Los Juegos Olímpicos de Río ya son una realidad. Los primeros que se celebran en Latinoamérica han levantado el telón en el mítico Estadio de Maracaná. Con una cuenta atrás, música local -himno incluido-, fuegos artificiales y 4.800 personas involucradas en la ceremonia, los Juegos de Río se han presentado al mundo. Casi 80.000 personas han llenado el Estadio para presenciar la puesta de largo de la cita olímpica. Una inauguración con poca representación política ya que solo una treintena de jefes de Estado asistieron al palco.
Los casi 11.000 atletas que hasta el día 21 de agosto competirán en Brasil, han desfilado por Maracaná en el día más emotivo de los Juegos. Un momento especial de la ceremonia es el que s'ha viscut cuando el equipo de refugiados ha caminado con la bandera olímpica, justo antes del país organizador. El público se ha puesto en pie y lo ha recibido con una larga y sonora ovación. Por primera vez en la historia de los Juegos, diez refugiados competirán en un mismo equipo, debajo las siglas inglesas ROA (Refugee Olympic Team).
Una ceremonia orgullosa
El cineasta local Fernando Meirelles ha sido el encargado de la dirección artística de una ceremonia que ha supuesto un homenaje a la cultura brasileña y que tenía el objetivo de poner de relieve las virtudes del país. Con los colores vivos y el papel preponderante de la naturaleza, se ha pretendido enviar un mensaje de concienciación social y preservación del medio ambiente. Río es el centro del mundo y los organizadores han querido beneficiarse del altavoz que eso supone.
El director de ceremonias, Leonardo Caetano ha querido transmitir una "reinterpretación del país", tal y como ya explicó en una entrevista previa en la televisión inglesa BBC. La temática ha recorrido los capítulos que marcaron el talante del país en sus inicios hasta las costumbres y tradiciones más arraigadas, como el Carnaval y el baile, que han tenido un papel destacado en la pista. Todo eso, mezclado con la creatividad y la habilidad de los brasileños para hacer más con menos.
La encendida del pebetero
El gran símbolo del olimpismo no es tan grandilocuente como en las últimas ediciones. Finalmente no ha sido la leyenda del fútbol Pelé el último portador de la antorcha olímpica debido a los problemas de salud que arrastra en los últimos tiempos.
Pese a que durante la ceremonia diversos medios apuntaban hacía el ex tenista Gustavo Kuerten como el hombre encargado de encender el pebetero olímpico, el honor recayó en las espaldas de Vanderlei Lima. El ex atleta ha sido el que ha hecho descansar la llama en el pebetero, que permanecerá encendido hasta el 21 de agosto, cuando finalicen los Juegos Olímpicos.