Rajko Mitic fue una de las grandes leyendas del fútbol yugoslavo, el capitán de un Estrella Roja histórico, en el que jugó 13 temporadas, justo después de la Segunda Guerra Mundial, en las que ganó 5 Ligas, 4 Copas y 1 Copa Mitropa. Y desde el 2014, Rajko Mitic también es el nombre oficial del estadio del Estrella Roja, el conocido como Pequeño Maracaná, en honor al legendario estadio brasileño. Y es que en los tiempos en los que no había asientos en las gradas, el entonces conocido como Estadio Estrella Roja llegó a acoger un partido con 108.000 espectadores, en uno de los derbis más calientes del mundo, contra el Partizan de Belgrado.
A día de hoy, el pequeño Maracaná ha reducido su capacidad a 53.000 espectadores, y ya no es lo cálido de antaño, aunque sus paredes emanan fútbol, momentos épicos de la historia del balón, como la conocida como la Batalla de Belgrado, un Yugoslavia-España en el que la Roja logró una épica victoria, por 0-1, que le permitió disputar el Mundial de Argentina 78. La imagen del partido, además del gol de Rubén Cano, fue la de Juanito abandonando el campo en camilla después de recibir un botellazo por hacer unos gestos a la grada.
El legendario Estrella Roja del 91
El Pequeño Maracaná, además, fue el feudo en el que se fraguó el mayor éxito de la historia del fútbol yugoslavo, la Copa de Europa del Estrella Roja de 1991. Justo a las puertas de que todo saltara por los aires en los Balcanes, el equipo de Belgrado, con una media de edad de 25 años y con jugadores que después serían grandes estrellas, como Belodedici, Jugovic, Mihajlovic, Savicevic, Prosinecki o Pancev, fue pasando rondas, hasta lograr un título europeo que, a día de hoy, en el fútbol moderno de los equipos multinacionales y de los grandes traspasos, sería imposible.
El equipo de Ljupko Petrović se enfrentó en la primera ronda al Grasshopper suizo, un equipo dirigido por el luego legendario Ottmar Hitzfeld y en cuyas filas había jugadores del nivel de Alain Sutter y Ciriaco Sforza. En la ida, en Belgrado, los helvéticos arrancaron un buen 1-1, pero el Estrella Roja golpeó en la vuelta, con un incontestable 1-4. Y la superioridad se mantuvo en la segunda ronda, contra el Glasgow Rangers, una eliminatoria que el Estrella Roja se llevó por un global de 4-1.
Eliminando al ogro de Múnich
La competición se complicó para el Estrella Roja en los cuartos de final, en los que se vio enfrentado al Dinamo de Dresden de la Alemania Democrática, un rival duro que también pasó por la trituradora. En Belgrado, ante 100.000 personas, el Estrella Roja firmó un partidazo, un 3-0 en el que marcaron Prosinecki, Binic y Savicevic. En la vuelta, los yugoslavos ganaron de nuevo, 1-2, aunque oficialmente se impusieron 0-3, ya que el partido se tuvo que suspender por el lanzamiento de objetos de la afición local. Y el plato gordo llegó en las semifinales, en las que al Estrella Roja le esperaba, nada más y nada menos, que el Bayern de Múnich, al cual no había logrado ganar nunca. La ida fue histórica, ya que el equipo de Petrović logró remontar el 1-0 inicial, para convertirse en el primer equipo capaz de ganar al Bayern en un partido UEFA en el Oympiastadion.
La gran noche, sin embargo, se vivió en la vuelta. La guerra de los Balcanes acababa de empezar, pero el fútbol siguió. En un ambiente infernal, el Bayern logró remontar el 1-0 inicial e igualar la eliminatoria. Y cuando la prórroga ya era un hecho, llegó el 2-2, en un centro de Mihajlovic que entró en la portería después de un despeje bombeado de Augenthaler. Después de caer en 2 semifinales, el Estrella Roja se había metido en la gran final, por fin, donde le esperaba la otra gran sorpresa continental, el Olympique de Marsella de Papin, Boli, Amoros y Olmeta.
La leyenda, de Bari a Tokio
La final se disputó en Bari, Italia, un partido muy táctico e igualado que terminó 0-0 y que se acabó decidiendo en la tanda de penaltis. “Creo que fue la final europea más aburrida de la historia”, afirmó años después Sinisa Mihajlovic. “Horas antes del partido, a algunos jugadores nos mostraron videos del Marsella y recuerdo que nuestro entrenador nos dijo ‘si los atacamos les dejamos servidos los contraataques’. Entonces le pregunté que teníamos que hacer. ‘Cuando tenemos la pelota se la devolvemos a ellos’. El plan salió bien y todo se decidió desde los 11 metros. Stojanovic atajó el disparo de Amoros, mientras que los yugoslavos anotaron sus 5 penaltis. Directos a los libros de historia. Poco después, aquel histórico equipo amplió su leyenda, en Japón, al lograr la Copa Intercontinental. Los días previos, los integrantes los tuvieron que pasar en Inglaterra, por el aumento de las hostilidades en la guerra, y porque debían disputar la Supercopa de Europa, contra el Manchester United. A pesar de que en aquellos tiempos el campeonato se jugaba a ida y vuelta, en aquella ocasión solo se disputó a un partido, y en el campo del campeón de la Copa de la UEFA, el United, que se impuso por 1-0.
Desde allí, el Estrella Roja se desplazó a Tokio, donde le esperaba el Colo Colo chileno para disputar la Copa Intercontinental. Ya sin Prosinecki, fichado por el Real Madrid, los yugoslavos lograron una victoria sin contemplaciones, por 3-0, para erigir al Estrella Roja como el mejor equipo del mundo. Poco después, aquel equipo, como Yugoslavia, se acabó desmembrando, fruto de la guerra. La mayoría de sus estrellas terminaron en la gran liga del momento, la Serie A italiana, a la que fueron Savicevic (Milan), Pacev (Inter), Jugovic (Sampdoria) o Mihajlović (Roma). Otros, como Prosinecki o Belodedici (Valencia), optaron por la Liga española. La leyenda, sin embargo, sería eterna, y se quedaría para siempre en Belgrado, en el Pequeño Maracanà.