Carlos Alcaraz ha vuelto a escribir una página dorada dentro de los libros de su ya memorable carrera. Porque con solo 21 años, ha conquistado su segundo Wimbledon, revalidando el título que conquistó el año pasado, también contra Novak Djokovic. En aquella ocasión, Alcaraz tuvo que aguantar una verdadera odisea para derrocar el serbio, pero este año solo ha necesitado tres sets (6-2, 6-2 y 7-6). Una victoria plácida que confirma al tenista murciano como el rey actual de la hierba. Además, con este trofeo suma su cuarto Grand Slam (Wimbledon X2, Roland Garros y US Open), batiendo así todos los récords de precocidades de la historia del tenis. Su techo es incalculable y solo el tiempo dictará si se acaba sentando en la mesa de Djokovic, Navidad y Federer. De momento, ya se puede confirmar que el fenómeno Alcaraz es historia del tenis.

Carlos Alcaraz manda desde el primer segundo

Carlos Alcaraz ha saltado al terreno de juego de la pista central del All England Club con un único objetivo: imprimir un ritmo alto y poner el miedo al cuerpo de un Novak Djokovic que llegaba al duelo con menos ritmo competitivo, a causa de la reciente lesión en la rodilla que ha sufrido. Y el plan del murciano ha salido a la perfección. En el primer juego del duelo, que ha durado más de 10 minutos con una serie de rallys espectaculares, Alcaraz ya ha podido arañar un break que era uno toda declaración de intenciones. Porque el primer set ha sido un verdadero paseo para él.

Novak Djokovic preocupado durante la final de Wimbledon / Foto: EFE

El resultado final ha sido de 6-2, con una duración de solo 41 minutos, un hecho insólito si tenemos en cuenta que delante tenía el tenista más laureado de la historia. Y es que Djokovic estaba siendo totalmente opacado por la energía de Alcaraz. Unas sensaciones que se han confirmado en la segunda manga, que ha vuelto a ser un recital del murciano. El serbio ha forzado más la maquinaria, arriesgando desde el servicio e intentado golpes ganadores con más regularidad, pero eso no ha sido suficiente para hacer titubear al vigente campeón de Wimbledon.

Djokovic intenta coger alas, pero Carlos Alcaraz se mantiene intratable

Ante este escenario, Novak Djokovic solo podía apelar a la épica si quería conquistar su octavo Wimbledon. Pocas veces lo había tenido tan difícil, pero si alguien podía ser capaz de alargar la final y luchar por la victoria era él. Por este motivo, la grada del All England Club cada vez se mostraba más de su lado, intentando animarlo para tener un espectáculo más igualado.

Carlos Alcaraz celebra un punto durante la final/ Foto: EFE

Sin embargo, a pesar de haberlo luchado hasta el final, sin nunca tirar la toalla, en esta ocasión, el milagro no ha llegado. Y esta falta de reacción ha sido más mérito de Carlos Alcaraz que demérito del 24 veces campeón de Grand Slam. El tenista natural de El Palmar ha exhibido una madurez increíble para no descentrarse del duelo y luchar cada pelota como si fuera el último. El nivel físico actual de Alcaraz es enorme y eso le estaba permitiendo ofuscar un Djokovic que se estaba desesperando. Pocas veces se ha visto así en el actual número dos del mundo, que ha acabado derrotado en solo tres sets, sin casi poner oposición. Es cierto que en el último set ha encontrado más golpes ganadores, con una tímida respuesta, pero Alcaraz ha apagado el fuego rápidamente. Con todo, una final corta que ha servido para confirmar el dominio de Alcaraz en la hierba inglesa.