En la década de los 70, la gimnasia artística logró convertirse en una de las grandes sensaciones de los Juegos Olímpicos. Y antes de que Nadia Comaneci dejara perplejo al planeta, en Monreal 76, hubo otra gimnasta que se convirtió en leyenda. Se trata del "Gorrión de Minsk", la bielorrusa Olga Kórbut, que con solo 17 años se erigió en la gran estrella de Múnich 72. Su fama fue tal que la URSS decidió asignarle en exclusiva un empleado de correos para llevarle a casa las miles de cartas que llegaban a diario de sus fans.

Y es que Kórbut completó unos Juegos Olímpicos espectaculares e históricos. Ganó 3 oros y 1 plata, aunque lo que quedó para siempre fue su capacidad para innovar con ejercicios nunca vistos antes. El movimiento más recordado fue el denominado como Korbut flip, que después fue prohibido para las competiciones oficiales por su enorme peligrosidad.

Una soviética convertida en estrella mediática en Occidente

El Korbut flip lo realizó en las barras simétricas, un salto mortal hacia atrás desde la barra superior extremadamente complicado que dejó a todos los presentes perplejos. Y la revolución de Olga Kórbut no terminó ahí, ya que la bielorrusa también se inventó otro salto, un giro completo en el eje longitudinal antes de tocar el potro, otro movimiento complicadísimo y peligroso que fue prohibido. Después de sorprender a todo el mundo en la competición por equipos, Olga Kórbut no pudo hacer lo mismo a la hora de competir a nivel individual, cometió graves errores que la dejaron sin medalla. La gimnasta lloró amargamente, una imagen que todavía amplió su leyenda. Su legado ya era eterno.

La participación de Kórbut en Múnich la convirtió en una estrella mediática, sobre todo en Occidente, lo que provocó que la gimnasta realizara giras, por Estados Unidos y Europa, lo que le provocó temores en la URSS, aunque también una importante suma de dinero a cambio de ceder a sus deportistas. Y no solo eso, ya que el primer anuncio norteamericano rodado en la URSS tuvo como protagonista a Olga Kórbut. La fama de la gimnasta, sin embargo, decayó a partir de los Juegos Olímpicos de Monreal, en gran medida por la aparición de una nueva leyenda, Nadia Comaneci.

Olga Korbut, en una exhibición en Londres / Foto: Wikimedia Commons / Nevit Dilmen

La denuncia de abusos de su entrenador

Olga Kórbut no solo innovó con sus movimientos imposibles, y es que fue una de las primeras gimnastas que dio el paso y denunció públicamente abusos por parte de su entrenador, Renald Knish. "No sólo éramos máquinas deportivas, sino también esclavas sexuales", explicó Kórbut en 1999, en una entrevista al Komsomólskaya Pravda. "Interesaba nuestro cuerpo, no nuestra vida", añadió la gimnasta, que en los Juegos Olímpicos de 1972 tenía 17 años. Kórbut también explicó que Knish la obligaba a beber, que la golpeaba y que llegó a violarla la noche previa a la final olímpica de Múnich. 

Knish negó todas las acusaciones, pero cuatro excompañeras de Korbut también acusaron al entrenador de violarlas. "Nos acosó a todas las del equipo, seguro, si mis padres se hubieran enterado de lo que nos estaba haciendo; mi padre, que era militar, le habría disparado", explicó Lyudmila Rabkova.