El Barça gana con el piloto automático contra el Sporting de Portugal, acaba invicto la fase de grupos de la Champions y redescubre que la vida es muy dura sin Leo Messi (2-0). El descanso del argentino ha vuelto a desvirtuar al equipo, sin ideas en ataque ni en la creación.
Un equipo nuevo
Ernesto Valverde ha sacudido la coctelera buscando mantener la "competitividad" a la que acostumbra hacer referencia y dar descanso a muchos titulares, con el partido del próximo domingo en Villarreal en la cabeza. Sólo repetían tres futbolistas del once contra el Celta de Vigo. Y descansaban Ter Stegen, Sergio Busquets o Jordi Alba. Y Leo Messi. El '10' ha encadenado la segunda suplencia consecutiva en Europa. Todo un récord.
El Barça tenía muy pocos alicientes para afrontar el partido de esta noche en el Camp Nou. Conservar el prestigio del club parecía el único motivo para perseguir camisetas verdes. A pesar de monopolizar la posesión de la pelota, el equipo ha estado muy espeso. Nadie arriesgaba para cambiar el ritmo y el paso de los minutos ha ido anestesiando a los blaugrana. Ivan Rakitic hacía de Busquets en el medio del campo y Luis Suárez seguía inmerso en su particular guerra. Contra el gol y contra él mismo. Sin acierto fuera del área y extralimitándose en sus funciones de delantero centro, consciente de que el equip necesitaba nuevos líderes.
El Sporting, sin hacer nada del otro mundo, ha empezado a pisar el campo del Barça. Y sin quererlo ha inquietado la portería de Jasper Cillessen. La sombra de Messi es tan alargada que ennegrece todas las líneas. El equipo era incapaz de encontrar soluciones y el empuje de Denis se difuminaba cuando tenía que combinar con Paco Alcácer.
Valverde veía desde el césped cómo el juego del equipo era previsible y muy poco nocivo para el rival. El Barça no tenía ningún plan de juego ni argumentos para sobreponerse al planteamiento, ordenado, de los portugueses. Rui Patricio, portero de lo Sporting, sólo ha tenido que intervenir una vez en los primeros 45 minutos, desviando un chute de Suárez.
Vitamina Messi
El equipo y el partido necesitaban a Leo Messi. Y mientras el público coreaba su nombre porque ya se quitaba el chándal, se ataba las botas y se preparaba para entrar en el campo, el Barça ha encontrado el camino del gol. La afición miraba al banquillo y Alcácer volvía a mirar a la portería. El delantero remataba de cabeza un córner de Denis para deshacer un 0-0 que parecía inamovible por las pocas ocasiones.
El cambio de Messi ha venido acompañado de una ensordecedora ovación y de una reacción de sus compañeros, mucho menos rígidos. Cillessen ha justificado su titularidad parando el gol de Bas Dost a bocajarro y Valverde ha utilizado la segunda parte como banco de pruebas. El cambio de Busquets por Piqué ha convertido al '5' del Barça en central, de cara a futuros experimentos sin Samuel Umtiti ni Javier Mascherano.
La victoria momentánea de la Juventus en Grecia convertía en un imposible la gesta del Sporting. Y Messi, muy vigilado entre líneas, se encargaba de lanzar y acabar los ataques, sin precisión en los últimos metros. Rui Patricio ha evitado, con dos estirones, que hiciera el 2-0 y dejara el partido visto por sentencia. Un gol que sí ha marcado Jeremy Mathieu. En la portería equivocada y en el descuento.
Los tres puntos, sin brillo, permiten alargar la racha de imbatibilidad del Barça, que sigue arrancando partidos del calendario y conserva intactos las opciones de levantar los tres títulos a final de temporada. El descanso de hombres clave es la mejor noticia de una noche donde el fútbol le ha vuelto la espalda en la Champions.