Ya era hora que el Barça de Quique Setién demostrara un poco de esperanza para un futuro mejor. Pero desde que llegó el equipo tampoco ha mejorado tanto como se esperaba. Con Ernesto Valverde no había una filosofía y los blaugrana se arriesgaban a hacer un fútbol inconsistente que tanto podía acabar saliendo cara o cruz. Y eso hacía temblar los cimientos de la principal fuente de ingresos del club. La necesidad de ganar la Champions y el acomodo del vestuario precipitaron un adiós a deshora de Valverde.
Por este motivo Josep Maria Bartomeu y compañía quisieron volver a los orígenes, para buscar una idea de fútbol que recordara a la época gloriosa pasada, pero parece que nadie pensó que cambiar el equipo de la noche a la mañana y en medio de la temporada no sería fácil.
Setién ama la pelota
El Barça ha cambiado pero tampoco es tan diferente al de los primeros meses de la temporada. Setién lleva tres semanas en can Barça y, de momento, ha habido momentos de todo. El Barça es como una montaña rusa que te puede llevar de estar en el cielo y optar al triplete si se gana, a quemar el club si se pierde.
Cabe decir que el estilo ha cambiado de rumbo y de los partidos descontrolados se ha pasado al dominio absoluto del juego. Setién quiere aplicar la filosofía de la posesión, del juego de posición y del control de los partidos. "Si tienes la pelota nadie te hará gol", repite cada vez que puede.
Y en cifras se ve claramente que la apuesta para tener el balón está bien presente: con Valverde se tenía de media un 65% de posesión y en los cinco partidos de Setién se ha subido a un 75%.
Falta de ritmo y debilidad defensiva
Aunque en cinco partidos disputados hasta ahora el Barça de Setién ha conseguido cuatro victorias y una derrota, en ningún caso nadie ha acabado del todo satisfecho. Diez goles marcados —dos por término medio por partido— y siempre mirando hacia el faro blaugrana. Cuando Messi ha jugado, el Barça ha sido más efectivo, pero la derrota en el campo del Valencia ya denotó que el estilo Setién no acababa de encajar.
En los primeros partidos el técnico cántabro apostó por una defensa de tres y exigió una presión muy alta y constante. También muchos pases y prohibición del balón largo en la creación del juego. Una idea muy buena que hubiera funcionado en el Barça de Pep Guardiola. Hace diez años.
Ahora, con la gran mayoría de los futbolistas importantes superando los treinta años, el ritmo no es el mismo. La pelota no circula tan rápida, los jugadores no tienen la movilidad de antes y la presión tampoco es tan efectiva. Y estas malas sensaciones, combinadas con un sufrimiento constante en los tres primeros partidos, obligaron a Setién a volver al 4-3-3 y a recuperar ciertos tics del estilo Valverde.
La reconversión del Barça
Al Barça le ha faltado profundidad, amplitud y más velocidad porque cuando los equipos rivales se cierran no hay ningún tipo de opción de ver portería. Setién ha vuelto a poner a cuatro defensas y abrir los ataques, pero defensivamente todavía se conservan los problemas.
Goles y más goles encajados. Ayer contra el Levante uno más cuando nadie lo esperaba y volviendo a sufrir en el tramo final. No puede ser que el Barça acabe pidiendo la hora en cada partido.
Setién ha matizado el juego del Barça, le ha dado seguridad en la salida de pelota y ha cogido el control de los partidos, pero no mejora los registros de Valverde ni ofensivamente ni en defensa. Hace falta tener paciencia y darle tiempo al nuevo equipo técnico. El Barça de Setién todavía necesita mejorar.