El Barça Lassa demuestra, una vez más, que la irregularidad es su peor enemiga. El equipo protagonizó en la pista del Brose Bamberg alemán una derrota vergonzante después de dilapidar una ventaja de 26 puntos en el primer cuarto.
Al Barça de Sito Alonso le volvieron a temblar las piernas, evidenciando una fragilidad defensiva impropia de un candidato a estar en la Final Four de la Euroliga.
Los blaugrana llegaban a Alemania con la moral reforzada. La victoria en la pista del Real Madrid iluminaba la mejor cara de un Barça que en Europa se volvió a transformar, como el Doctor Jekyll y Mister Hyde.
El primer cuarto contra el Brose supuso el mejor inicio en años del equipo fuera del Palau Blaugrana. El partido parecía sentenciado gracias a las aportaciones de Rakim Sanders y Adrien Moerman. Los alemanes no podían hacer nada contra el acierto de los blaugrana: 80% en tiros de 2, 60% en triples y 100% en tiros libres.
Pero los 10 minutos de baloncesto sin fisuras fueron un espejismo. Dos pérdidas de pelota infantiles y tres ataques consecutivos sin anotar reanimaron al Brose Bamberg para llegar al descanso 37-49. El aliento de los alemanes ya rozaba la nuca de Thomas Heurtel y compañía.
En la segunda mitad el Barça firmó su certificado de defunción. Cada minuto que pasaba acortaba las distancias en el marcador y acercaba el partido a un desenlace inevitable. A Sito Alonso se le aparecieron todos los fantasmas en el tramo final, cuando el equipo, otra vez, fue incapaz de reaccionar y ofrecer su mejor versión.
84-81. Derrota final para cerrar uno de los partidos más extraños de la historia reciente de la Eurolliga. Una exhibición que acabó en humillación.