercopa de España. Uno de los nombres subrayado en la agenda de la secretaría técnica blaugrana es el de Willian Borges, un mediocampista ofensivo del Chelsea.
El futbolista brasileño, que en los próximos días hará 30 años, aparece como un relevo de Paulinho en el apartado numérico. Willian, indiscutible con Brasil en el último Mundial de Rusia, fichó por el Chelsea el verano del 2013 y ha conseguido adaptar su juego, vertical y vertiginoso, a la Premier League. Además, su fichaje aseguraría goles y asistencias. La duda aparece cuando las informaciones que se publican en Inglaterra aseguran que el Barça ya ha hecho tres ofertas y está dispuesto a pagar 72 millones de euros para vestirlo de blaugrana.
La pregunta parece clara. ¿El Barça, que ya ha cerrado las incorporaciones de Arthur Melo y Clément Lenglet, necesita hacer uno de los fichajes más caros de su historia para firmar un futbolista que jugaría enganchado a la banda y frenaría la progresión de Ousmane Dembélé? Con Brasil y el Chelsea, Willian siempre ha jugado de extremo. Su exhibición contra el Barça en los octavos de final de la pasada Champions es una muestra de todo lo que puede ofrecer un jugador consagrado en la élite del fútbol mundial. La dirección deportiva, sin embargo, tiene que acabar de analizar si esta operación casa con su política de fichajes.
El club, que después de ver cómo Neymar cambiaba Barcelona por París aseguró que no entraría en el juego de un mercado inflacionado, ha cerrado fichajes por encima de los cien millones como los de Dembélé y Philippe Coutinho. Los dos jugadores son una clara apuesta de futuro. Pero el caso de Willian es diferente por la edad. El Barça podría guardarse los millones para reforzar el medio del campo, donde la necesidad es mayor después de la salida de Andrés Iniesta, y atacar las operaciones de Adrien Rabiot o Frankie de Jong.
La apuesta por Willian pone en cuestión el modelo del Barça, que en los últimos meses ha desviado la mirada de la Masia para clavarla en en el escaparate internacional, donde las subastas de talento cada día se cierran por un precio más alto. El proyecto tiene que marcar los nombres y no al revés. La burbuja del fútbol invita a que la secretaria técnica reflexione: seleccionar las inversiones en clave de futuro y sin las urgencias del presente.
El club, más allá de oportunidades de mercado, necesita consolidar un relato verosímil en sus operaciones. Tanto de entrada como de salida. El rendimiento de los juveniles, vigentes campeones de la UEFA Youth League, puede suponer la excusa perfecta para recuperar la apuesta decidida por el talento del fútbol base.
Ernesto Valverde, que confiaba en las particularidades de Paulinho y parece decidido a reconstruir los puentes con el filial, reclama más armas para intentar el asalto a la Champions. Ahora es la dirección deportiva quien en los próximos días tiene que acabar de perfilar al Barça 2018/19. Y hacerlo a golpe de talonario con jugadores como Willian, que basan su fortaleza en la condición física, no parece la mejor opción.