La victoria del Barça contra el Inter de Milán agrava la posición de un Ousmane Dembélé que sigue sin entender el rol de que a día de hoy le toca jugar en Camp Nou. El club dedicó buena parte de los millones ingresados por el traspaso de Neymar (105 fijos más 40 variables) a convencer al Borussia Dortmund para firmarle un contrato de estrella. Sólo tenía 20 años. Ahora, una temporada después, su situación es delicada. No tiene minutos, pero parece que no hace nada para ganárselos.

Toque de atención del vestuario

Dembélé puso a prueba la paciencia de sus compañeros en el último partido de Liga contra el Sevilla. Leo Messi cayó lesionado en el minuto 16 de la primera parte después de un encontronazo con el Mudo Vázquez. Los doctores entraron en el campo para atender a Messi, que se quejaba de su brazo derecho. No podía continuar. Valverde enviaba a calentar a Dembélé y cuando lo llamó para salir, el delantero francés no tenía las botas atadas. Es por eso que el entrenador se arrodilló para acabar de darle las últimas instrucciones. Dembélé entró en el campo en el minuto 26. El Barça había jugado con diez durante diez minutos.

"De cara al futuro nos tenemos que preparar para hacer los cambios más rápido. Tenemos que estar preparados para hacer los cambios cuanto antes mejor. Hoy hemos jugado mucho rato con un jugador menos", dijo Ivan Rakitic después del Barça 4-2 Sevilla. El croata, sin decir nombres, disparaba con bala hacia Dembélé, que acabó desesperando a la afición del Camp Nou: 16 pases buenos, 3 malos, 2 recuperaciones de pelota y 1 pérdida.

La poca producción ofensiva y la indolencia en muchas acciones defensivas de Dembélé es lo que intenta corregir Valverde. Tanto en el campo de la Ciudad Deportiva Joan Gamper como en la sala de prensa. El entrenador siempre repite que tiene muchas "esperanzas depositadas" en el jugador, pero no se cansa de repetir que "tiene que trabajar cada día en los entrenamientos y los partidos". Eso, más que un consejo, es una advertencia.
 


FC Barcelona

Dembélé corre el riesgo que compañeros y cuerpo técnico abandonen la lucha para integrarlo en un sistema antagónico a sus características. Sin espacios para correr, su talento natural se vulgariza. Valverde, de momento, prefiere apostar por el equilibrio de Philippe Coutinho que por la anarquía de un Dembélé que emite señales no haber asimilado qué significa el fútbol profesional. "Creo que todavía no es totalmente consciente de toda la exigencia que supone el alto nivel", dijo hace unos días el seleccionador francés Didier Deschamps, que le otorgó un rol secundario en el Mundial de Rusia.

El Barça sabe que tiene un jugador con potencial entre manos, pero podría replantearse una venta si Dembélé no lucha para salir del ostracismo al que lo condenó Valverde contra el Inter.