El Barça tiene los síntomas de Ousame Dembélé. Tanto te pueden maravillar un día con su fútbol fantasioso, como el siguiente arrastrar los pies y verse incapaz de nada. Y esta vez contra un Villarreal que empieza a ver las garras del descenso, se ha visto se ha visto la fantasía con Dembélé como protagonista, y Gerard Piqué y Carles Aleñá –La Masia– de goleadores (2-0).

Imprevisibles y desconcertantes, sin embargo, por fin se rompe la racha negativa en defensa. Después de once jornadas de la Liga Santander encajando goles, la portería de Marc-André Ter Stegen ha vuelto a quedar a cero. Vuelve la solidez. Y también se ha reencontrado la ambición después de dos pinchazos en Liga.

Dembélé crece en confianza

El Barça está preocupado para que la Liga no se le escape. Ernesto Valverde confiesa que quiere el liderato y así acabar el año con la primera posición del grupo en la Champions, sin fallar en la Copa y mirando desde la parte alta de la competición de la regularidad. Contra el Villarreal, uno de los grandes en horas bajas, la apuesta ha seguido siendo la misma de Eindhoven.

Confianza en un Dembélé que sigue creciendo, Arturo Vidal que es entrega pura y Semedo como un recurso que se empieza a consolidar en el lateral derecho. Ni la afición culé ni el mismo entrenador querían nuevos experimentos. Y el Barça, consciente de la última derrota en casa contra el Betis, ha salido mordiendo.

Presión en todo el campo, ataques constantes, córners en abundancia y una sensación de superioridad clara. El Barça tiene hambre de ser líder y de no dejarse sorprender defensivamente después de un inicio de temporada con algunas dudas.

Leo Messi, el pincel indispensable del Barça para empezar a dibujar su fútbol, esta vez no ha sido tan diferencial. Dembélé, la cara más controvertida de las últimas semanas, confirma que da un paso adelante. Ofreciéndose, conectando con sus compañeros y también arriesgándose, pero esta vez saliéndole bien las cosas.

Piqué también es protagonista

Precisamente este Barça tan anárquico, capaz de lo mejor y de lo peor, ha visto como el extremo francés ha sido el futbolista más peligroso y también el asistente para aportar tranquilidad. Dembélé ha servido el gol con un centro preciso en el corazón del área grogueta en el quinto córner culé. Y Gerard Piqué, aquel defensa que tiene otras grandes aspiraciones, como las ofensivas, ha marcado pasados cuatro minutos de la media hora de partido.

Dos grandes personalidades en un partido de domingo marcado por tres puntos muy importantes. El central catalán, ya con su cuarto gol de esta temporada –el segundo en la Liga– ha demostrado que era su tarde. Si ofensivamente ha encontrado el premio, en defensa no ha tenido rival. Gerard Moreno, un viejo amigo de Piqué, ha chocado una vez y otra con el central. Han saltado chispas.

Ni Moreno ni Chukwueze, los dos delanteros del Villarreal y los únicos futbolistas capaces de crear peligro, han podido superar a una defensa del Barça que esta vez sí ha funcionado. Desde la segunda jornada en el campo del Valladolid que el conjunto blaugrana no dejaba la portería a cero en la Liga. Once jornadas encajando y, de nuevo, volviendo a sonreír para resolver ni que sea por unos días una de las preocupaciones de los culés.

Ya en el tramo final, un Messi desaparecido durante todo el partido, sólo ha tenido que ver la desmarcada de Carles Aleñá, pocos minutos después de entrar en el campo, para que recibiera la pelota ya dentro del área y marcara su primer gol en la Liga con el primer equipo Barça. Beso al escudo y partido resuelto en el 87.

El Villarreal ha vuelto a caer en el Camp Nou, un estadio que ya es maldito. Los groguets no puntúan contra el Barça en Barcelona desde hace casi nueve años después de un empate a un gol y con Ernesto Valverde a banquillo cambiado. Y la tónica sigue igual. El Barça, con tres puntos más y después de un gran partido de Dembélé, quizás el más completo desde que llegó, se vuelve a fijar la mirada en el liderato. Y con gol de un Aleñá, presente y futuro blaugrana.