La excelencia del fútbol mundial ha sido durante muchos años los duelos entre el Barça y el Real Madrid. El visionado del Clásico prácticamente se había convertido en una religión, pero esta vez podría no ser así. Primeramente porque los dos equipos hace unos años que decepcionan en Europa, pero es que ahora mismo ni levantan la cabeza en la Liga Santander.
Un Barça dolido por unos años de caída libre, en el cual peligró la continuidad de Leo Messi, han confluido en unas semanas de fútbol decepcionante y muy pobre. En el otro lado, sin embargo, también aparece un equipo en horas bajas, discutido y que no propone nada.
Piqué, expulsado en el pasado partido de Champions / EFE
El Barça no ilusiona
El nuevo Barça de Ronald Koeman empezó ilusionando, pero poco a poco ha perdido la alegría. Sólo Ansu Fati y Pedri son los que aportan esta magia que ni el '10' parece desprender. Además, el Clásico llega en un momento de guerra interna dentro del barcelonismo, con Josep Maria Bartomeu contra las cuerdas, y la necesidad de un cambio de modelo institucional.
Futbolísticamente Koeman ha forzado la máquina. Más trabajo físico, exigencia y un plan. Messi es el gran faro que aún no ilumina como antes. Y los jóvenes son los que han dado un paso adelante.
El Barça empieza a interiorizar los nuevos automatismos, pero el Clásico quizás llega demasiado temprano. Jordi Alba es la gran novedad de una convocatoria en que Marc-André Ter Stegen sigue siendo baja por lesión.
Jordi Alba marchándose del Camp Nou lesionado / EuropaPress
El Madrid está a punto de estallar
Y en el Real Madrid lo ven muy negro. Las derrotas contra el Cádiz y el Shakhtar han hecho tambalear los cimientos del equipo. Zinédine Zidane por primera vez se siente realmente cuestionado porque los malos resultados han desenmascarado el mal fútbol que el Madrid hace años que esconde.
No rinden las estrellas ni los que siempre habían sacado las castañas del fuego. Con Benzema no hay suficiente para conseguir ganar partidos. Y con Sergio Ramos entre algodones todos los males apuntan en dirección a la capital española. La crisis blanca también puede acabar en guerra.
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