En la final de las estelades ganó el Barça y también triunfó Catalunya. Las esteladas lucieron en la final de la Copa del Rey en Madrid ante la presencia de los Reyes de España, que tuvieron que escuchar una nueva pitada al himno español pese a que el volumen reventaba los oídos. En el terreno de juego la victoria sonrió al Barça en la prórroga de un partido tan emocionante como lleno de incertidumbre y que tuvo tanta pasión en el campo como en las gradas. Y que acabó con un triunfo catalán con tintes épicos, que también perdió a Luis Suárez por lesión. Y en el que uno de los protagonistas fue Jordi Alba, autor del gol que abrió la victoria; el otro Neymar, que aseguró el doblete en el minuto 122. El tercero fue Leo Messi, autor de dos pases espectaculares, de museo, para conseguir el cuarto título de la temporada.
La alegría de los jugadores y el delirio de la afición catalana estuvo llena de emoción. Con Iniesta y Messi fundiéndose en un abrazo eterno, interminable, susurrándose quién sabe qué cosas a sus oídos. Con Neymar bailando y con Luis Enrique enseñando su puño y apretando los dientes. "Campeones, campeones, campeones" vuelve a cantar el culé. Campeones también cantó la afición del Sevilla, su equipo hizo un esfuerzo tremendo y merecía esa ovación.
El Barça nunca se sintió superior al Sevilla hasta que el partido se niveló con diez jugadores por bando. Los blaugrana se habían quedado en inferioridad por expulsión justa de Mascherano a nueve minutos del descanso. El Sevilla entonces lo atacó, pero no le hizo daño. Desaprovechó el equipo andaluz el estar con un hombre de más durante 54 minutos. Y el título acabó definiéndose en el tiempo extra cuando el Barça creyó en el triunfo y lo buscó. Cuando el Barça tuvo más fe, cuando se dio cuenta que en esa final eterna el Sevilla llegaría más cansado a la prórroga que él. Y así fue. Apareció Messi y Jordi Alba tendrá una historia grande que contarle a sus hijos.
El Barça se fue al descanso perdiendo, pero no en el marcador sino en inferioridad numérica al ser expulsado Mascherano en el minuto 36 al agarrar a Gameiro después que el delantero francés le ganara una carrera y estuviera a punto de quedarse solo ante Ter Stegen. El árbitro no dudó en su decisión. La expulsión era clara.
Hasta ese momento las oportunidades de gol las había puesto el Sevilla. Y el hombre más notable en el Barça era su portero, que al cuarto de hora había sacado con una mano un disparo de Escudero, y a los 37 salvó un disparo de gol de Banega.
El Barça había salido al campo con el mismo planteamiento que hizo en la vuelta de la Champions en este mismo campo contra el Atlético de Madrid. Hizo un planteamiento largo del encuentro. Salió a desgastar al Sevilla en lugar de ir a por la victoria. Conocedor de que el equipo andaluz podía estar más cansado por el partido europeo que jugó entre semana, el Barça careció de chispa. Tenía que salir intenso y no lento en su accionar. Sólo Messi imponía respeto y algo más de ritmo, de iniciativa y mostraba más ganas de ir a por el gol.
Luis Enrique no movió ficha. Esperó el técnico asturiano hasta el descanso para mover la alineación. Y en la elección de cambio eligió mal. Decidió sustituir a un hombre del mediocampo como Rakitic antes que a Neymar, que hasta entonces no había hecho nada. Luis Enrique reforzó la defensa con Mathieu pero el centro del campo quedó diezmado.
El Sevilla se dio cuenta de que ahora tenía un hombre más y tras el descanso salió más decidido a por la victoria. Y a los 49 minutos estuvo a un paso de abrir el marcador, pero el poste derecho de la portería de Ter Stegen evitó el tanto de Banega.
Por si la expulsión de Mascherano no hubiera sido suficiente para poner al Barça contra la pared, en el minuto 53 Luis Suárez sufrió una lesión muscular. El uruguayo se fue del campo llorando y continuó haciéndolo en el banquillo.
Pero la desgracia permitió que Luis Enrique intentara equilibrar el equipo con la entrada de Rafinha. El Barça mejoró, pero el Sevilla se sentía superior. Y apretó lo suyo. Presionó más y no permitió que el Barça respirara tranquilo, que no tocara el balón como le gusta a él, y que se sintiera un equipo más dispuesto a hacer lo que no suele hacer: defender más que atacar.
La afición del Barça acabó gozando una final dura, como se esperaba, difícil, como estaba prevista, pero celebrando un doblete como ansiaba. Valía la pena gritar eso otra vez: Visca el Barça y Visca Catalunya.
Alineaciones:
Barça: Ter Stegen; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Sergi Roberto 120m.); Busquets, Rakitic (Mathieu 46m.), Iniesta;; Messi, Luis Suárez (Rafinha 54m.) y Neymar.
Sevilla: Sergio Rico; Mariano Ferreira (Konoplyanka 79m.), Carriço, Rami, Escudero; Krychowiak, Iborra (Llorente 106m.), Coke, Banega; Vitolo y Gameiro.
Árbitro: Del Cerro Grande (Colegio Madrileño). Expulsó con roja directa a Mascherano (36m.), Banega (91m.) y a Carriço por dos amarillas (121m.). Amarillas para Rami, Vitolo, Alba, Neymar, Iniesta, Alves, Iborra, Krychowiak, Konoplyanka, Escudero y Gameiro.