El Barça ha olvidado los fantasmas de un pasado muy reciente goleando al Villarreal (3-0) en siete minutos de magia en la primera parte donde la voracidad de los dos hombres gol del Barça, Robert Lewandowski y Ansu Fati ha decidido el partido. En la segunda parte, con el duelo sentenciado, quien ha dictado sentencia ha sido el Camp Nou, dividido al pitar o aplaudir a algunos de sus emblemas.

El Barça ha regalado demasiados espacios a los puñales del Villarreal

Los jugadores de Xavi Hernández necesitaban ganar, pero además, hacerlo de una forma convincente para todo el mundo. Para el mismo equipo, para creer en aquello que hacen, pero también de puertas afuera, para intentar demostrar que la semana negra en la Champions League y en el Clásico ya forma parte del pasado, por mucho que siga doliendo. Y, atendiendo al marcador final, así ha sido.

Ferran Torres ha hecho un buen partido desde la banda derecha / Foto: EFE

No obstante, hasta bien entrada la primera mitad, pocos podían esperar una goleada barcelonista. Porque, si bien es cierto que en los primeros minutos Ansu Fati ya había avisado de sus malas intenciones hacia el Villarreal, las transiciones suponían un dolor de cabeza constante. Con una defensa improvisada con Marcos Alonso de central zurdo, los espacios entre el madrileño y Jordi Alba eran enormes y tanto Danjuma como Nicolas Jackson recibían con demasiada facilidad a espaldas de la retaguardia blaugrana.

Dos obras de arte de Lewandowski abren el camino

Para el Barça, la banda más peligrosa era la derecha, con Ferran Torres i Gavi buscándose y encontrándose con facilidad. Pero el primer gol ha acabado llegando para el perfil opuesto. Pedri ha alimentado una de las pocas llegadas de Jordi Alba y Lewandowski ha convertido el pase del lateral en una obra de arte. Harto de marcar goles al primer toque, el polaco ha decidido parar la pelota con un toque de espuela para dejar a toda la defensa y el portero sin capacidad de reaccionar y marcar el 1-0.

Robert Lewandowski marcando el primer gol del partido / Foto: EFE

El Submarino Amarillo, que llegaba al Camp Nou con tres goles encajados como equipo más infranqueable del campeonato, ha encajado en 7 minutos los mismos goles que en toda la temporada. Porque el Barça ha olido sangre y Lewandowski ha clavado el segundo mordisco en el minuto 36, cinco después del primero. Si el primer gol lo ha creado en un espacio reducido, en el segundo ha desatado toda su potencia para enviar un latigazo al palo largo de Rulli.

Ansu Fati y su relación de amor con el gol

Y si se habla de olfato goleador y del Barça, Ansu Fati tenía que decir la suya. En la segunda titularidad del 10 culé en liga, ha vuelto a demostrar que su relación con el gol es difícilmente mejorable. Dos minutos después de la fiesta de Lewandowski, Ansu ha enviado la pelota al fondo de la red de tacón después de una gran jugada de Ferran Torres para enviar el partido al descanso prácticamente sentenciado.

El Camp Nou, enamorado de Ansu Fati / Foto: EFE

A la reanudación , el Barça ha intentado conceder menos oportunidades, pero sin renunciar a la presión adelantada, que ha dado pie a algunas ocasiones muy claras para ampliar todavía más la diferencia. Pero el partido, lógicamente por ambos lados, ha bajado de ritmo. El Barça ha neutralizado con mucha facilidad un Villarreal rendido a la evidencia.

El Camp Nou, dividido por sus capitanes

Xavi ha intentado animar el final dando entrada a Dembélé i Raphinha por unos ovacionadísimos Lewandowski y Ansu Fati, además de volver a ver a Bellerín después de seis partidos, y los discutidos Sergio Busquets y Gerard Piqué, que en un contexto muy cómodo para el Barça no han estado demasiado exigidos. No obstante, quien ha dictado sentencia ha sido el Camp Nou. Cada pelota que tocaban los capitanes era una lucha entre el aficionado más crítico y el que piensa más en la trayectoria que el momento actual.

Sergi Roberto también ha escuchado algunos pitos en el momento del cambio / Foto: EFE

Y en eso se han convertido los últimos minutos. Con alguna ocasión muy clara de Raphinha como anécdota, los pitos y los aplausos se han ido alternando en una goleada que deja claro que, por muy necesaria que fuera, la herida sigue abierta para un Barça que necesita muchas más victorias como esta.