Hoy ha empezado, un año más, la gran cita anual del ciclismo. Y lo ha hecho de la manera más emotiva. El Tour de Francia ha abierto una edición número 111 que viene con muchas novedades y con grandes sorpresas desde el primer día. La primera etapa ya nos ha traído dos situaciones inéditas. Por primera vez, el Tour ha salido desde Italia, con Florencia como ciudad privilegiada. Y, cuatro horas después del inicio, los ciclistas han pisado por primera vez en la historia el país de San Marino. Además, el primer día ha terminado como nadie se esperaba. Romain Bardet, quien ha anunciado que se retira del ciclismo este mes de julio, ha conseguido su cuarta victoria de etapa. Un final ideal para una etapa inaugural que no ha decepcionado a nadie.
Como ya es costumbre en las últimas ediciones de las grandes vueltas, los primeros 206 km de este Tour han sido en un terreno muy complicado para los ciclistas. Hasta 7 puertos de montaña han tenido que subir el primer día. Ninguno de ellos de gran entidad, pero, al fin y al cabo, son 7. Desde bien temprano han empezado los ataques de los más valientes y, a 184 km del final, ya se había consolidado una escapada de 7 ciclistas, entre los cuales estaba el vasco Ion Izaguirre. El gran grupo, sin embargo, los ha tenido controlados en todo momento, sin darles más de 5 minutos de ventaja.
Un ritmo infernal desde el inicio
El calor de Italia, el exigente terreno y el gran ritmo de la etapa ha hecho que los sprinters empezaran a tener problemas desde muy temprano. El británico Mark Cavendish, quien buscará romper el récord de Eddie Merckx de victorias totales en el Tour, se ha desenganchado del pelotón a 158 km del final y ha tenido que trabajar mucho para llegar dentro del límite de tiempo a la línea de meta. Por delante, Izaguirre pasaba primero por todos los puertos de montaña, luchando por conseguir el maillot de puntos rojos. Su aventura, sin embargo, no ha acabado con premio.
El encadenado de 4 puertos de camino a la meta ha dejado el gran grupo a menos de 50 ciclistas y sin ningún esprínter puro, y la escapada se ha reducido a tan solo 3 ciclistas. En este momento, un movimiento inesperado. Romain Bardet ha atacado por detrás y ha empezado a abrir un hueco interesante. Por delante, su compañero de equipo Frank van den Broek se ha descolgado para ayudarlo en la persecución. A 43 km han llegado a delante de todo y se han puesto a tirar a un ritmo frenético hasta descolgar a sus rivales. Los dos ciclistas del DSM han empezado la última subida del día con 2 minutos de margen sobre el piloto y 32 km por delante, una ventaja que parecía insuficiente.
Van den Broek, uno gregario de primera clase
Su ritmo, sin embargo, era de escándalo. Dos ciclistas solos, con toda la fatiga de la jornada, mantenían la distancia después de coronar. El último descenso no ha sido muy bueno, y los grandes equipos pensaban tener controlada la etapa. Lo que no contaban era con el estado pletórico de Van den Broek, que se ha ganado el sueldo de todo el año en los últimos 15 km. En un terreno como el de la llegada de hoy, un grupo grande tiene mucha más facilidad que un solo ciclista, pero el holandés se lo ha dejado todo sobre la bicicleta para llevar a su líder a la victoria.
A 3 km de la meta se veía venir el final más cruel. Los cogerían dentro del último kilómetro, destrozando todo el trabajo del joven corredor y rompiendo las ilusiones de un Bardet que siempre ha tenido mala suerte en esta carrera. Pero las fuerzas también han fallado por detrás, y los DSM han mostrado toda su emoción al cruzar la línea de meta en primera y segunda posición. Van den Broek ha regalado una anhelada victoria a su compañero de equipo, que volverá a vestir el mallot amarillo una última vez antes de decir adiós al deporte de su vida.