El histórico estadio de Wembley de Londres acogió este viernes uno de los partidos más esperados de la fase de grupos de la Eurocopa, el Inglaterra-Escocia.

Aficionados escoceses, por las calles de Londres / Europa Press

Con toda la naturalidad del mundo

El partido, a pesar del 0-0 final, fue un auténtico espectáculo que rememoró, además, el primer partido de la historia entre dos selecciones nacionales, un Escocia-Inglaterra que se disputó en 1872 y que, cosas del destino, también terminó 0-0.

Como no podía ser de otro modo, el duelo tuvo toda la parafernalia que rodea un gran partido de fútbol, y eso que estamos en plena pandemia del coronavirus y que estuvo lloviendo copiosamente toda la jornada. Miles de aficionados escoceses se desplazaron hasta Londres y animaron a su selección sin ningún tipo de problema, y justo antes del partido la mítica Flower of Scotland, himno oficioso de Escocia, sonó por la megafonía de Wembley, justo antes del God Save the Queen, himno del Reino Unido. No pasó absolutamente nada.

Puigneró mete el dedo en la llaga

"Un ejemplo de un Estado plurinacional, democrático de verdad y no acomplejado", escribió en su cuenta de Twitter Jordi Puigneró, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya. "Somos casos muy diferentes ... aquí tenemos un caso singular en todo el mundo y en toda la historia de la Humanidad ... un intento continuo de genocidio cultural, de usurpación de la historia y de la cultura ... una capital que es bombardeada cada 50 años y que está construida sobre 3m de escombros", le responde un seguidor.

Aficionados de Escocia, por las calles de Londres / Europa Press

Y es que las comparaciones, siempre odiosas, dan mucho que pensar. ¿Alguien se imagina un partido oficial en una Eurocopa entre España y Catalunya? ¿Alguien se imagina a miles de aficionados de Catalunya paseando por Madrid mientras anima a su selección en las horas previas de un partido? ¿Y escuchar Els Segadors por la megafonía del Bernabéu con el estadio lleno de aficionados de España respetándolo?

Pero es que las diferencias son tan notables que solo hay que recordar que mientras en Escocia se celebran referéndums de autodeterminación sin problemas, en Catalunya la respuesta del Estado central es bien diferente.

 

Imagen principal: Jordi Puigneró, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya / EFE