El pasado 6 de febrero, antes del confinamiento y antes de que la palabra coronavirus nos fuera tan familiar, en todos los bazares de Catalunya se empezaron a agotar las velas con los números 1 y 0. Según parece, también en las pastelerías del país notaron un aumento de la demanda de pasteles de cumpleaños con el número 10 hecho con nata. La situación más curiosa se vivió en los parques infantiles de piscinas de bolas, sin embargo, que durante días no dieron abasto con la acumulación de celebraciones dedicadas a criaturas de 5.º de Primària.

Seguramente la mayoría de sus pequeños protagonistas no lo sabían, pero todos son hijos de una noche del 6 de mayo del 2009 de la cual hoy se cumplen once años y que nueve meses más tarde comportó un inusual aumento de la natalidad en Catalunya durante los últimos días de enero y los primeros de febrero del 2010, según publicó hace unos años un estudio del doctor Jesús Montesinos en el British Medical Journal. Hoy hace once años en los bares se podía fumar, José Montilla era presidente de la Generalitat, el mundo se dividía entre los que al bolsillo llevábamos un Nokia o los que llevábamos una BlackBerry, y el Barça, que tres días antes había asaltado el Bernabéu ganando 2-6 al Real Madrid, sólo tenía dos Copas de Europa en las vitrinas.

Aquella noche del 6 de mayo de 2009, cuando en el minuto 92 de juego y con 1-0 en el marcador Dani Alves centró desde la banda derecha de Stamford Bridge, el mundo se detuvo cuando pasaban 22 segundos y 3 minutos de las diez y media de la noche: Eto'o no remató, la pelota cayó a los pies de Messi después de un rebote y el astro argentino, sin pensarlo, pasó la esférica a Iniesta, que disparó al primer toque para enviar al fondo de la portería de Cech el gol más inolvidable que el barcelonismo haya celebrado nunca.

En aquel momento, cuando Andrés Iniesta corrió hacia la gradería quitándose la camiseta y describiendo mejor que el diccionario del Instituto de Estudios Catalanes la palabra éxtasis en su rostro, el manchego no podía imaginarse que nueve meses más tarde se registraría un aumento del 16% en el número de nacimientos en Catalunya gracias a su gol. Los hijos del gol de 'Lo puto Gusiluz' también lo son de la galopada de Pep Guardiola celebrando el gol por la banda, de la astucia de Silvinho alertando el técnico de Santpedor que hiciera un cambio para perder tiempo o de las imágenes de un Joan Laporta eufórico abrazándose en el palco con el resto de directivos azulgranas, saltándose el protocolo y haciendo, sencillamente, aquello que les reclamaba el corazón.

Los hijos del iniestazo quizás todavía no lo saben hoy, pero es posible que aquella noche del 6 de mayo sus padres fueran alguna de las muchas parejas que, movidos por la pasión, se tiraran también a hacer lo que les reclamaba el corazón después de celebrar el gol en algún bar del Eixample, en alguna plaza con pantalla gigante de Mollerussa, en alguna peña barcelonista de la Plana de Vic o en alguna habitación de hotel con televisión por cable.

Hace tres meses, mientras sus criaturas soplaban las velas y abrían algún regalo, unos cuantos padres quizás ya no se encontraron en la comprometida situación de tener que explicar a sus hijos pequeños de dónde vienen los niños, ya que en 5.º de Primària ya se estudia el aparato reproductor en Naturales. A pesar que la ciencia ayude a sus hijos a entender cómo llegamos al mundo, hoy es el día idóneo para que estos padres expliquen a sus hijos de diez años y medio, sin embargo, la historia de la cigüeña que trae a los bebés envueltos en el pico. El 6 de mayo es el día idóneo para hacerlo, pero que no les digan que viene de París. Que los digan que, en su caso, la cigüeña vino de Stamford Bridge.