Existen casos de éxito en todos los ámbitos empresariales, pero quizá, aquellos en los que la emoción y la pasión son un activo más, se vuelven más llamativos, como, por ejemplo, en el mundo del fútbol. Prueba de ello es que adentrarse en la trayectoria de Osasuna durante la última década supone descubrir una historia de superación de las que no se suelen encontrar a menudo.
Y es que, este histórico club ha pasado, en solo 9 años, de encontrarse al borde de la desaparición a disputar la final de la Copa del Rey esta última temporada y conseguir clasificarse para la Conference League.
El punto de inflexión sucede en 2014, el annus horribilis del club rojillo. Este año se descubre que la directiva escondía casi 100 millones de deuda. Una situación a la que se llegó tras años de impagos de los impuestos correspondientes. Además, también se descubrieron salidas de dinero sin ninguna justificación.
El presidente del club en ese momento, Miguel Archanco, se vio obligado a presentar su dimisión tras el descenso del equipo a Segunda División y el descubrimiento de las primeras irregularidades que afectaron tanto a su mandato como al de su predecesor, Patxi Izco. Su salida del club dio paso, brevemente, a una gestora hasta que en el mes de diciembre de 2014 el actual presidente, Luis Sabalza, accedió al cargo.
Lo primero que hizo la nueva directiva fue intentar reducir la altísima deuda vendiendo el patrimonio del club, que incluía el estadio de El Sadar y Tajonar. Además, la conocida como “ley Osasuna” aprobada por el Parlamento Foral de Navarra evitaron su desaparición. Pero ante todas las irregularidades descubiertas y la falta de documentación que impedía la trazabilidad de los movimientos de dinero, el presidente y el vicepresidente del club decidieron, en febrero de 2015, interponer una denuncia en los juzgados que dio origen a toda la investigación posterior.
En el aspecto deportivo, las cosas no marchaban mejor, el equipo estaba en Segunda División, y solo un gol en el último minuto contra el Sabadell le libró del descenso a la Segunda B. Tras este acercamiento al abismo, el equipo, liderado en aquel momento por Enrique Martín, en la temporada 15/16 consiguió ascender a Primera División y volver a ilusionar a su afición. Aquel ascenso permitió al club acelerar el pago de su deuda, motivo por el cual terminó descendiendo de nuevo a Segunda División.
Tras unos años de estabilización, incluyendo la remodelación de El Sadar, el Osasuna cumple ya cinco temporadas consecutivas en Primera División, consiguiendo incluso jugar la última final de la Copa del Rey y clasificado para la Conference League. Algo que ahora le arrebata la UEFA por hechos ocurridos hace 9 años bajo otros mandos.
Esta decisión llama especialmente la atención ya que la sentencia del Tribunal Supremo llegó gracias a la denuncia presentada por el propio club para luchar contra la corrupción y limpiar su imagen. Una sentencia que además confirma que el club no tuvo responsabilidad en los hechos y le declara como “víctima”, lo que ha permitido a Osasuna recuperar una parte del dinero sustraído por sus antiguos dirigentes. Una actitud de lucha contra la corrupción reforzada por su gestión financiera, y es que el equipo directivo actual, encabezado por Luis Sabalza, consiguió reducir una deuda neta de más de 80 millones de euros hasta los 7 millones en solo cuatro años.
Echando la vista atrás, quizás, lo más sensato en 2014, o lo que hubiera hecho cualquier gestor ante esa situación, hubiese sido intentar mantener la categoría de Segunda e ir reduciendo la deuda poco a poco. Sin embargo, Osasuna, tras un esfuerzo titánico de todos los que forman el club, ahora es un equipo de Primera consolidado (ya no forman parte de esos equipos llamados “ascensores”), con un estadio renovado que se ha convertido en un ejemplo para todos los equipos de LaLiga y calificado como el mejor del mundo en 2021, y que ha conseguido entrar en la lucha europea, reconquistando así la reputación e imagen que merece.