Si no hay goles, no hay alegría. El Barça se ha perdido en su estadio y no ha ganado un partido por primera vez en esta temporada en el Camp Nou. La irregularidad, la falta de ideas en ataque y la pérdida de la capacidad de intimidación se ha hecho evidente en el partido de Champions League contra el Slavia de Praga (0-0), pero los blaugrana mantienen el liderato.
El espíritu derrotista de Levante
Todavía manteniendo el espíritu derrotado y terrorífico del partido en el campo del Levante, con la derrota en la retina, el Barça ha intentado cambiar el chip en la Champions. Pero no lo ha conseguido. Ya en Praga vio como el Slavia, a priori el más débil del grupo, le ponía en duda los tres puntos que al final se llevó. Y en el Camp Nou la dinámica ha sido la derrotista.
Ernesto Valverde ha apostado por un equipo de liebres, con Dembélé, Semedo, Jordi Alba, Arturo Vidal, Griezmann... y no extraña que los checos hicieran más de Barça que el mismo Barça. Posesión para los visitantes y los culés a verlas pasar. La poca afición presente en los primeros minutos del partido, debido a que el duelo ha sido en horas inusuales en Europa, ha sufrido de lo lindo.
Olayinka, el futbolista que en Praga se hizo el autogol que les condenó contra los blaugrana, parecía el Dembélé de las mejores ocasiones. Semedo, Piqué, Lenglet y Jordi Alba han sido superados constantemente en defensa. Y en ataque sólo el lateral portugués parecía tener intenciones de marcar gol.
Busquets y De Jong han tenido más trabajo del esperado y sólo Arturo Vidal, el futbolista más luchador sobre el césped, ha realzado los ánimos decaídos de los culés. Ni los tímidos ataque de los franceses Griezmann y Dembélé, inoperantes, han parecido calentar la fría tarde barcelonesa.
Esperanza en Messi y Fati
Pasaban los minutos y Ter Stegen se ha tenido que convertir en más protagonista de lo que tocaría, y Messi, el que siempre está, parecía desaparecido. El 4-2-3-1, con el '10' de delantero centro por falta de Luis Suárez, no ha servido para controlar ni el partido ni al rival. En los primeros 45 minutos, para olvidar para el Barça, sólo se salva una jugada de maestro de Messi, que se ha recorrido medio campo en una carrera que parecía el Ronaldo Nazário de los mejores tiempos, pero que ha acabado con el balón tocando la crucecita de la portería del Slavia.
Y a pesar de pasar los minutos y cambiar un poco el espíritu en la segunda parte, la dinámica no ha cambiado. De la posesión checa se ha pasado a un juego de contraataques. El Barça ha apostado por el intercambio de golpes.
Sergi Roberto, que ha entrado en el descanso por el lesionado Jordi Alba, ha estado a punto de marcar en el minuto 55. Y cuatro después el VAR ha anulado un gol de Arturo Vidal por un fuera de juego de Messi por centímetros.
Valverde, totalmente incrédulo en conseguir la victoria, ha tenido que recorrer a la ilusión de Ansu Fati (que ha entrado por Dembélé) y a las piernas de Rakitic (que ha entrado por Busquets). Y ha sido la mejor decisión posible. Veinte minutos para la esperanza.
El joven Ansu Fati, de 17 años reciente hechos, ha sido el jugador más atrevido del segundo tiempo. Ni un cuarto de partido para mostrar sus ganas, su fantasía con la pelota en los pies y también su visión. Una asistencia suya ha estado a punto de acabar en gol de Messi, pero el portero rival ha seguido siendo inexpugnable en el estadio culé.
Y los 90 minutos han acabado sin goles. Como en Dortmund. El Barça ha vuelto a demostrar que ha perdido su fútbol y su capacidad ofensiva. La irregularidad llega por primera vez en el estadio y también por primera vez no se gana en casa esta temporada. El Barça sigue siendo líder en el grupo de Champions y se queda sin marcar en el Camp Nou después de 45 partidos consecutivos. El Barça también se ha perdido en casa.