"La mujer del César, además de honrada, debe parecerlo". Esta frase, pronunciada por Julio César en el año 62 a.D. para justificar su divorcio de una Pompeya que no había hecho nada negativo, hace tiempo que se le aplica al Barça con mano de hierro. Y el último ejemplo está siendo el caso de las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor, un auténtico juicio público, sumarísimo y con toques de escarnio, que vuelve a demostrar el poder que tiene el gran altavoz mediático, situado únicamente en Madrid y a un volumen brutal. Porque ya no importa si el Barça tiene razón o no, si LaLiga y la RFEF se había sobrepasado en sus funciones al aplicar un artículo, el 130.2, de forma errónea, lo que interesa es el relato, el poso que quede en el recuerdo colectivo. A día de hoy, por ejemplo, se sigue recordando el Chelsea-Barça de Ovrebo, "el robo del siglo", mientras que lo acontecido un año después en el Inter-Barça, el de Benquerença, ha pasado al baúl del olvido. El relato.

Como sucedió con el caso Negreira, que se convirtió en tema capital en toda España, incluso con programas televisivos especiales y maratonianos, el Barça ha sido considerado el malo de la película desde el segundo 1, por lo que era de esperar que una vez se saliera con la suya todo fuera a explotar por los aires. De una forma más o menos rudimentaria, el Barça le ha ganado al sistema, pero su imagen ha quedado dañada y ya no podrá repararla, ya que la apisonadora, el altavoz, está en marcha. El club blaugrana cometió el error de no medir bien los tiempos, atrapado en el laberinto en el que le había metido LaLiga, y de pecar con momentos de improvisación, aunque el relato de que el Barça se ha saltado las leyes para salirse con la suya ya se ha instalado en el imaginario colectivo. Ya no importa si el club blaugrana tiene razón o no, ni siquiera tendrán valor las explicaciones que pueda dar Joan Laporta el próximo martes. Como con el caso Negreira, el Barça es culpable. Y punto.

Javier Tebas, presidente de LaLiga y vicepresidente de la RFEF / Foto: Europa Press

De exigencia en exigencia hasta el juicio final

Ya en noviembre, en el Barça empezaron a sospechar que algo raro sucedía con las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor. En cada reunión con LaLiga aparecían nuevas exigencias, cambios en el guion. El acuerdo con Nike, por ejemplo, pasó de valer a no valer, a pesar de que el Barça aceptó reafirmarlo con una Asamblea de Socios extraordinaria. Finalmente, viendo que LaLiga no iba a dejar de poner piedras en el camino, el Barça decidió cambiar de estrategia y acudió a la justicia, para lograr la inscripción a través de una cautelar, siguiendo los mismos pasos que con Gavi. En esta ocasión, sin embargo, LaLiga no se cruzó de brazos y entró en la ecuación, logrando tumbar la petición blaugrana.

El Barça, sin embargo, tenía un plan C, el de los palcos VIP del Spotify Camp Nou. Su venta llevaba tiempo en la mesa de negociaciones, pero Joan Laporta decidió acelerarla para parar una bola de nieve que se estaba haciendo gigantesca. Y volvieron las trabas. LaLiga exigió el 40% de la operación por adelantado, pero cuando el Barça lo logró se cambió la exigencia, ya que al haber implicadas 2 empresas el pago debía ser de las 2. El reloj, imparable, siguió corriendo y finalmente el segundo pago llegó el 2 de enero, por la festividad del día 1. El Barça recibió el OK de la Liga a volver a estar en la regla 1:1, pero al mismo tiempo desinscribió a Dani Olmo y Pau Víctor. El incendio ya estaba servido.

La Junta Directiva de la RFEF, con Louzán al frente, Tebas y Aganzo, presidente de la AFE / Foto: EFE

La interpretación del artículo 130.2

LaLiga actuó con celeridad y el mismo día 1 eliminó a Dani Olmo y Pau Víctor de la plantilla del Barça, un acto que sorprendió, y mucho, en el club blaugrana. Y es que los servicios jurídicos blaugrana hacía días que enfatizaban que ni LaLiga ni la RFEF podían vetar la inscripción a través del artículo 130.2 del Reglamento General, ya que su marco de acción era distinto. "Un/a futbolista podrá estar inscrito/a en un solo equipo de un club, sin posibilidad de ser dado de baja y alta por el mismo en el transcurso de la misma temporada, salvo caso de fuerza mayor o disposición reglamentaria".

El punto de discordia es el "por el mismo", ya que el Barça no había dado de baja a sus jugadores de forma voluntaria. Hace unos años, por ejemplo, el Barça no pudo fichar a Aubameyang en el mercado de invierno porque antes lo había traspasado al Chelsea. El caso de Dani Olmo y Pau Víctor es distinto, por lo que el Barça entiende que tiene hasta el 31 de enero, momento en el que se cierra el plazo de inscripciones, para regularizar su situación.

El Barça, empujado a politizar el caso Olmo

LaLiga, molesta con el Barça y con Joan Laporta por la negativa a aceptar el contrato de CVC y por el proyecto de la Superliga, siguió inflexible, por lo que la pelota pasó a una RFEF muy débil en estos momentos, ya que justo acaba de entrar en la presidencia Rafael Louzán, que ha intentado calmar las aguas dándole una vicepresidencia a Javier Tebas y otra a David Aganzo, presidente de la AFE. De hecho, sigue sorprendiendo el silencio del sindicato de los futbolistas en el caso de Dani Olmo y de Pau Víctor, ya que ambos se podían quedar sin jugar 6 meses.

La RFEF se vio entre la espada y la pared, con opiniones de todo tipo y con el peligro de volver a romper con LaLiga, por lo que fue a lo fácil, se alineó con la patronal, consciente de que el Barça iría al Consejo Superior de Deportes (CSD), con todos los números para lograr la cautelarísima. El club blaugrana, de hecho, habría ido a la justicia ordinaria si hubiera sido necesario, convencido de que ha tenido la razón desde el primer momento y que, en el fondo, ha sido víctima de una campaña de desgaste que solo buscaba dañar la imagen del Barça. Es cierto que el club fue tarde, que midió mal los tiempos y que ha dado una imagen de cierta improvisación. Otro tema es que el incendio haya sido provocado o no. Y es que, cuando se trata del Barça, además de ser honrado debe parecerlo. Como Pompeya.